En las calles adoquinadas de San Telmo, donde el tango y el arte se entrelazan en cada rincón, Joan Schmidt ha creado un universo sonoro que refleja su alma y su historia.

Este artista porteño, con una guitarra que parece una extensión de su ser y una mirada llena de historias no contadas, ha convertido Buenos Aires en el escenario perfecto para su folktrónica y rock alternativo.

Su último trabajo, Sesión en una Casa Enorme, grabado en el imponente Palacio El Victorial, es mucho más que un simple álbum: es una carta de amor a sus fantasmas, a su banda y a la resistencia artística en tiempos difíciles.

Publicado el 13 de febrero de 2025, este proyecto revela influencias que van desde Juana Molina hasta Radiohead, Bon Iver y Sufjan Stevens. Sin embargo, lo que distingue a Schmidt y su banda es un sonido único: un folktrónico que combina lo clásico con lo futurista, con bajos filosos, sintetizadores grandilocuentes y guitarras distorsionadas evocando a Jeff Buckley y Spinetta.

La grabación en vivo transmite una energía cruda y visceral, más roquera que su debut El Último Espacio Vacío. Los arreglos hipnotizan con arpegiadores, un octapad que marca el pulso del corazón inquieto y coros etéreos que flotan como nubes en un cielo tormentoso.

Este proyecto refleja una historia de reinvención y camaradería. Durante casi un año, Schmidt y su banda —Fabrizio Calabrese, Agustín Scavino, Luciana Rodríguez y Manuel Berenstein— reversionaron canciones del primer disco para darles nueva vida en vivo. Los fantasmas del pasado regresan como compañeros de viaje, personajes que danzan en letras y videos.

Sesión en una Casa Enorme es también un homenaje colectivo a quienes creen en el arte como acto de rebeldía. Joan Schmidt construye así un refugio para los que encuentran en la creación una forma de seguir adelante.