A los 8 años, Tyrone González se enteró de que su madre había muerto por una enfermedad. Luego, en su adolescencia, su hermano fue asesinado. Los dos golpes más duros de la vida de Canserbero vendrían temprano en su vida y le marcarían para siempre, pero le darían gasolina no solo para seguir con su vida, sino para hacer canciones.
Esta semana, concretamente, un 22 de marzo, el mundo recibía Muerte, el tercer disco de Canserbero tras Nuestra doctrina, no es un dogma, es una guía para la acción (2008) y Vida (2010). Para muchos, incluyéndome, el mejor álbum de uno de los raperos más adorados del Hip Hop en español, que lo consolidó como una de las mentes más violentas, feroces y atrevidas a la hora de hacer rimas.
Normalmente, los aniversarios de discos son idóneos para celebrar a los artistas y recordar cuánto nos aportaron con sus creaciones. Esta vez, la nota es un poco más amarga de hacer, considerando el fatídico final del creador y la frustración de saber que no pudimos conocer más de la evolución de alguien que apuntaba maneras para convertirse en el mayor referente de habla hispana en lo que a Rap se refiere.
A continuación, una serie de observaciones, anotaciones e intrahistorias de un trabajo icónico, fresco y poderoso que sirvió para redefinir a un movimiento y apuntarle la forma de hacer las cosas, porque se puede hacer Rap conciencia sin necesidad de sonar como un folleto de autoayuda, y se puede cantar sobre lo más oscuro y sórdido
La intrahistoria
Tras el éxito de Vida, Canserbero tenía la barra muy arriba para su próximo álbum. Con poco tiempo en sus manos, considerando que aún tenía que estudiar y trabajar, Tyrone usaba los fines de semana para grabar en el techo donde tenía su estudio con Kpú, Leandro Añez Grippa, productor y encargado junto a Leonardo ‘Afromak’ Díaz y Andrés ‘Primobeatz’ Espinoza de los instrumentales del álbum, pero la cosa no era tan sencilla.
El demoledor éxito de Vida ponía a Tyrone en un aprieto. No solo debía cumplir con las expectativas de sus fans, sino también llegar a un concepto y un nivel lirical con el que él mismo se sintiese satisfecho. Como es normal, todo fue saliendo sobre la marcha.
Tanto es así, que el hecho de que su tercer disco se llame Muerte no fue por continuar la idea de Vida. Al menos no de inmediato. Según confesó en una entrevista, no fue sino una casualidad que le rimó al artista. Tenía tiempo trabajando en la música sin un concepto aunado a ella, y una noche, tras una presentación, un fanático se le acercó y le preguntó directamente si el próximo disco se iba a llamar Muerte. A Can le pareció natural hermanar los dos conceptos a la idea de la vida y la muerte como un ciclo, representado a través del uróboros, la serpiente que se muerde la cola la cola, el eterno retorno de Nietszche, una clara referencia para el rapero.
Con ya esto solucionado, los temas fueron fluyendo con más rapidez, pues había un norte al qué perseguir: La muerte, la rabia, la venganza, el odio y otras emociones negativas que pueden florecer en un humano. Y es que Muerte es una descarga de rabia sin sosiego, incluso según el mismo Canserbero. Son las rimas de un hombre profundamente decepcionado del mundo en que vivimos, de la gente con la que lo compartimos, y notoriamente molesto por todas las cosas que pasan y que le pasan a él específicamente. Más que una meditación, es un grito de advertencia para girar el timón porque viene algo poderoso y duro de escuchar. A nivel de beats, es un disco mucho más oscuro y con un sonido más desafiante, pesado y aún mejor producido que su predecesor. Incluye samples de temas como Nightingale de Yanni, que sirve como base instrumental para el beat de Es Épico:
Además, se pueden escuchar otros sampleos a canciones como One Of The Few de Pink Floyd en Mundo de Piedra:
Andalu de Chris Spheris en Maquiavélico:
O The Girl With the Flaxen Hair de Isao Tomita en C’est La Mort:
Incluso, Canserbero se atrevió a rendir tributo a Coolio y su influyente Gangsta’s Paradise, repitiendo el verso inicial de la canción, que dice “I walk through the valley of the shadow of death” en el tema En El Valle de las Sombras:
Se recomienda orientación por la crudeza
En cuanto a las letras, Can afinó sus dotes de storyteller para ofrecer un disco mucho más maduro y profundo. Las referencias iban mucho más a fondo, había lectura detrás de cada verso, y se pintaba un mundo desolado, triste, y violento, como el que vivimos.
Esto se evidencia en canciones como Llovía, en la que cuenta una historia de barrio cargada de drogas en la que asesinan a la madre de un hampón, que, como dice el mismo Can, “Esto es solo una historia más de lo que está pasando en mis barrios latinos”:
Una de las realidades latinoamericanas, el famoso “crimen pasional”, también se vería representado en Muerte, con la canción Mundo De Piedra, en la que una mujer asesina a su marido para saldar su infidelidad:
Un Día En El Barrio no le rehúye tampoco a las realidades, pero esta vez con un tono de denuncia en el que pide a la gente que despierte y decida tomar las riendas de su vida y defender sus derechos con firmeza.
Las agudas tiraderas, en las que Canserbero destrozaba a los advenedizos, irrespetuosos y otras especies adversarias, también tienen lugar en piezas como Ser Vero, En el valle de las sombras, Sin mercy o Jeremías 17:5, de la que hablaremos más adelante.
Sin embargo, Muerte también es un disco en el que Tyrone, con toda la sinceridad de su pluma, supo mostrarse de la forma más vulnerable posible, y eso se muestra en dos canciones en las que habla de la muerte en su seno familiar. Esos dos golpes duros que vivió temprano en su vida, reciben sus tributos en la autobiográfica Y en un espejo vi, dedicada a su madre, y en El primer trago, un track tributo a los fallecidos en el que hace alusión al ritual de echar un poco del alcohol que vas a beber al suelo, en honor a los que ya no están con nosotros. “El primer trago para el suelo. Y una mirada para el cielo. Un año más sin ti físicamente, pero en mi mente siempre no sabes cuánto te quiero. Y no se muere quien se va, sólo se muere el que se olvida. Al fin y al cabo la muerte va tan segura de ganar que de ventaja te da una vida”.
Corre que te coge la Muerte
El concepto de la fatalidad del disco revolotea sobre dos ideas. Mientras que en el fondo se debate la lucha de conceptos de Tánatos y Ker, las representaciones de la muerte no violenta y violenta según la mitología griega, respectivamente, al frente tenemos las dos ideas principales: Que la muerte de alguien cercano supone un ‘coming of age’, una pérdida de la inocencia para cualquier persona, y, en segundo lugar, que la muerte es un castigo terrenal infligido por los propios humanos y el fin adecuado para las peores escorias.
En su viaje al infierno, previa venganza a Carlos, el bastardo que mató a su hermano, Canserbero se topa con personas aparentemente buenas, cuya maldad los llevó al castigo eterno. Líderes mundiales, dictadores, íconos religiosos. Ninguno se salva del destino por lo que hicieron durante su paso por la tierra.
Simón Bolívar. Gandhi. El Che Guevara. Juan Pablo II. Mao. George Washington. Cristóbal Colón. Estos son solo una muestra de la ristra de personajes con los que Canserbero se topa en su descenso al infierno. Algunos les sorprende, otros tienen un prontuario que habla por ellos. Al final, podría estar buscando consuelo en el hecho de que quizás no eran personas malas, sino con energías mal canalizadas, después de todo, tras vivir una vida relativamente justa y alejada de los vicios, hipotéticamente, cobra venganza del hombre que sesgó la vida de su hermano. O, mucho más probable según la visión nihilista y pesimista de Tyrone en sus canciones, entendió que no importa cuán bueno te puedas ver en el mundo, siempre tendrás un punto ciego, o a veces con una visión de 20/20, que te terminará enviando a las hogueras de Belcebú.
Es Épico es, junto a Jeremías 17:5, las canciones más representativas de Canserbero porque precisamente engloban la dicotomía y las contradicciones de Canserbero como artista: Un ateo confeso con un seudónimo inspirado en una figura religiosa, que, pese a no creer en Dios, se atreve a retar al Diablo en su cancha a una batalla de Rap. Batalla a la que, cabe destacar, llega, como consecuencia de que el castigo humano existe sobre la justicia divina y que cualquier penitencia kármica deriva de lo que pueda hacerte tu enemigo con sus manos. Y, encima, se atreve a recitar versículos de la biblia para atizar a sus enemigos, mientras reconoce sus defectos con frases como “¿Cómo hablar de odio si tu brazo indica lo contrario?”, en alusión a su tatuaje de All We Need Is Love en el bíceps, y continúa con “Tú le has mentido a todos tus seguidores con múltiples contradicciones en muchas de tus canciones”.
Por su parte, Jeremías 17:5, una contundente tiradera, una historia de desamor, de odio, de traición, con punchlines potentes de la que salen rimas cargadas de odio con frases como “El más traidor puede que lo tengas de frente. Bebiendo tus frías, o compartiendo tu cena caliente. Ojalá se ahoguen los que siempre mienten y una vez en el infierno, que se quemen para siempre”, o “nunca había pensado que tu socio puede ser un sucio, que por un negocio te puede dar chuzo” (…), “por eso ya no creo ni en mi almohada, ni en mi sombra, o sea en nada. Ni siquiera creo en mi viejo. Si algún día te digo que te creo. No me creas que te creo porque ya, no creo ni en mi reflejo” o “solo hay una cosa en ti que admiro y es que cómo siendo tan dos caras puedes todavía dormir tranquilo” entre otras que conforman, probablemente, el mayor himno a la venganza, el rencor y al odio desde un lugar perfectamente válido.
Sin embargo, y siendo fiel a sus paradojas como artista, Canserbero rebate el mensaje de Es Épico, y toda la rabia que esboza en cada canción del álbum, en De mi muerte, un tema en el que, con franqueza, aporta un mensaje optimista con respecto al paso al otro lado, confesando que “No vale la pena vengarse por algo que no valga la pena”, mientras se topa de frente con su propio funeral, con toda su familia y amigos llorando su partida. Una imagen que, leída hoy, te deja un poco más helado de lo normal.
Pocos raperos podían alardear de tener una pluma tan letal, una capacidad de narrar historias con tanto detalle y crudeza, una inteligencia y profundidad intelectual que no llega a ser insoportable, y una forma de sentir el Hip Hop y explorar sus límites, pintando imágenes con rabia y rimas. Muerte vertebró el movimiento del Rap latinoamericano y lo dotó de frescura y de contenido. Mejoró la fórmula de su predecesor y demostró que Canserbero, teniendo éxito en su estilo, no necesitó hacer otro tipo de música, ni, de hecho, necesitó el éxito para demostrar que siempre tuvo algo importante qué decir.
Por último, solo quiero dejar esta entrevista de 2012 cuando salió Muerte, en la que vemos a un Canserbero hablando largo y tendido del álbum y dice que Vida y Muerte es su concepto y que luego de hacer esos dos discos ya podía morir tranquilo.
Me dejó helado.
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