En alguno de sus conciertos de los años 50, el icónico Jerry Lee Lewis, uno de los fundadores del sonido y los excesos del rock n’ roll, incendió en vivo su piano. Cuando Lewis tomó está medida, no solo sorprendió y emocionó al público, sino que además de probablemente espantar a unos cuantos, inició una tradición que ha llegado a Phoebe Bridgers.
Hace unos días, cuando la artista terminó su actuación en Saturday Night Live, rompió su guitarra en pedazos contra el piso del escenario, ese hecho repetido en nuestra historia fue fue un momento catártico, pero sorpresivo para muchos, además de generar cierta controversia en redes por el precio que tiene una guitarra. Pero romper un instrumento en tarima, siempre ha tenido un valor simbólico.
Esa idea de destrucción simbólica alimentaba a Jimi Hendrix. El icónico guitarrista solía incendiar sus guitarras en tarima, al punto de dejarlas absolutamente irreparables, lo que consideraba un sacrificio para sus shows. Pero sus contemporáneos, The Who, llevaron la destrucción de instrumentos a todo un arte; si bien Pete Townshend fue quien inició la tradición en la banda, Keith Moon la llevó a otro nivel cargando su batería con explosivos.
Después de los 70, empezó a ser menos común, pero no dejó de suceder. Fuese Richie Blackmore, guitarrista de Deep Purple, destruyendo su instrumento en tarima, o Paul Simon de The Clash reventando su bajo en la portada de London Calling, la destrucción de instrumentos ya era parte del ADN del rock n’ roll.
Esa tradición la mantuvieron viva: grupos como Nirvana, estaban acostumbrados a destruir sus guitarras, baterías, y amplificadores en tarima. Recientemente, Dave Grohl, hablando justamente de la controversia por la actuación de Phoebe, dijo que pocas noches su batería no terminaba con un agujero hecho por la guitarra de Kurt.
Más recientemente fue Mat Bellamy de Muse, quien durante una gira destruyó 140 guitarras, estableciendo un récord Guinness. La destrucción de instrumentos es también una forma de expresar frustración, como el caso de Bille Joe Armstrong de Green Day, quien destruyó su guitarra en la tarima del festival I Heart Radio después que recortaran su set para darle más tiempo a Justin Bieber.
Si algo une a la mayoría de estos nombres, es que son masculinos, y quizás de allí venga un poco la queja contra Phoebe. En el fondo lo que ha hecho la artista es poner su nombre en una tradición tan antigua como el rock en sí mismo y que y es parte de su ADN.
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