Hace un tiempo Dave Grohl, el icónico vocalista de los Foo Fighters y baterista de Nirvana , hizo arder las redes con un comentario comparando al rapero Gucci Mane respecto al punk. Grohl marcaba que para sus hijas, artistas como The Clash o incluso Nirvana eran cosas de sus padres, quizás que les habían transmitido a ellos pero no necesariamente su propia voz, su propia rebeldía. Resulta que el sonido del trap se ha vuelto –aunque muchos no quieran verlo así– el sonido de la fiesta y la rebelión para una generación su propio punk, pero: ¿Cómo paso esto?.

Retrocedamos un poco a los orígenes del movimiento punk. Con un desarrollo paralelo entre Estados Unidos y El Reino Unido, el sonido punk apostaba por alejarse de los excesos y la pretensión de una buena parte del rock, y reiniciar todo el género volviendo a sus sonidos básicos. Estos principios guiaron a los Ramones, los Sex Pistols, The Clash y sus contemporáneos quienes le dieron una patada necesaria a todo el género. De allí la historia del sonido punk se vuelve más compleja de traducir, con varias oleadas y supuestas muertes. 

Puesto así, no es tan complicado ver los paralelismos entre el nacimiento, o el descubrimiento del trap por la cultura pop y el inicio del punk. El trap es un sonido caracterizado por su minimalismo, y originalmente por hablar del mundo de las drogas de Atlanta, y en buenos niveles, que subió al éxito desde el mumble rap de soundcloud. Exige menos habilidad y velocidad que el rap mainstream que además sirvió para que líricamente el género se alejara, al menos un tiempo, de las letras sobre bling, fiestas y mujeres.

Parece una exageración; pero sí, el trap, al menos en su etapa inicial, parece haber intentado hacer por el hip hop comercial, lo que el punk hizo con el rock. Escuchar músicos como Fetty Wap o Migos, la primera vez era hasta chocante; sin embargo parece haberle dado al hip hop un nuevo aliento. No es demasiado complicado ver cómo, así cómo en su momento lo hicieron The Clash o los Ramones en el rock el sonido minimalista del ‘XO Tour Life’ de Lil Uzi Vert,  o en la mezcla de sonidos del Astroworld de Travis Scott, uno de los mejores discos del 2018. 

Por otro lado ambos géneros comparten una interesante fijación por la estética. Aunque el punk presume de ser antimoda existe definitivamente un look punk, que se sumaba a su esfuerzo de separarse de lo que estaba pasando en la escena rockera del momento. El trap también tiene un look definido, volviendo un poco a los orígenes visuales del hip hop, simplificando los vestuarios y disminuyendo la cantidad de bling en el vestuario e influyendo en artistas tan variados como Billie Eilish o Rosalía. El trap, al menos en Latinoamérica también ha contribuido a borrar las lineas de género en la ropa, sino que se vean las constantes mutaciones de Bad Bunny.

Finalmente toca decir que ambos géneros, han tenido mutaciones interesantes, aunque apenas estemos viendo las del trap, las dos que vienen a la cabeza a primera instancia salen de España: C. Tangana ha pasado por sonidos del caribe y el bolero en los temas Para Repartir y Un Veneno hecho de la mano del artista de flamenco Niño de Elche. Por su lado Pimp Flaco se juntó con el grupo de indie Solo Astra para crear la banda Cupido que entra con tonos de funk a la idea del trap, del mismo modo que The Clash sumo jazz y reggae al punk en su London Calling. En inglés son varios los artistas que han dejado que el trap salté a otros géneros, Billie Eilish en el pop, o que han decidido probar en otros aspectos Post Malone ha empezado a sumar tonos de rock y Lil Nas X ha trabajado tanto el rock como el country en su reciente EP.

Al igual que el punk en sus inicios el trap está en pleno momento de evolución. Toca esperar ver cómo sigue creciendo, pero vale la pena ponerle el ojo y asumir la importancia que tiene como fuerza cultural del siglo XXI, a menos hasta que llegue la próxima moda.