Andrea de Varona y Josh Ford, también conocidos como Fake Dad, son un dúo de indie rock y dream pop nacido en Nueva York y con sede en Los Ángeles.

Formado en 2020, los dos se conocieron en una fiesta universitaria en East Village y han sido inseparables desde entonces. Fusionando sus propias visiones artísticas únicas para construir una taquigrafía sonora compartida, Fake Dad crea una fusión musical embriagadora y colorida completa. Con pegadizos ganchos cargados de pop, guitarras crujientes inspiradas en los años 90, líneas de bajo con ritmo y sintetizadores alegres.

Con un sonido de producción distintivo y una entrega vocal característica, los dos escriben y graban momentos musicales expansivos desde su apartamento. Aunque Andrea y Josh provienen de diferentes orígenes musicales, comparten un objetivo común: crear música que te entienda.

El año pasado, Fake Dad se ha obsesionado con los impostores. Específicamente, los impostores de música rock, hay algo fascinante en la música hecha por un artista que finge ser alguien que no es. En los diferentes subgéneros del rock, en particular, “falso” puede ser una mala palabra. Pero cuando Andrea y Josh investigaron sobre algunos de sus artistas favoritos de antes de su tiempo, quedó claro que interpretar un personaje está muy relacionado con el legado de la música rock.

En su próximo EP, Holly Wholesome and the Slut Machine, Fake Dad ha creado personajes que viven en su mundo inventado. Payasos enojados que dan vuelta hamburguesas, caballeros desventurados y demonios enmascarados con parálisis del sueño. A lo largo del proceso, Andrea y Josh se dieron cuenta de que estaban usando la ficción para desentrañar aspectos muy reales de sus experiencias vividas. Incluidas sus identidades y sexualidades como parejas románticas en una relación que parece heterosexual.

La última propuesta del proyecto, Machinery, trata sobre la presión que sufren las mujeres en la música para presentarse como productos consumibles y follables solo para ser tomadas en serio, y cómo eso las enfrenta entre sí y consigo mismas.

Andrea confiesa: ‘Esta canción de rock/pop enojada y que rechina los dientes fue escrita justo después de un espectáculo de la industria. Todas las chicas que actuaban llevaban exactamente el mismo sujetador con tachuelas. Demasiado preocupadas por evaluarse entre sí como para pasar un buen rato. Mientras se miraban con odio y obsesión, me quedé en una esquina sintiéndome muy triste porque nadie intentaba conectar. Que es lo que supuestamente estábamos allí para hacer’.

‘Esta canción se escribe como una respuesta a la forma en que este tipo de odio entre mujeres (o, más generalmente, entre artistas) perpetúa estos espacios mientras los verdaderos culpables (nuestra sociedad enferma y triste gobernada por hombres blancos multimillonarios narcisistas) pasan totalmente desapercibidos. Al final, el hombre es el verdadero al que estamos denunciando. El que estamos hartos y cansados ​​de ver obtener lo que quiere, mientras nosotras nos sentamos a comer de su palma’, finaliza.