Mucha tinta ha corrido hablando de cómo Napster y más tarde servicios como iTunes cambiaron los hábitos de escuchar música en esta generación que hoy llamamos millennials. Tenía sentido, el modelo de comprar sencillos sueltos, o descargarlos en softwares P2P como Ares y Limewire, arriesgando la integridad de nuestras computadoras, alimentó por casi 20 años la idea de la canción como principal medio de consumo de la música. Pero algo gracioso ocurrió con la llegada del streaming, gracias a las extensas bibliotecas de servicios como Spotify o Apple Music nunca ha sido tan fácil escuchar un disco completo. 

Sea el más reciente lanzamiento de Olivia Rodrigo, o revisar el disco completo de donde salió algún clásico como Smells Like Teen Spirit, nunca llevó tan poco tiempo ni tan poco esfuerzo darle play a un disco. Sumado al incentivo económico de sumar streams individuales a cada una de las canciones, poco a poco los artistas han empezado a promocionar sus discos completos, y a hacer que su lanzamiento sea todo un evento. Puede ser como lo hizo Taylor Swift que solo avisó al último momento el lanzamiento de Folklore, o bien los 1975, usando su disco para recontextualizar los sencillos que han presentado. Mención aparte a lo que sea que está haciendo Kanye con Donda. Los músicos han vuelto a trabajar con el formato de disco.

Como es lógico, también han entendido, o recordado, que el álbum no es solo una colección de canciones, sino un medio artístico en sí mismo. Esto no quiere decir que veamos el retorno de proyectos tan complicados como Tommy de The Who, pero sí que trabajos como Sour de Olivia Rodrigo, After Hours de The Weeknd, o El malquerer de Rosalía pueden construirse alrededor de un mismo tema, o que artistas como Dua Lipa y Lady Gaga pueden trabajar un disco completo estudiando un género musical a profundidad.

Pero el retorno del álbum como formato artístico y como evento cultural también presenta la posibilidad de experimentar con la forma en que lo consumimos. El año pasado Gorillaz presentó cada una de las canciones de Song Machine como un evento propio mientras informaba de la cuenta regresiva al disco completo; Kendrick Lamar dejó un orden alternativo en el que se puede escuchar Damn, y más recientemente, Billie Eilish presentó tres formas distintas de escuchar Happier Than Ever, su esperado segundo disco de estudio. 

El retorno del álbum como evento cultural y como pieza artística es una buena noticia. Es cierto que nunca desapareció del todo, figuras como Kanye West, Beyoncé y Adele siguieron consiguiendo éxito cuidando sus lanzamientos de larga duración y nunca dejó de ser el principal formato del rock, pero ver cómo la cultura pop se acerca de nuevo al disco, da buenas oportunidades a los artistas para experimentar, tanto con su música con cómo tratan al formato.