Imagén cortesia del equipo @YMComunica
Es complicado definir si alguién ha vivido bien, pero en sus 79 años es bastante fácil decir que Gerry Weil ha vivido mucho. Sobreviviente de la segunda guerra mundial, jazzista, líder de una banda de rock, maestro de artes marciales y guía espiritual, Weil ha sido muchas cosas en su larga vida y todas sus experiencias las destila a través de las teclas de su piano.
Desde la manera en que estaba organizado el escenario, con un largo sofá central y el piano, permitían ver dos facetas del pianista: Por un lado la de anfitrión afable y sabio, una de esas personas que pasó la vida absorbiendo historias e información y que ahora con sus años las comparte con gusto, sin hacerse sentir distante, y por otro lado el maestro intocable capaz de traducir emociones solo con su piano.
El repertorio del día fue bastante llamativo y ecléctico. Combinando entre música clásica, jazz, improvisaciones y reversiones de clásicos del pop y el rock. Luego de agradecer a una larga lista de patrocinadores, el músico interpretó con una facilidad pasmosa algunas de las “Variaciones de Goldberg” del compositor alemán Johann Sebastian Bach, piezas que él consideró necesarias por ser reconocidas como “Música terapéutica”, luego de esto se abrió al jazz.
Weil contó su primer encuentro con el género, justo al terminar la segunda guerra mundial, en Austria sonando desde un tanque norteamericano, antes de pasar a interpretar el clásico “Well, Alright, Ok, You Win”. Al cantar la voz de Gerry pasa de abuelo afable a experimentado Jazzista, imitando a sus ídolos de la juventud. Luego de una improvisación basada en recitar los principios del Reiki japonés Weil rescato el clásico “Blackbird” de los Beatles, una de las canciones más emblemáticas del ‘White Album’ (1968) pero llevándola a su propio sonido de jazz instrumental.
Esto sirvió para que el maestro mostrará su propias composiciones empezando con su propia suite de Jazz, donde demostró su capacidad para el canto “Skat”, como se le llama en jazz a la creación de ritmos con la voz, y de cambiar de ritmos sobre la marcha. “Ananda” y “La Revuelta De Don Fulgencio” siguieron en rápida sucesión, ambas piezas instrumentales, permitiéndole la oportunidad de seguir improvisando. La relación de Gerry y su piano es bastante personal: lo recorre con simpleza pero lo trata como un viejo conocido, sin demasiadas complicaciones.
Acompañado de su tema “Kiu-Pa” (El camino en timotocuica) el artista mostró un breve audiovisual que mostraba imágenes de su vida. Fue interesante ver a la versión actual de Gerry, vestido de smoking bastante formal, viendo de frente al hippy de los años 70 que lideró el proyecto de rock progresivo ‘The Message’ en 1971. El músico procedió a la pieza “El Reencuentro” antes de despedirse por primera vez con una sentida interpretación en clave de jazz de “Imagine” de John Lennon.
Luego de una ovación de pie el músico pidió permiso para un tema más, el vals “Infancia” dedicado a su nieta, ya de más de 20 años, quien estaba en la sala.
La oportunidad de ver un artista como Gerry es bastante única, mucho más que un simple pianista es una pieza clave de nuestra evolución músical. Hay algo en su presencia superior a ver un músico del momento, su música y su interpretación cargan toda su historia en el escenario. Vale la pena verlo ahora más que nunca.