La espera no desespera cuando tienes buena compañía y disfrutas el proceso de llegar hasta allí. Tú sabes que si ves adelante cada paso es fácil y claro. El Cuarteto de Nos no son The Beatles, aunque sean sus ídolos; ellos pudieron crear un camino que ni ellos mismos imaginaron que sucedería. No explotaron de un día a otro en sus veintes, sino que pudieron hacer algo con lo que muchos one-hit wonders sueñan: crear una audiencia fiel y apasionada por lo que quieren decir que los acompañan cada año en grandes escenarios y con cada producción. Roberto Musso ha sido la voz que narra cada historia de la banda, una voz única que con sesenta años muestra la misma pasión tanto en su último disco, Lámina once, como en su primera producción, El Cuarteto de Nos / Alberto Wolf (1985). Hoy viajamos en el tiempo para conocer cómo fueron sus inicios bajo la dictadura de Bordaberry en los ochenta, hasta llegar a la actualidad con giras internacionales y discos galardonados.
Si El Cuarteto de Nos fuese una película o una serie, ¿cuál sería y por qué?
Roberto Musso: Mirá. Una película que tenemos en común, que nos gustó desde que éramos muy jóvenes, es una que se llama Brazil (1985), es del grupo Monty Python, de Terry Gillian, en realidad. Pero es una producción que nos representa mucho en cuanto a esa visión distópica de la realidad, esa burocracia llevada a límites insospechables, un poco también el tema de la ironía de lo absurdo y todo eso. Nos sentimos bastante identificados con ella.
¿Desde qué valor suelen crear su música?
Roberto Musso: El Cuarteto es muy reconocido sobre todo con el tema de las letras, de las líricas, me da la impresión. Es un poco nuestro sello distintivo de letras que son poco convencionales en el rock y, en general, en la música. Tocar temas que habitualmente no se tocan, canciones que guindan mucho con lo filosófico, lo psicológico y yo creo que eso hace que haya una conexión muy estrecha, sobre todo con público muy joven.
Cuanto más veteranos estamos, más grande es la brecha de edad entre nosotros y la audiencia. Pero tenemos una gran cantidad de público adolescente y veinteañero que es realmente increíble y lo decimos con mucho orgullo, digamos. Por eso, yo creo que la propuesta de Cuarteto sigue siendo muy fresca, me da la impresión, sin dejar de lado obviamente los arreglos musicales. No hacemos un rock fundamentalista del rock en sí mismo, sino incorporamos, también, cuestiones de otros géneros, sin temor porque eso potencia la obra artística en general de la banda. Pienso que eso ha hecho que la gente se identifique tanto con las letras como con el sonido.
¿Qué es lo que siempre los motivó a crear y a expresarse desde la parte musical?
Roberto Musso: Yo creo que la inquietud adolescente que sigue teniendo El Cuarteto en cuanto a espíritu, después de tantos años. Nosotros nos conocimos como amigos del colegio cuando teníamos 15, 16 años, fijate vos qué locura. Empezamos ahí todo este periplo, sin que, en realidad, la música fuera nuestra principal forma de vivir en ese momento. Lo teníamos como un hobby, hicimos nuestras carreras universitarias y todo. La música nos fue ganando de a poco; y desde hace un gran tiempo, esta parte ha sido nuestra única actividad por decirte “económica”.
¿Cómo creen que la dictadura afectó la manera en la que ustedes creaban, componían y presentaban su música en sus inicios?
Roberto Musso: Mirá, es algo que nos marcó como personas, como artistas y como sociedad. También, gente que conocemos en Argentina, que fue un poco simultánea a lo que pasaba acá en Uruguay. Argentina, Chile y Brasil, sobre todo, pero más Argentina que lo tenemos como país hermano. Es una generación que nos marcó en ese aspecto. En nuestra adolescencia, había una cantidad de prohibiciones, de cuestiones que no se podían hablar, que certificar las letras que cantabas antes de ir a un show, cosas que hoy las comentás con los jóvenes y no lo pueden concebir, digamos, ¿no? El Cuarteto de Nos no existiría como tal si no hubiésemos tenido esa vivencia de lucharla desde un lugar muy complicado. Nos agarró después cuando entramos en la universidad con ya 18 o 19 años a una apertura democrática que era inédita para nosotros, porque habíamos vivido toda nuestra vida casi en dictadura y una etapa de la vida que te marca para siempre, además.
Y esa es una de las razones por las que ustedes conectan tanto con los jóvenes porque existe una situación política actual.
Roberto Musso: Claro. Sí, sí, yo creo que ese espíritu, con lo que te decía, ese espíritu rebelde que nos salía, que nos brotaba en la manera de escribir, pero sin bajar línea, en general, en los personajes de El Cuarteto sin ser, obviamente, una descripción de ellos y de situaciones que, en un sentido medio abstracto, se va metiendo en el entretejido de esas canciones, temas para cuestionar, sobre todo.
No ves un tema de El Cuarteto en el que hayan buenos, malos o que estemos diciendo: «No, mirá, yo aquí tengo la superioridad moral, de estar diciendo lo que tenés que hacer», para nada.
Generalmente, son composiciones y relatos en donde a los personajes intento pintarlos con todas las virtudes y defectos que tenemos como seres humanos, que no hay uno que sea perfecto, no somos totalmente buenos, ni malos, ni totalmente vivimos felices, ni tristes todo el tiempo, tratamos de pintarlos desde ese punto de vista.
Creo que lo que vos decís es cierto, la gente joven yo creo que se identifica mucho con esa personalidad medio rebelde, medio outsider, peleando o en búsqueda siempre de sus verdades. Y te digo más, la audiencia venezolana cuando nosotros empezamos a ir allá por el 2008, 2009, si mal no recuerdo, era muy aguerrida en ese momento. Había tracks que a nosotros nos llamaba la atención cómo explotaba el
público y, quizás, acá en Uruguay o en Argentina no tanto, pensábamos «Mira cómo esta canción funcionaba de una manera distinta» y la verdad es que quedamos súper contentos. Estamos muy ansiosos y contentos de volver por allá.
¿Cuál es la diferencia entre su mensaje en sus inicios y el que plantean en este momento?
Roberto Musso: Yo creo que la esencia se ha mantenido mucho. Pero obviamente, como te decía, empecé a escribir canciones cuando tenía 16, 17 años, imagínate ahora 40 años después. Por suerte, uno va cambiando, teniendo otras perspectivas de lo que es uno mismo como ser humano, cómo nos vemos como sociedad que, de hecho, ha cambiado porque el mundo no es el mismo de 1990 que el de ahora.
También, me voy motivando de distintas cosas de las que hablar. Esa es otra de las cuestiones, de los parámetros, del por qué hemos quedado en un ciclo como vicioso de nosotros creciendo junto con nuestros fans, en el que se ha incorporado gente nueva, no seguir hablando de los mismos temas de los que hablábamos en los noventa.
Las inquietudes y las preocupaciones son otras y a mí siempre me ha gustado escribir desde mi edad biológica. Si bien hay algunos temas en los que intento conectar con el Roberto adolescente, que es un poco mi fórmula para poder vivir esa composición desde un punto de vista más cercano a determinados temas. Pero muchos de los temas me gustan hacerlos desde mi humilde visión de cómo veo al mundo
¿Cuáles son algunas de las diferencias entre hacer un álbum en este momento a hacerlo cuando empezaron en sus veintes?
Roberto Musso: Mirá. Pasaron dos cosas, yo creo. Me parece que más ha impactado el proceso de cómo la gente consume la música, más allá de lo que es el proceso compositivo, por más que estemos hablando de que el contenido de ese proceso ha cambiado y por suerte digo el caso particular
nuestro.
También, la profesionalización ha hecho que estemos trabajando mucho más tiempo y con productores de más renombre latinoamericanos. Siempre estamos buscando alguna fórmula, alguna experiencia que nos vaya también inyectando energía nueva, digamos. Obviamente, el proceso de un disco, de componer y todo eso se ha profesionalizado y ha cambiado bastante. Sin embargo, yo creo que más que
nada es el tema de cómo se consume la música hoy. Nosotros, capaz, antes hacíamos un álbum de 16 canciones y nos encantaba. Hoy decimos «Bueno, pero, ¿para qué vamos a hacer uno de 16 temas si la gente va a terminar escuchando cinco o seis?». Entonces decidimos hacer producciones más cortas, sacándolas más seguido juntocon singles.
¿De qué manera encaja este nuevo disco en el rompecabezas de la banda?
Roberto Musso: Lo que tiene ‘Lámina once’ de particular —y que yo creo que lo
va a dejar marcado, no estigmatizado, pero marcado—, es que fue un álbum en el que
todos los temas fueron escritas en pandemia, algo inédito para todos nosotros y también desde el punto de vista compositivo. Fueron canciones que las hice acá, donde estoy ahora, en el estudio que tengo en el fondo de mi casa y que en la cuarentena estuvimos con mucho tiempo.
Yo soy una persona súper estructurada y muy rutinaria en cuanto al tiempo al que le dedico a componer. No puedo hacerlo en giras porque en las giras estamos con el chip en la cabeza y es imposible tener un rato libre para hacerlo, lo hago acá. Me pasó eso, como que se me multiplicó el tiempo libre para componer, traté de aprovecharlo en ese aspecto, que es algo que agradezco muchísimo y que todo los
artistas también, y ustedes también en la profesión periodística, tener ese escape en ese momento fue importantísimo.
Me movilizó mucho lo que estaba viviendo, sin tocarlo de forma explícita. Como viste, son todos personajes medio tangenciales a lo que está pasando. Pero que perfectamente pueden ser figuras en temas que se van a escuchar, espero, independientemente de lo que estamos viviendo. Pienso que con la pandemia, hubo un montón de temas que nos explotaron en la cara como sociedad o humanidad y que
están presentes en el LP, como la eterna búsqueda de culpables en ‘Chivo Expiatorio’, de la bipolarización cada vez más martirizada en todo aspecto político, humano, social que se exacerbó mucho en la pandemia como en ‘La Fiesta del Dr. Hermes’, ¿quién está en la fiesta, quién dentro, quién está fuera y quién maneja?, y todos los hitos del poder que a mí siempre me ha interesado eso de buscar —que capaz eso se asocia con la pregunta de haber tenido la dictadura en la adolescencia— el cuestionamiento
sobre el poder siempre me ha dado inspiración para poder hacerlo de distintos ángulos.
¿Cuáles son sus detalles sonoros favoritos de este disco y por qué?
Roberto Musso: Para mí, la eterna música, es el riesgo que siempre asumimos y que, por suerte, por lo general creo que ha ido bien [risas], aunque en ocasiones no tanto como esperábamos. Pero esas canciones tienen esa mezcla de rock con guitarras muchas veces distorsionadas con fusión con otros géneros. En este álbum trabajamos también con Eduardo Cabra —Visitante de Calle 13— que él también es como, bueno, qué mezcla rara todo el sonido del Caribe que tiene Eduardo con este rock del sur que somos nosotros y, justamente, en esa fusión, me parece que cuanto más se destaca la parte musical en sí misma de El Cuarteto.
En tracks del proyecto anterior, hicimos ‘Mario Neta’, con Eduardo Cabra también, que él había escuchado el demo y dice: “Esta tiene que ser mitad cumbia peruana y mitad punk de los Sex Pistols” y la verdad es que es uno de los temas que en vivo explota. Lo mismo la de la computadora, el contrapunto que está en el álbum anterior, que es un rap entre una riña de gallos de una computadora y yo que en este caso represento al ser humano y que no es nada que qué es eso, es una mezcla de tango con electrónica… es algo rarísimo que, sin embargo, en el show en vivo es un punto súper alto, algo que nadie vio nunca.
¿Qué piensan que es lo más importante que debemos tomar en cuenta de este perfil 360 de la sociedad actual que hicieron en ‘Lámina once’?
Roberto Musso: A mí siempre me interesó el tema de, como yo te decía de, generar cuestionamiento o una interrogante que capaz uno lo tenía como algo ya asimilado en su postura de lo que sea que hable el track. Pero que la gente diga «Ay, ¿será lo correcto?».
Por ejemplo, en la canción Flan, que es el personaje que está mirando cómo está explotando todo en el medio de la sociedad. Para mí también es una metáfora interesantísima, me interesó, como te digo, como estímulo el poner un flan como metáfora [risas], es raro eso. Pero ahí pensamos «¿Quién tiene razón? ¿El tipo que está comiendo el flan, mirando cómo se están peleando los dos bandos de todo?». La ciudad está por explotar y, en el fondo, esa persona también es un actor al que le pagaron para hacer publicidad, que capaz que está haciendo eso y debería estar en el medio de la calle, en lugar de estar mirando y riéndose de todo eso.
Me parece que todas esas vueltas, esa madeja que son las composiciones, son muy llamativas y que quede planteado eso cuando se puede y la identificación, sobre todo, de gente joven con los temas como El Cinturón Gris. Es más pop en donde el personaje quiere llamar la atención por un lado, quizás que parece equivocado, que es un poco la vestimenta y cómo sale a la calle, pero se siente solo… vos no sabés la cantidad de pibes jóvenes que han venido a los shows vestidos así, no lo podíamos creer, con un zapato amarillo, otro rojo, las camisas con cosas llenas de sangre, una iguana pegada en la frente, la verdad es que te pone la piel de gallina. En la gira por México y por Colombia fue increíble. Y es una canción que habla sobre la soledad, el tema de la salud mental que, también, que a mí me ha movilizado muchísimo para escribir desde siempre, desde el disco ‘Bipolar’ del 2009 que fue el que llegamos a
tocar en Venezuela.
¿Cuál ha sido la clave para mantenerse unidos por casi 40 años?
Roberto Musso: Deben ser varias. Te lo habla un ingeniero, un sistema de ecuaciones con varias incógnitas, difícil de resolver. Hay un montón de parámetros. Yo creo que el tema de conocernos desde tan jóvenes y de habernos conocido nuestras familias, a veces pensamos: «¿Te acuerdas cuando estábamos ensayando en el living de la casa de los padres del bajista, Santiago, o en la casa de mis viejos, de mis padres?». Yo creo que eso ha sido como una especie de blindaje para todas las discusiones que podés tener en cuarenta años, imaginate, un montón de asuntos, digamos.
Creo que hemos podido, también, es una virtud del grupo, separar lo personal de lo profesional. Obviamente, discrepancias que tenemos como cualquier grupo humano con cualquier familia y todo, pero saber separar y decir «Bueno, acá estamos discutiendo de un álbum, de tal tema», terminamos la discusión y nos tomamos unas cervezas para hablar de la familia y ver un partido de fútbol.
Nos hemos respetado muchísimo, y seguimos haciéndolo, las decisiones de cada uno porque en ocasiones las elecciones personales impactan en lo grupal. Siempre hemos como preponderado el albedrío personal de cada uno en cada tema, yo creo. Así que nada, ha sido un camino divino y tenemos un grupo que va más allá de los músicos porque somos un grupo de 11 personas que, entre los técnicos, los productores, los management, el stage, somos una familia muy linda la que tenemos.
¿Qué le dirías a tu yo del pasado?
Roberto Musso: Que ni se imagina lo que le espera [risas].
Que la vida es una cuestión de sorpresas y que ni se imaginaría. Y te digo más, a varios yo del pasado porque vos me hacés esta pregunta cuando yo tenía veinte años y ni pensaba que iba a estar charlando contigo ahora acá para ir a Venezuela y venir de una gira increíble, capaz al Roberto de hace veinte años o hace diez años tampoco.
Ha sido todo un crecimiento muy lento por suerte, que ha sido muy paulatino. Pero que hoy nos agarra en un momento que aparte que la banda está en su mejor momento y es inevitable decirlo en una banda de tantos años, hoy es el momento en el que llenamos, tenemos más tickets y discos vendidos, con los premios, los Grammy, con la prensa con interés que, generalmente, para la gente grande o de trayectoria
dilatada, a veces uno está viviendo de viejas glorias, digamos, y por suerte el caso nuestro sigue siendo el presente.
Yo siempre digo, mi hija tiene 11 años y siempre le digo: «Yo debería estarte hablando de un grupo que tenía papá de joven en el colegio» y, sin embargo, estamos hoy por hoy en «Ay, papá, te vas de gira» y va a los conciertos, como que lo ve como algo presente que me encanta que pase esto.
¿Cómo les gustaría ser recordados?
Roberto Musso: No, mirá, yo creo que hay una trayectoria y una discografía
que está, que es indeleble y que es imposible de cambiar y una propuesta que yo creo que ya El Cuarteto a nivel Latinoamericano tiene un posicionamiento en cuanto a lo que te hablaba hoy de esa cuestión de salir de lo estándar, de ser algo distinto a lo que hay y me parece que lo dejo al reflejo del público porque yo veo al público como un espejo de la banda.
Ir a un show como va a pasar en el festival, aunque no tanto porque van a haber personas que van a ver a otros artistas, pero en los nuestros que ves una cuestión tan heterogénea de edades, de clases sociales, de género, de lo que sea, que en ocasiones está buenísimo, poder abarcar y que no sea: «ah, nuestra audiencia es tal segmento». Entonces en estos últimos conciertos aquí en Buenos Aires, Montevideo, Ciudad de México y Bogotá que fueron los más grandes que veías chicos, no te miento, de diez años con los padres haciendo pogo en la cancha, con pibes adolescentes, con gente veinteañera y con gente más grande también, para mí es genial.
¿Qué es lo que más los emociona de regresar a
Venezuela?
Roberto Musso: Regresar. Regresar a un país que en aquel momento cuando empezamos con El Cuarteto tímidamente a ver y a explorar a Latinoamérica como un lugar en el que veíamos como que la gente decodificaba las canciones y nosotros pensábamos que eran más temas para acá, para el cono sur, Venezuela junto con Colombia, en aquel momento, fueron los dos países que más nos llamaron la atención por un lado por la cantidad de gente que había ido.
Recuerdo que estuvimos en el Sambil la primera vez que fuimos a Venezuela; no sabíamos cuánta gente entraba y pensábamos: «¿Y cómo esta gente nos conoce?» y cómo desde el momento uno del recital empezaron todos a cantar y todo lo veía con mucha pasión y mucha energía. A Colombia pudimos seguir yendo y con Venezuela se cortó un poco ese lazo. Pero estamos muy ansiosos de volver ahora, después de un poco más de diez años, porque quedó como ese paréntesis pendiente de aquella vez.
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