No vamos a hablar de la clase magistral de marketing, music business, prensa, promoción que han hecho con sus videoclips, presentaciones y apariciones en radio y TV, algo que una banda y EMPRESA como Metallica puede realizar con profesionalismo. Han sido ocho años de espera –y de desesperación– para corroborar de qué son capaces los cuatro jinetes, quienes ya superan la mitad de sus respectivas cuotas de vida.
Son ocho años de metfans seducidos por el EP de ‘Beyond Magnetic’, por libros como ‘Back to the Front’, por su película ‘Through the Never’, por ediciones re-mezcladas y re-masterizadas de sus óperas primas, por la gira del Big Four, la gira de los 20 años del Black Album, la reunión con todos sus ex integrantes e invitados especiales en el Fillmore, los streamings desde sus conciertos en grandes festivales europeos y demás transmisiones como varias ediciones Rock in Rio, Lollapalooza, entre otras armas de seducción. Pero algo faltaba desde hace un buen rato: canciones nuevas. Por más old school e idealistas que fuesen sus ya repetitivos setlists, era menester de su audiencia escuchar algo que sucediera al disco anterior.
Previo al lanzamiento oficial de HTSD, la banda salió a sorprender con tres contundentes delanteros: “Hardwired”, “Moth Info Flame” y “Atlas-Rise”, los tracks más apropiados para encender a los amantes de sus más temas acelerados, y que de entrada les explotó el globo a los que seguían extrañando el sonido de metal alternativo. Si existe una cuarta pieza que podría incluirse en este conglomerado de composiciones “thrasheras”, está también “Spit Out the Bone”, seleccionada como cierre magistral de este álbum doble de 80 minutos.
No tardaron en aparecer prejuicios de los seguidores que extrañan ese sonido “soft” y “stoner” de Metallica, hasta que su reciente publicación el 18 de noviembre le dio una cachetada de felicidad a los amantes del ‘Load’, ‘Re-Load’, parte del disco 1 del ‘Garage Inc.’ y a los amantes del disco homónimo del cuarteto del Bay-Area. Esta es solo una apreciación superficial de primera escuchada. Cuando profundizamos los 12 tracks, nos topamos con que no hay melodías “happy” o esperanzadoras, ni temas que hablen de combustible, ni de “creer en lo que somos y nada más importa”, ni del héroe del día, ni tampoco de descargas psicológicas por especies de monstruos internos.
En ‘Hardwired… to Self-Destucted’ nos encontramos con abundancia de acordes y riffs terroríficos, con líricas dantescas que anuncian cómo la humanidad está cavando su propia tumbas, el cataclismo de un planeta que presume de tecnologías y avances, mientras nos hundimos cada vez más en un inframundo, cuya solución es la destrucción total del todo para reconstruir desde cero. En otras palabras, vemos a un James Allan Hetfield que con guitarra y voz exclamanda con alarma el desastre al que nosotros mismos nos hemos conducido, con un Kirk Hammett que inyecta su afición al horror en sus solos, con un Robert Trujillo que hace sonar a la banda tan compacta –y hasta le perdonamos sus accidentados coros en vivo– y un vilipendiado Lars Ulrich que no sabemos en cuántas tomas grabó sus doble bombos a alta velocidad, pero que mantiene al 100% su noción de composición, innovándose, reinventándose, tratando de no repetir patrones, o en otras palabras, con una cabeza bastante clara frente a su Tama.
Si hablamos de elementos ya conocidos, de entrada, las metralletas hechas con redobles en “Hardwired” nos vaticinan un disco que puede tocar temas de guerra; siendo este el track más corto, nos remembra a la época en la que Metallica estaba en su embrión. En “Atlas-Rise”, los seguidores afines a Iron Maiden son los más complacidos con la harmonía hecha con guitarras dobles. Desde el intro de “Now That We’re Dead” se demuestra la capacidad y la –buena– calidad composición de Lars Ulrich, en la que ejecuta pases inusuales con sus toms, en una canción muy al estilo de “Cyanide” (pero mejor).
“Moth Info Flame” logra la conexión con el público con tendencia al punk (pero con buena técnica de ejecución), al mismo tiempo que con los amantes de los coros melodiosos, pese a su ritmo no amigable para público de oídos sensibles… pero de eso va el metal. “Dream No More”, con un intro que nos transporta a “Sad But True”, demuestra su influencia marcada por sus maestros de Holocaust, con algunos vestigios de lo que era “Devil’s Dance” en su disco ‘Re-Load’, e indudablemente es una canción en la que calzaría perfectamente para un featuring con Ozzy Osbourne.
“Halo on Fire” muestra una base musical que sospecharíamos que fue hecha por Dave Mustaine y no para Metallica, sino para Megadeth. Confusión delata el daño positivo que les hizo Diamond Head a sus cabezas versionando un clásico como “Am I Evil”, para después caer en una serie de elementos que dan paso a una nueva faceta en sus composiciones, aunque con cierto aire al estilo de “Broken, Beat, Scarred” (pero mejor). “ManUNKind” evidencia con claridad un nuevo ingrediente y es la participación de Robert Trujillo en la composición principal: desde que empieza con la melodía suave que podría servir para cualquier banda sonora de historias épicas, se siente un nuevo Metallica en el que Lars también se luce con ritmos atípicos en su estilo.
“Here Comes Revenge”, otra de las canciones más innovadoras que muestran a un Metallica que sigue explorando nuevos pasajes, con su indudable feeling Sabbath del que no se pueden despojar. A su vez, “Am I Savage” ratifica las palabras dichas por Robert Trujillo en su inducción al Rock & Rock Hall of Fame: Led Zepellin son sus héroes, vaya que y aquí se nota, pero con más oscuridad que en los acordes acostumbrados de Jimmy Page.
“Murder One”, de las mejores canciones de este trabajo (cuidado si no es la mejor), inicia con los mismos acordes guitarrísticos de tipo quinta que caracterizan a clásicos como “Fade to Black”, “Sanitarium” y “One” pero con un alma propia que muestra uno de los temas más frescos, en el James Hetfield destaca, por largo, en su composición vocal. Finalmente, “Spit Out To The Bone” es la canción que cumple la misma función de clausura de álbumes predecesores con canciones como “Damage Inc.”, “Dyers Eve”, “Struggle Within” y el no tan antiguo “My Apocalypse”: es decir, la firma broche del Thrash Metal puro y duro.
En definitiva, nos encontramos con un álbum en el que Metallica experimentó en rincones desconocidos que se acercan a lo ya conocido, con retos que hacen este disco no sea del todo una continuación del –sonoramente saturado– ‘Death Magnetic’.
En cuanto a sus seguidores, quienes buscan a una copia exacta de ‘Kill ‘Em All’, un ‘Ride the Lightning’ del siglo XXI, un revival de ‘Master of Puppets’ –esto es imposible– o un intento intencional de sonar a las canciones de ‘…And Justice For All’, es pedirle a una banda que no avance. También sería descabellado que un fan desee que revisiten al 100% el sonido del Black Album, disco que determinó el divorcio entre la vieja escuela y la era alternativa. Más aún, a los que buscan un tema como “Nothing Else Matters”, definitivamente este NO es su disco. Sería absurdo comparar a ‘Hardwired… to Self Destruct’ con el nivel de alguna de las obras maestras mencionadas. Bienaventurados aquellos que entienden, aceptan y disfrutan genuinamente cada una las facetas de una banda que no tiene nada que demostrar después de 35 años gobernando al Rock y al Metal (y a veces al Pop, si hablamos en términos de industria musical).
Unos zorros viejos como Metallica saben que la evolución el objetivo y que forzar la barra para emular a una época, sería un error, que no es lo mismo a volver naturalmente a sus raíces, pero con vista al frente. Puede que se detecten –como ya hicimos exhaustivamente– semejanzas o autorepeticiones accidentales pero, a fin y al cabo, se trata de la misma banda, con diferentes bajistas, pero con sus influencias que los construyeron como músicos. A esta era le corresponde este resultado final que muchos han catalogado como una especie de “Load Magnetic” diluido en un álbum doble de 12 tracks.
Nunca sabremos si los riffs que se perdieron en el iPhone extraviado de Kirk Hammett contenían mejores canciones, pero con toda seguridad, nos topamos con el mejor disco que ha hecho Metallica en el actual siglo (y nos atreveríamos a decir que es hasta mejor que ‘Load’ y todos los siguientes).
“En el nombre de toda la creación (…) estamos jodidos” pero Metallica sigue en pie y con fuerza por un rato más.