A las 12 del mediodía del domingo estaba pautada la convocatoria de la segunda edición del festival Tu Voz Es Tu Poder, una iniciativa de la ONG Un Mundo Sin Mordaza. Como conozco mi ganado, no pretendía ir a las 12 en punto. Pero como también me conozco bastante bien, sabía que perderme a algún artista era algo inevitable. No tengo un punto medio.
Llegué a la Plaza Alfredo Sadel y la masa de muchachos de franelas negras, niñas de cabellos azules, medias rasgadas y piercings de todo tipo me hicieron sentir fuera de lugar. Tenía literalmente años sin asistir a un evento de ese tipo. Por la lectura que hago de la movida cultural caraqueña actual, deduzco que muchos de los asistentes no estaban en una condición muy distinta a la mía. Apenas se estaba montando la banda Zombies No, unos de los ganadores del concurso promovido por la ONG, donde invitaban a las bandas a participar por la oportunidad de presentarse en tarima o grabar un tema en el álbum compilatorio que pretenden grabar. Recién se había bajado el rapero Aros García, otro de los ganadores. Cuánto contraste.
No fue la primera vez que veía a Zombies No en vivo, pero lo entregados que estaban mientras tocaban me hizo replantearme toda la concepción que tenía de ellos. El año pasado publicaron un álbum llamado ‘La única culpa que tengo’, donde dejaron bastante claro la postura política que tienen. Y por más punk y anarquista que uno sea, hay límites de tolerancia del desorden, y en su música y su discurso, Zombies No alza la voz en contra del bochinche que tiene armado la cúpula de poder. “Hundidos en control, pero no hay cambio”, insistían, mientras la gente sacudía sus cabezas al ritmo de las estridentes baterías.
Se bajaron de la tarima y tuvo lugar uno de los intermedios del evento, donde familiares de presos políticos iban exponiendo sus casos. Para mi sorpresa había bastante gente atenta con los testimonios. Al final del día, ellos eran la razón de fondo que nos reunió a todos en aquel evento. Alfredo Romero, el director ejecutivo del Foro Penal Venezolano jugó las de moderador, y tras recitar un poema de Facundo Cabral titulado “Los pendejos”, se dispuso a cantar, con toda la bonita intención que eso implica, un par de canciones: “Todo a pulmón”, de Miguel Ríos, y el himno del Foro Penal, que es como una especie de merenguito. Al ver a la gran mayoría del público moviéndose al ritmo y bailando, algo me quedó muy claro: no importa cuánta ropa negra lleves puesta, o si lo único que escuchas es Slayer y Mago de Oz. El Caribe siempre gana.
Acabó el emotivo intermedio y se montó en tarima El Forever, el tercer ganador del concurso, con su propuesta de reggae pop, para que todos le bajáramos dos. OneChot lo acompañó en tarima y sólo se percibía buena vibra. Una vez que terminaron su presentación, se montó en tarima Jimmy Flamante con sus beats de hip hop electrónicos. Muy humildemente afirmo que es una de mis propuestas nacionales favoritas, y disfruté su setlist como nada, siendo la primera vez que lo veía en vivo. Otros a mi alrededor aprovecharon el momento para sentarse y descansar, o buscar refugio de la pepa de sol que estaba haciendo.
A Jimmy Flamante le siguió Red One, también conocido como El Rojo, otrora parte de la agrupación de rap 4to Poder. De las pistas se encargó QFX, y contó con el apoyo de Nasty Killah para presentar su nueva propuesta: ‘Rednacer’, donde se apropia abiertamente del color rojo para hacer constancia de que es color de nuestra bandera y no de ningún partido político. Como parte de una sorpresa que tenía preparado para el público, montó en tarima a Apache y a Psycho para interpretar los clásicos infalibles de 4to Poder: “Aquí todo es un beta” y “Arenita Playita”, entre otras colaboraciones.
La energía del público subió una vez más, y no parecía que fuera a bajar en el resto de la tarde. Mientras preparaban el escenario para la siguiente agrupación, se montó en tarima OneChot, junto con Melanio Escobar y otros representantes y activistas de las ONG detrás de la organización del evento, para ofrecer un discurso sobre toda la situación que tiene abrumados a los venezolanos. A ellos también se les unieron representantes de varias universidades, y fue cuando el evento adquirió su tono más político y visceral.
Cuando dieron por terminado su discurso, se montó en tarima una de las bandas más esperadas de la jornada: Tomates Fritos. Fue un momento bastante peculiar, pues no me había dado cuenta de lo dispersa que estaba la gente hasta que los portocruzanos pisaron el escenario y todo el mundo empezó a caminar hacia la tarima, como si fuesen polillas atraídas a la luz. No habían pasado ni 5 minutos desde que empezaron a tocar y empezó a lloviznar, pero no significó gran cosa para la fanaticada, se mantuvieron en sus sitios, coreando lo nuevo y lo viejo de Tomates. La presentación se extendió bastante, aunque no lo suficiente como para saciar la sed de rock de los asistentes. Para la suerte de todos, quedaba una presentación más, y era la más esperada del evento.
Esperando a Viniloversus, tras tres largos años de ausencia en las tarimas venezolanas, comenzó a sonar una serie de bass drones que envolvió a todo el público en un ambiente dramático, cual Hans Zimmer, anunciando que la banda liderada por Rodrigo Gonsalves estaba a segundos de pisar el escenario. Personalmente, se me erizó la piel, entre la energía del público y toda la vibra que generó la expectativa.
Cuando se montó la banda en tarima, salió del público un espíritu que parecía haber estado esperando los 3 años completos por salir. La realidad es que en medio de tanto caos, violencia y corrupción, el golpe más duro se lo ha llevado la cultura, y todo el mundo muere por un poquito de rock. El evento se volvió un escape de la boca del lobo y un reencuentro con algo que creímos perdido hace tiempo. El epítome de esa sensación fue cuando al unísono todos corearon “Juega bien tus cartas” sin siquiera darle chance a Rodrigo de que cantara.
Parte del setlist de Viniloversus fueron sus nuevas canciones, ahora en inglés. Con estas, la gente se quedó un poco más tranquila, quizás tratando de entender qué era aquello que estaba sonando, y analizando un poco también.
El repertorio se hizo muy corto para todo el tiempo que estuvieron ausentes. Cuando parecía que habían terminado, volvieron para un encore donde interpretaron la épica “Ares”, con toda la energía que eso implica. Otro par de canciones y se despidieron con “Amnesia invocada”.
La gente aplaudió como nunca, y el show se dio por terminado. Apagaron las luces. El caos en pleno núcleo de Las Mercedes se fue dispersando, y poco a poco cada persona fue regresando a su propia realidad, a su boca del lobo privada. Pero nuestras voces fueron nuestro poder, por al menos una noche.