Angel SalazarLuego de ocho años los pioneros del thrash metal, Metallica, vuelven con una nueva energía en «Hardwire» y su nueva producción discográfica ‘Hardwired… to Self-Destruct’. Recuperando los viejos valores del género, velocidad así como la agresividad presentes en los primeros tres discos, pero muy especialmente enfocados en la esencia del primero, ‘Kill ‘em All” (1982).
Aunque con ‘Death Magnetic’ (2008) intentaron recuperar este sonido de antaño, su principal influencia fue ‘… And a Justice for All’ (1989) un disco que mantiene cierta rapidez pero con riffs, en su estructura, más complejos, agregando progresiones de tiempos. “Hardwire” nos demuestra que la búsqueda de la sencillez es ahora su principal preocupación.
Comenzando con la explosiva entrada de un riff galopante acompañados del redoblante. Dos más sencillos que acompañan a las estrofas y los estribillos, respectivamente. Con un cambio abrupto en el puente antes del solo seguido de otra breve intervención de Hetfield con un impecable corte que da pie de nuevo al coro. Finalizando con un sencillo cambio en la percusión y un solo toque del riff inicial.
La mezcla es, indiscutiblemente, el sello característico de las últimas producciones de Metallica, como en el buen thrash metal, distorsiones agresivas y secas. De la misma manera se trabajan la batería, que a pesar de ser más sencilla de a lo que acostumbrado por Ulrich, son bastante sólidas. El bajo, quizás lo que siempre le cuesta a la banda, mantiene su presencia pero bastante difícil de distinguir con una primera escucha más su presencia (lo más importante al trabajar los bajos) se mantiene potente.
Quizás no es tan punk u orgánico como un “Hit the Lights” o “Whiplash”, ambos temas del primer disco, pero Metallica está logrando, de alguna manera, acercarse a sus raíces. El desafío para la banda será poder haber replicado este espíritu en un disco de doce canciones, aún más importante luego de ocho años de espera.