Según la ley de contigüidad, aquellas ideas que han surgido juntas tienden a aparecer juntas en nuestra mente. Es uno de los principios detrás del condicionamiento clásico del que hablaba Pavlov cuando sometía a su perrito a salivar cuando escuchaba una campana porque lo asociaba con su plato de comida.
Ocurre con aromas y sonidos. Es lo que me pasa con el ya desaparecido Mistolín de lavanda y la casa de un noviecito del colegio, o cuando se te sienta un señor en paltó al lado y su colonia te recuerda a un gestor que alguna vez te arregló unos papeles, o lo que pasa con Sandy y Papo y un fugaz recuerdo de frescolita y coqueteo.
O lo que pasa con las chatarritas. Esa categoría tan nuestra, tan sin origen claro, pero tan absolutamente genial para hablar de canciones entrañables de los 60, 70, y 80.
Después de la respectiva investigación y el encuesteo de las redes sociales, las teorías sobre porqué llaman “chatarritas” a las baladas rock de décadas pasadas son variadas. Por una parte, hay quien asegura que el nombre viene de las imágenes de Ford sesenteros y Pickups Chevy que aparecían en las portadas de cd’s piratas. Otros dicen que viene del tipo de carro donde suelen sonar y otros comentan que les dicen así porque son temas viejos y oxidados que aún funcionan y se les tiene cariño.
Curiosamente, el 80% de las canciones en compilados de “chatarritas” provienen de bandas icónicas como Led Zeppelin, Rolling Stones, Deep Purple o Los Beatles que en el mismo espacio conviven con bandas de éxito fugaz como Foreigner.
Lo que tenemos claro es que como lo hace una fiel chatarrita, las canciones te transportan de un lugar al otro, de una imagen a otra, de un estado de ánimo al otro. Y como en todo imaginario, hay un código detrás del “chatarrero”. Si te montas en un taxi y está sonando I’m not in love de 10cc y quizá no un predecible merengue-ton, puedes aventurarte a pensar en la actitud de ese conductor ante la vida o imaginar que es un melancólico en medio de una ciudad caótica.
Después de muchos años bamboleándome en autobuses y taxis, recopilo a continuación 20 chatarritas esenciales para re-vincularte con el conductor de la camioneta o con aquel tío que, emocionado en la fiesta de Navidad, canta a todo gañote Nikita de Elton John
Uno de los temas preferidos de la directora Sofia Coppola. Presten atención a la frase «Be quiet, big boys don’t cry…», grabada por la recepcionista del estudio de la banda.
Susurros que hablan sobre el drama de formar parte de un triángulo amoroso
El propio one-band-wonder, puro romance holandés.
Mientras Sid Vicious hacía su presentación en sociedad en Londres en la primera ola del punk, Kansas nos decía que éramos polvo en el viento.
Aquí es cuando tu tío hace su primera intervención en la fiesta del 31…
Esta canción sirvió de inspiración para Creep de Radiohead (por lo que Albert Hammond y Thom Yorke comparten los créditos de composición del himno noventero)
Alguien que le diga a Heberto Añez que se parece full al griego Demis Roussos.
Imprescindible. El dúo americano quedó atónito al escuchar la canción original de Los Incas en París en 1965 y le inyectaron psicodelia al folclor.
La power ballad por excelencia. Es considerada el himno de la reunificación mundial después de la Guerra Fría.
Todo el que niegue gustarle esta canción está mintiendo o algo esconde. Es tan cool que fue parte del soundtrack de Grand Theft Auto: Vice City Stories, en 2006
Pertenece a la lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos según Rolling Stone Magazine.
Difícil elegir solo un tema de Air Supply para esta lista. Pero este tema, escrito por el mismo genio que escribió Total Eclipse of the Heart, Jim Steinman, es de lejos la más chatarrera. Y el video es una joya de los ochenta.
El tema central de la película Arthur y la mejor canción para permanecer reflexivo ante una ventana lluviosa.
La canción más emblemática de Chicago, con uno de los intros más reconocibles del mundo y con más de 100 versiones.
Sir Elton John, que merece su propia lista y su propio reino, escribió esta canción en plena Guerra Fría sobre un amor imposible entre un ciudadano de Alemania Oriental y una (o quizá un) guardia de la frontera llamada(o) Nikita.
No se confunda con el tema homónimo de Calvin Harris, que tendrá a Gigi Hadid en el video pero que jamás tendrá a la melena inmóvil de Barry Gibb
En esta tema absolutamente increíble y de escuchar en carretera, un chico blanco nos confiesa su ignorancia y nos habla sobre sus ansias de conocer África. Así mismo. Google it.
Pocas canciones sobre stalkers se han escrito tan hermosamente.
Habla sobre un hombre que confiesa estar enamorado de su mejor amiga. El vídeo es confuso pero en los ochenta todo era un poco así
Lo mejor para el final. De los mullets ochenteros vamos de regreso a finales de los 60 con una de las mejores canciones de la época. Considerada para el intro de la película Apocalypse Now antes de haber escogido The End de The Doors.
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