Año 2006. Tres bandas se disputan el Intercolegial Nuevas Bandas: dos grupos adolescentes, La Vida Bohème, del colegio El Peñón, y Cirrus, del Instituto Didáctico Antonio José de Sucre y uno pre adolescente, Cabeza, unos prepúberes del Colegio San Ignacio de Loyola llegaban a la final del evento celebrado en el Celarg.
Entre ellos se decidía al sucesor no solo de ganadores anteriores, como Opina en Silencio, Tensa Calma, Evalon, The Highway, Super Vaca To the Rescue o, quizás, sin ánimos de ser injusto, los únicos triunfadores que trascendieron más allá de esa tarima, Primera Edición y Skin (única banda que ganó el Intercolegial, el Alma Mater y el Nuevas Bandas). También se buscaba a la generación de relevo de una movida que buscaba carburar con nuevas caras.
Curiosa como es la vida, Cirrus se llevó el gato al agua y resultó ganadora del Festival, para, lamentablemente, desaparecer no mucho después. La Vida Bohème, aún en edad escolar pero ya de salida, comenzaba a llamar la atención y poco a poco se labró el camino que los llevó como favoritos a la tarima del Festival Nuevas Bandas 2008, que terminaron llevándose a casa con sus recordados cascos de obrero. Poco después, su libro pasaría a tener páginas doradas y convertirse en la banda que son hoy por hoy.
Cabeza, un grupo que sonaba a una mezcla de los Red Hot Chili Peppers, blink-182 y toda la música que sonaba en MTV en ese momento, además del rock argentino, eran los más jóvenes de la cohorte y completaban la terna. Llegaron a grabar un demo, titulado Demorragia, que escuché poco antes de escribir estas líneas, y me llamó mucho la atención cómo habían las ideas de lo que terminarían haciendo al final, cuando finalmente se despojaron de todo el teenage angst que viene con los años: Armonías de voces, rasgueos furiosos de la guitarra. Pero esa etapa se quemó, y los tres integrantes de Cabeza seguirían estudiando en el mismo salón de clases, siendo los amigos de siempre, solo que sin la banda.
Año 2008. Los Mesoneros, del Colegio San Ignacio, cantaba el alirón en el Festival Intercolegial Nuevas Bandas. La gente quedaba encantada con el proyecto, del que ya se hablaba muy bien en las calles. Al ver el furor tres de sus compañeros de clase, que habían estado cerca de ese mismo logro apenas dos años antes, comenzaron a repensarse la idea de hacer música. Ese mismo año, toman riendas en el asunto y deciden emprender un nuevo proyecto.
Año 2009. El Celarg vuelve a recibir a un montón de bandas de distintos colegios y tras cuatro días de shows, Americania, del colegio San Ignacio, formada por unos ya más maduros Ítalo Pizzolante, Armando Añez y Álvaro Casas, miembros fundadores de Cabeza, se alzaban con el premio mayor, compitiendo en una de las mejores ediciones del Intercolegial que se recuerda ante grupos de distintas instituciones educativas, la mayoría capitalinas, como Manpas y The Asbestos (menciones especiales) o Syncrodynamic, que volverían a participar y ganarían en la edición siguiente, completando un back to back to back para el Colegio San Ignacio.
Por darles su sitio, también participaron bandas como Otherside, Lovecraft, Fondo Blanco, Latitud 0, Gnosis, Idónea, Albert Hurtado, Tropicali, Cindy Fraz, Leather Bullets, Los Halógenos, 4Mundos, Agonía, Katana, El Gran Mounstruo de Spaghetti Volador, Melanogaster, T.N.T, Antivirus, Acid Dream y Galería.
Una competencia reñida donde Americania sorprendió al jurado con una propuesta un poco más profunda, sin demeritar el trabajo de sus homólogos, y comenzaría una persecución artística que resonaría en las almas que pudieron tocar.
Así se dieron los primeros pasos antes de Sigo, el primer disco de Americania, del que hoy celebramos su primera década.
Otra tarde más
Comenzaba así el lustro dorado del rock venezolano y Americania se cita en algunas plazas capitalinas a compartir tarima con otros grupos destacados del momento, como Triad, unos nacientes Okills o TLX, entre otros. Pero dos de sus integrantes deciden salir del país a estudiar y vuelven por temporadas, cuando sus responsabilidades lo permiten.
En medio de la efervescencia, Americania decide mostrar su primer sencillo, repartido entre su MySpace, portales como Fan Zinatra. Una canción pegadiza, repetitiva, y que la banda decidió olvidar poco después:
Esa canción ya no aparece en ningún canal oficial de Americania, pero en su momento sirvió para que la gente tuviera algo de ellos más allá del recuerdo de verlos en vivo, pero faltaba un poco más.
Ítalo, Armando y Álvaro, que por entonces se repartían voz/guitarra, bajo y batería en Americania, se encerraban con Gustavo Casas (manager y tío de Álvaro) y Ricardo Martínez, ambos integrantes de Wahala, a producir su primer disco, que un 8 de mayo de 2011 finalmente vio la luz, tras los sencillos Estuve Contigo y Animal.
Va a crecer un animal
La buena recepción fue inmediata. No fue solo para mí, que por aquel entonces dije que se marcaba un nuevo inicio en el rock nacional: “La mística del disco te mantiene expectante y no puedes salir del mundo seductor que es Sigo, desde ya me atrevo a decir que estará entre los mejores larga duración del año y quizás de la historia de nuestra música”. Otros medios de la época, tanto de gran difusión como otros más pequeños, como SmartMusic, daban espacio y valor al gran trabajo que había hecho Americania.
También había una nueva generación que estaba escuchando atentamente y viéndose en unos chamos como ellos. Viendo que se podían hacer productos diferentes, auténticos, con feeling. Y al final, Sigo resultó ser eso: Un disco de feeling. Un disco de dejarlo salir todo, de desprenderse de caretas y distanciarse de actitudes de mierda. De preguntarte tu lugar en el mundo y del montón de oportunidades que dejamos pasar, que, curiosamente, se convertiría en un tema recurrente en sus canciones, incluso las de sus proyectos solistas.
En lo musical, Sigo tenía una profundidad lirical diferente, aunada a una instrumentación muy guitarrera, con el sello de las tres voces de sus integrantes armonizando perfectamente. Las voces eran el protagonista principal en los 11 tracks, al punto que la descarga digital gratuita ofrecía no solo un par de remixes (uno de Britsio y otro de La Vida Bohème), sino también una versión a capella donde escuchábamos desnuda la voz mandante de Ítalo, y los coros de Armando y Ava. Muchas de las canciones son sencillas: Pocas palabras, que se repiten como mantras, como conjuros que te transmitían lo que querían sin problema. “¿Sientes, en verdad, algo que te haga caminar?” y la respuesta es que sí, que es un disco que le metió mucho aire y presión a la escena por elevar un poco más la barra en cuanto a contenido y, sobre todo, en lo que refiere a formas.
De esa forma, creció un animal que mostró una sensibilidad distinta a la de sus compañeros de escena, porque no temía a usar la poesía y la vulnerabilidad o canalizar el desasosiego de lo que es tu vida cuando tienes entre 18 y 20 años, pero con una musicalidad notable y precoz, para el fin mayor de la música, que no es otro que el de transmitir y hacer sentir.
Claro que lo vi
La faceta audiovisual de Americania no fue tan explorada como se debía. Hay que decirlo. Apenas 4 videoclips oficiales (cinco, si cuentan el de Otra Tarde Más). Pero en las piezas promocionales de su primer disco, intervinieron realizadores como José Ostos, Johan Verhook, Rodrigo Michelangeli, Carlos «Pichi» Domínguez, Luz Cortázar, además del mismo Armando Áñez, quienes procuraron una linda estética que acompañase al mood del disco.
Animal, Indecente y Sal tuvieron sus respectivos videoclips, y sí que había intenciones de hacer mucho más, pero para el siguiente disco solo habría un videoclip, el de Estoy Afuera, Sal, dirigido por el ganador del Grammy, Carl Zitelmann.
Sin embargo, con lo justo, Americania construyó una videografía que vio su cúspide en una pieza con un formato de mayor duración. No solo su participación en bandas sonoras y comerciales, sino en un concierto grabado.
Sigo podría sentirse como un cascarón. Fue un disco que guardaba algo en su interior, y, una vez llegado el momento, se fue agrietando hasta dar paso a una nueva forma de vida. No con esto me parece que haya sido un disco pequeño y frágil, pero sí es un disco más tosco y desenfadado, en el mejor de los sentidos, que guardaba algo diferente dentro de su misma humanidad.
Como si fuera un documental de NatGeo, hay un registro audiovisual del agrietamiento del cascarón. Vimos nacer a una criatura, pero no entre paja y desechos que un pájaro tuvo a bien convertir en su nido, sino entre amigos que fueron impulsores de lo que Americania se atrevió a ser y hacer después de la salida de su primer disco.
A modo de bisagra, el Concierto en la Sala (2012) nos mostró cómo el Americania de Sigo, se transformaba en el Americania de La Fiesta del Rey Drama. Nos dejaba escuchar un lado más cercano y diferente de las mismas once canciones de Sigo, además de El Hazmerreír, un bonus track que los acompañaba desde antes de Sigo.
Deja abierto por si alguien quiere entrar
10 años después, muchos atesoran Sigo como un trabajo menor, en comparación con la repercusión que tuvo La Fiesta del Rey Drama (2013), el segundo álbum del grupo. Se entienden las diferencias musicales y de enfoque de cada uno, pero creo que no podemos seguir, colectivamente, renegando nuestras raíces.
Me he dado cuenta que todas las bandas terminan considerando sus primeros discos como álbumes muy ingenuos, muy tontos, inanes. Yo pienso que todo lo contrario, que puedes revisarte a ti mismo a fondo y seguir sacando buenas ideas de allí, y serle agradecido a esa etapa por llevarte a donde te hayan llevado, sea el lugar que sea. “Al fin lo consigues, ahora le das la espalda. Hoy que ya lo tienes pierde su encanto”
Con Sigo, Americania se abrió al mundillo del pop rock venezolano con una honestidad intachable, invitando a la gente, músicos, fanáticos o quien sea, a empaparse y ser parte de la experiencia colectiva de sus discos. Creo que allí es justo donde radica la importancia de Americania dentro de la escena: El culto no es solo porque las canciones suenan bonito y le gustan mucho a las estudiantes de la Universidad Monteávila, es porque fue una banda que fue capaz de vocalizar los sentimientos y los estados de ánimo comunes entre sus con una facilidad y profundidad sorprendente.
Y esa apertura al mundo hizo que Americania también tuviera ese estatus de “banda para músicos”: Henry D’Arthenay (La Vida Bohème, quien la consideraba su banda favorita de Venezuela), Boston Rex (Tomates Fritos), Nana Cadavieco, Héctor Castillo (que terminó produciendo con ellos su segundo álbum), Wincho Schaffer (Sentimiento Muerto, Sur Carabela. PAN, Famasloop, Atkinson) , Masseratti 2lts, Famasloop o La Movida Acústica Urbana, entre otros, no solo fueron públicos con su admiración por Americania, sino que, de alguna forma, terminaron compartiendo tarima o créditos con ellos.
Sigo pensando
Esta cofradía de músicos que creció con ellos desde distintas posiciones, también tiene palabras para recordar el trabajo de Americania.
Luis Jiménez, vocalista de Los Mesoneros, lo recuerda diciendo que “Americania ha sido una de las bandas más influyentes en toda mi carrera, sobre todo porque empezamos este camino a la vez y siempre los he admirado. Siempre me han parecido unos increíbles compositores, y que esa característica que tenían de que los tres eran cantantes y armonizaban, siempre me pareció algo maravilloso y siempre era una invitación para mí de buscar hacer mejores canciones y siempre superarme, porque cada vez que escuchaba canciones de ellos en el colegio, que casualmente eran canciones de Sigo, yo decía ‘guao, ¿cómo hacen esto? ¿cómo son tan buenos?’. Eso siempre fue una inspiración muy sana y muy cool. Y creo que ese álbum recopila unas canciones muy hermosas, y para mí sorprendentes por la edad que tenían cuando estaban con esas canciones. Eran chamos de colegio, adolescentes, haciendo canciones así, de verdad que es algo excepcional”.
“Es un disco que escuché mucho, vi mil veces en vivo, fui a todos sus conciertos. Es un disco al que le tengo gran cariño por lo personal que lo siento. Siento que hicieron algo muy especial ahí, y viéndolo en retrospectiva, con cierta inocencia e ingenuidad que quedó plasmada en ese álbum, de una forma muy hermosa, y es muy bonito poder haber visto esas canciones crecer y desarrollarse. Recuerdo que fuimos a un summer camp en Berkeley, y me mostraban las canciones cuando las estaban trabajando, y siempre he pensado que es una banda muy especial para mí y siempre seré fan” espeta Jiménez.
“Americania es una de estas bandas que han hecho unos discos especiales que han envejecido muy bien con el tiempo. Mucha gente dice que La Fiesta del Rey Drama es el disco más importante de la banda, pero Sigo fue con el que yo me enamoré de la banda. Me gustaba mucho el tema Indecente, porque era muy rockero, era la versión más agresiva de Americania. Me convirtió en fan. Y recuerdo haberle dicho a Ítalo que esa canción era muy cool” asevera Rodrigo Gonsalves, de VINILOVERSUS, quien ve a Americania “como una banda muy especial, y qué bonito poder montarse en la máquina del tiempo y volver a este disco y transportarse a lo que fue esta banda para su contexto, por la forma en que marcó pauta en el rock nacional. Americania se ha convertido en una banda de culto muy especial y conocer su música y apreciarla tanto es como ser parte de un club, y los felicito a los tres por dejar un legado tan bonito en la escena musical venezolana”
La cantante, actriz y realizadora, Samantha Dagnino, quien hace los coros en el tema homónimo al álbum, lo recuerda de la mejor manera: “Volver a escuchar este disco me hizo revisitar toda una época y un montón de recuerdos que son increíbles. Yo descubrí a Americania porque me hice amiga de Armando, porque íbamos a hacer una obra de teatro juntos en Caracas. Armando y yo nos encontramos como actores, y no como músicos. Y él me llevó de la mano a conocer la movida y lo que estaba pasando porque yo había estado mucho tiempo fuera del país y recuerdo que la primera vez que vi a su banda en vivo, me pareció increíble. Fue lo mismo que me pasó cuando vi en vivo a Los Mesoneros y La Vida Bohème por primera vez, que tenían una magia muy auténtica, muy especial”.
Cuando le dijeron para cantar en el disco, Dagnino no lo podía creer: “Era demasiado emocionante y luego haber hecho el video, que lo dirigió mi primo Rodrigo Michelangeli, que además lo bonito de todo era que nos conocíamos y estábamos descubriendo nuestras voces como artistas y colaborábamos, y probábamos cosas, como en el Concierto en la Sala, que son esas cosas de mi vida que fueron magia y las recuerdo como una de mis mejroes etapas. Escuchar el disco de nuevo me trasladó a tantas cosas que atesoro en mi corazón y esa movida fue un pulmón de luz para todos y me sentí muy feliz de ser parte del proceso de ellos y de su arte porque los admiro un montón. Sigo es un disco que me inspiró a hacer muchas cosas que luego hice, como grabar mi propio álbum[Play With Me, como Samsara, en 2012]”
“En 2011, cuando salió Sigo, yo apenas estaba en primer o segundo año del colegio. Y hacía zapping en la TV, y en E! Entertainment Television o Sony estaban pasando el videoclip de Sal y ese fue mi primer encuentro con ellos. Me acuerdo que lo disfruté muchísimo, porque sentí que era bastante genuino y definía muchísimo lo que era la banda, porque el video eran un poco de chamos de la UMA. Yo también era muy fan de The Whitest Boy Alive y era muy clara la influencia de la banda en ese disco, sobre todo en las guitarras, y de Babasónicos, que son bandas que siempre he disfrutado. También recuerdo el video de Indecente, que salían ensayando en Full Music y yo ensayaba con mi banda ahí y me sorprendía que coincidíamos. Yo era muy fan de la movida en general” dice Juan Velasco, vocalista y tecladista de Gran Radio Riviera. “Disfruté mucho de ese disco y tengo el honor de decir que Álvaro Casas hoy es mi amigo y que trabajó en nuestro primer disco, Tanto, y estoy seguro de que vamos a seguir trabajando juntos, y Armando también, y estuvo a punto de trabajar en nuestro disco, pero no se concretó porque se fue del país. Sin duda fue una banda que nos influenció muchísimo” admite Velasco.
Pericles Sánchez, locutor de La Mega del espacio Rock en Ñ hasta 2016, y previamente voz de Tu FM 92.9 y Circuito Líder, además de guionista y director, dice que “Sigo me lleva de inmediato a esa época en la que se estaba terminando de cimentar el nuevo sonido del rock caraqueño, a finales de los años cero, en espacios pequeños y atiborrados de gente con demasiadas ganas de tirar patadas y coñazos, tipo Sake Bar. La dinámica y el contraste de armonías y voces que lograron siendo sólo un power trío me parece de las más interesantes de la discografía venezolana, y Sigo es un gran álbum debut. De sus canciones, La Costura me sigue acompañando; nunca se me olvida que a todos se nos ven las costuras, y en el fondo yo sigo sin entender nada”
Manuel Datapunk González, DJ y locutor de La Mega, expone que “Mi primer encuentro con Americania fue por DJ Trujillo, que estaba haciendo un remix del tema Otra Tarde Más, y me decía que tenía que escuchar el disco de estos chamos, que son los Whitest Boy Alive venezolanos. Ricardo Martínez ya me había dicho que era el disco que tenía que escuchar, y cuando lo escuché, lo sentí muy adelantado para su época. Y era un trabajo vocal de los más arrechos que he escuchado en mi vida”.
Si me lo preguntan, Sigo es un discazo y soy pro de reivindicarlo como lo que es, fue y será: Un experimento, una exploración, el establecimiento de un código nuevo y más sencillo de soltar lo que tenemos dentro y una página agradable de nuestra historia musical a la que siempre querré volver por la forma en que el disco interactuó con mi contexto del momento y por cómo me ha acompañado desde hace exactamente una década, que sé que le ha pasado a otros tantos más. Pero, por sobre todo lo demás, es un debut notable, emocionante, que nos prometía una banda que vivió a la altura de esa expectativa, y decidió decir adiós poco después. Quién sabe hasta cuando.