La música es un lenguaje y por lo tanto un medio de construcción de la realidad, de los sujetos y objetos sociales. Juega un papel fundamental en el desarrollo de los sucesos principalmente latinoamericanos, y año tras año varía en estilo, estética, técnica, modelo de negocio y más. Pero la música se niega a abandonar la necesidad de transmitir los deseos de cambio, de revolución y de protesta de las personas, siempre motivados por la esperanza de que se concrete todo lo que transmiten como músicos y como “ciudadanos de a pie”.
¿Quién no recuerda el grito de Bersuit Vergarabat en 1998? “Señor Cobranza” fue un tema polémico, incluso censurado por el Comité Federal de Radiodifusión de Argentina (nuestro CONATEL). Una canción que todavía se alza como expresión de la debacle suramericana y enjuicia la ideología, los políticos, el sistema y los personajes mediáticos de la década de los 90, o “Hijos del culo”, disco de 2002 que, en palabras de Gustavo Cordera “muestra lo que dejó Menem, la destrucción del país”
Versión 2017 Ana Tijoux, Brass al Límite y Las Manos de Filippe
Artistas y canciones son hoy día parte de la historia de sendos países, por la manera en que acercaron la realidad de sus naciones a los jóvenes, logrando que sus temas dieran nuevo sentido a la lucha librada diariamente por medio de la reflexión en torno a ese día a día que, por ser ciudadanos del país, también los involucra.
“Valle de Balas”, “Allá Cayó” y “Políticos paralíticos” son solo tres de los temas que representan la queja constante de los venezolanos. Desorden Público siempre supo mostrar con relativa inocencia la problemática social a través del humor, humor negro, buen humor. Ya son más de 30 años desde el nacimiento de la agrupación y siguen vigentes.
“No puedes tener una revolución sin canciones”, dijo Salvador Allende y Víctor Jara le tomó la palabra con la “nueva canción chilena”, emblema de la lucha artística y de pensamiento contra el totalitarismo político. También Silvio Rodríguez, quien a pesar de ser cubano, le dedicó a “Santiago de Chile” el tema homónimo como una deferencia a su lucha, y con la intención de que su voz fuese guía para ver realizado “el deseo de cambiar cada cuerda por un saco de balas”.
Y si volvemos a los tiempos de pavor e incertidumbre de la dictadura, si vivimos más allá de un comunismo disfrazado, ¿Cómo no iban a volver las canciones de resistencia? El mismo Buce Springsteen logró en su momento, que “Born in the USA” se posicionara entre los himnos patrióticos de Vietnam, cuando en realidad se trataba de fuertes palabras en rechazo de la guerra; o como los “Recuerdos de la Democracia” de Domingo en Llamas quien a modo de trova, relata hechos históricos de la extinta Venezuela democrática desde la caída de Marcos Pérez Jiménez, hasta la llegada a Miraflores de Hugo Chávez. Apta para el pensamiento crítico.
Desde México también exigían cambio, democracia y poder. “Voto Latino” y “Gimme the power” fueron representativas canciones que dieron a los latinoamericanos la ilusión de que su rebeldía e irreverencia tenían resultados al llegar a los topes de todas las carteleras musicales. Temas que, sin tapujos, exponen la realidad que vive un país obstinado de la pobreza y la corrupción.
“Pa´comer lomito arrodillado, prefiero pan duro pero parado” una de las frases de “No Pasa Nada” de Famasloop quienes se atrevieron a mostrar militares danzando al son que les tocan, en medio de frases que expresan lo que muchos de nosotros pensamos cada vez que estamos frente a una de las múltiples injusticias ciudadanas. O el poderoso grito “…Y que cante la hambruna” cortesía de “El Zar” de La Vida Bohéme, donde no caben mayores explicaciones.
Bob Dylan con “The Times They are a Changing”, el “Rotten Town” de Onechot, “Los Dinosaurios” de Charly García, “Ares” de Vinilo Versus, Bob Marley y su clásico “Get up, Stand up”, “We are The Call” de Dischord para los metaleros y hasta las gaitas en las navidades venezolanas, demuestra que la música es un reflejo de la realidad, que la canción protesta sigue, reflexiona, interpreta, critica y valora (positiva o negativamente) la realidad cotidiana y permanece como símbolo de la búsqueda de la liberación de los pueblos.