Si la nerditud tuviera un nombre formal, sería Grace Morrison. Ella es una pianista, acordeonista, intérprete de ferias renacentistas, cultivadora de arándanos y apasionada lectora de no ficción histórica.

Además, vende su propia mezcla de café y es experta en todo lo relacionado con Nueva Inglaterra. Todas estas peculiaridades se entrelazan en su música, convirtiéndola en una de las compositoras más singulares y entrañables.

Nacida y criada en Cape Cod, Grace ha creado un sonido que tendrá por nombre Saltwater Country. ‘Siempre fui demasiado pop para el folk y demasiado folk para el country. Al final, descubrí que mi conexión con la costa de Cape Cod estaba en mi sangre, en mi voz y en cada letra que escribo’, explica. Su música combina la narrativa del country con el espíritu indomable de un Swamp Yankee.

Grace nunca ha tenido un «trabajo real»; su vida siempre ha girado en torno a la música. Comenzó su carrera en la escuela secundaria tocando en cafeterías, donde incluso recibió una propina de James Spader. Más tarde, se unió a Rock 4 Xmas, compartiendo escenario con leyendas como Eddie Money y Joey Molland. ‘Tenía 17 años y estaba en un autobús de gira con íconos del rock. No hay mejor curso intensivo en rock ‘n’ roll que eso’, recuerda.

A lo largo de los años, luchó por definir su propio sonido. ‘Mi papá pensaba que debía ser cantante de blues; ni siquiera había escuchado mi voz’, bromea. Sin embargo, encontró su identidad artística a través de colaboraciones significativas, como con la exitosa compositora Lori McKenna. Juntas escribieron Just Loving You, una experiencia transformadora que le enseñó que las canciones más personales son las que resuenan más con el público.

Su álbum Saltwater Country será el testimonio de esta evolución. Combina el viejo adagio de “tres acordes y la verdad” con un toque pop de los 90, ofreciendo un sonido nuevo pero familiar. Producido por Jon Evans (Tori Amos), el álbum abarca desde Poor Man’s Daughter, una reflexión cruda sobre crecer sin recursos, hasta Beer in a Teacup, un himno sobre aceptar las imperfecciones.

El sencillo principal rinde homenaje a su abuela, quien disfrutaba cerveza en una taza victoriana sin preocuparse por lo que pensaran los demás. Es el sonido de una artista que ha encontrado su confianza y aprendido a seguir adelante incluso cuando la vida se complica.