Desde mediados de marzo, Las Dianas han comenzado a revelar el contenido de su esperado segundo álbum.
Este nuevo trabajo, que llega tras el éxito de su debut, plantea un desafío para la banda: lidiar con las expectativas propias y ajenas, así como con la presión del éxito y el temor al fracaso. Sin embargo, se ha podido comprobar con alegría que aún hay mucho que celebrar en su trayectoria musical.
Síndrome del impostor, la primera canción publicada por Las Dianas tras casi dos años sin material nuevo, volvieron insumisas e irreductibles. Eligieron, entre el continuismo y el cambio, consolidar, sin concesiones a la tendencia ni golpes de efecto, el estilo compositivo de su primer álbum. Pop inocente y divertido en su concepción, con alma punk y tendencia a la new wave.
Más tarde, Putivuelta y Me jode, confirmaron a un grupo capaz de acometer nuevos desafíos creativos, de superar la tensión interna, mantener la autenticidad y transformar vulnerabilidad en confianza.
Perdiendo el tiempo, ha sido el penúltimo anticipo de Ya decidiré mañana. Espontánea, vital, conmovedora y rítmica, melódica y armónicamente sólida y rica. Una conexión espiritual instantánea. Esa cualidad indescifrable le confiere la categoría de himno.
En su nuevo álbum, Ya decidiré mañana, Las Dianas presentan nueve canciones que reflejan su curiosidad y ambición. Con su característico estilo desenfadado, la banda crea estribillos memorables y enérgicos que despiertan al oyente y combaten la frustración y el descontento.
A lo largo del disco, Las Dianas crecen tanto melódica como armónicamente, fortaleciendo su discurso vibrante a favor de la libertad individual y la liberación de los estigmas sociales. Su música se erige como un poderoso manifiesto contra cualquier forma de discriminación, reafirmando su compromiso con causas sociales importantes.