Un niño abre los ojos y por primera vez mira. Y lo que hay para mirar, no invita a la emoción. La desigualdad social en su pista de aterrizaje, al norte del sur, cerca del Atlántico azul, la vive como llagas en carne viva: Poco dinero, poca comida, mucha violencia, y un país donde desde hace tantos años hay pocas soluciones y muchos problemas y una casta política vergonzosa hace de las suyas.
Mientras Caracas muerde, hay zonas del interior de Venezuela donde ya te están deglutiendo. El niño crece en La Pica, Maracay, así que ya saben por dónde van los tiros. Se interesa por cosas, como todos, y conoce lo que puede del mundo, mientras intenta vivir su realidad persiguiendo lo que puede y le interesa. Pero la dura realidad está ahí, y es sabido que crecer en entornos difíciles te vuelve un cínico: Le pierde la fe a muchas cosas, y, ya desprendido de su inocencia, consigue un rayito de sol que logra entrar.
Así conoce el rap, ese género que le cambia la vida a muchos, que comparan a la Salsa por su forma de decir la verdad. El niño se enamora y solo piensa en eso. Se hace mayor asido a la válvula de escape que tanto ansiaba. Deja de ser niño, para comenzar a ser rapero, cronista y cantante. Para comenzar a ser activista y artista, sin ser politiquero. Para dejar de ser Tyrone y comenzar a ser Canserbero.
Improvisó en callejones y casas, ante pocas personas, y masticaba libretas con letras que soñaba con cantar, como todos los que comienzan. Fue parte de un crew (Basyco, 2005) junto a exponentes importantes del rap en Maracay como Lil Supa, Dannnigaz, RayOne, Afromak, KPÚ, La Zaga, Rxnde Akozta, Gary, entre otros, y poco a poco fue sacando canciones que se viralizaban, cada vez más, entre grupos de amigos y seguidores, al punto que en el clímax de su corta carrera, cegada por la tragedia, cientos de fans se conglomeraban en aeropuertos lejos de su país para lograr verlo unos pocos segundos y, con suerte, conseguir alguna foto o apretón de manos de Tyrone, el rapero que se enfrentó al mismísimo diablo en un contrapunteo.
Esas primeras canciones fueron a parar en el mixtape Nuestra Doctrina No Es Un Dogma, Es Una Guía Para La Acción (2009, independiente), su primer testimonio musical en solitario que recoge las primeras grabaciones de Can, quien, junto a su paisano Lil Supa, ya había grabado un año antes un primer disco, llamado Can+Zoo Índigos (2008, independiente), un disco que a día de hoy goza de un estatus de culto dentro de la movida hiphopera latinoamericana, teniendo en cuenta el peso que ha ganado el nombre de ambos artistas desde entonces.
Pero había que hacer un primer disco de estudio. Y había que hacerlo bien, pues las expectativas eran altas y ya su nombre titilaba en el radar de muchos. Y así salió VIDA.
Aunque contar la historia de El Canserbero podría no hacerle justicia a su leyenda, por suerte, sus canciones se convirtieron en un testimonio mucho más fiable y mejor hilado que cualquier relato que mis manos y mi prosa, o las de otros, pudieran lograr. Después de todo, el carácter confesional de parte de su lírica es clave a la hora de recordar su trayecto, y sería ideal que lo pusieran de fondo mientras leen estas líneas, donde intento dimensionar el legado y la importancia del, formalmente, primer disco de Tyrone José González Oramas, Canserbero, a propósito de la década que se cumple de su llegada al mundo.
“Todas mis canciones se llaman vida. Al menos hasta que la muerte me muestre la salida”
La celebración de los 10 años de un disco como VIDA es algo que creo que al mismo Canserbero no le gustaría. No pretendo hablar por él, pero, si me disculpan la frase manida, se me hace lógico que no tuviese muchas razones para celebrar si nada de lo que le llevó a cantar ha cambiado: La gente come de la basura, la inseguridad sigue a sus anchas, y la clase política tiene sus cuentas repletas de dinero robado. La impunidad y la falta de debido proceso solo se ha normalizado e institucionalizado al punto que, paradójicamente, la muerte de Canserbero, sigue siendo un caso con muchos grises y lagunas que nunca se quisieron esclarecer.
Por el nombre, uno pudiera asumir que este es un disco optimista: La vida, vista desde la idealización. Pero el lente desde el que enfocó el cantante, es todo lo contrario: El mundo es visto en VIDA como una pesadilla, como un sitio hostil, como un lugar donde hay mucho trabajo por hacer, dejando que el optimismo sea solo el anhelo del que cree que sus letras pueden hacer un cambio, pero el canto áspero del Can sonaba tan molesto y rabioso, y su nihilismo era tan vehemente como pesimista, que pareciera que eso era solo una idea distante de la realidad.
“El rap no debe ser de gangsters, el rap debe construir”
Se podría pensar que es un disco autobiográfico, y en cierto sentido lo es, pero más que contar su propia historia como individuo, Canserbero lo que hace es convertir la tragedia, propia y de sus conciudadanos, en gasolina para su canto.
También llama la atención la connotación que toma el nombre del disco teniendo esto en cuenta. La vida en VIDA no es nacer, crecer, reproducirse y morir, sino bregar para hacer todo eso en un entorno negativo, apisonador. Es decir, VIDA acá no significa un milagro, sino lo que hemos recorrido, lo que nos tocó vivir, el prólogo del “ahora”. Y justo allí está la magia que hizo que tanta gente se sintiera identificada con los versos de Canserbero. Sus letras hablan de él como un anónimo con una historia, que padece del mismo mal que otra gente, pero que tiene el don de saber qué palabras usar para decirlo y protestar legítimamente.
Así las cosas, está claro que VIDA es un disco de protesta. Subversivo, incisivo, inteligente. Canserbero se valió del carácter reivindicativo y de denuncia del hip hop, y reiteró su derecho –y su deber– de criticar lo que, desde su perspectiva, es una injusticia, bebiendo a borbotones del rap conciencia, una vertiente a la que desvistió del carácter repetitivo y, en algunos casos, poco autocrítico de sus intérpretes, para mostrarse molesto y oprimido, pero también con fallas, vulnerable, honesto y con ganas de dar batalla.
Las reflexiones del de Maracay en las letras de este disco inician conversaciones sobre la importancia del lenguaje y de las palabras, como en Martillos y Ruedas, donde cuestiona el uso de la expresión “clase baja” y busca darle un nuevo foco apuntado a los que se aprovechan, con vileza y artimañas, de la gente más necesitada.
Si algo destaca en el grueso lirical, no solo de VIDA, sino de sus otros trabajos, es que nunca se protesta o se canta desde la victimización. La denuncia de temas como Clima Tropical o Vida, no es desde un lugar de minimizar tu rol dentro de la ciudadanía, ni se enfoca en solo un problema de una de las partes de un conflicto. Y aunque haya mucho contexto que ya sabemos sobre el país que inspiró a Can a hacer estas letras, es cierto que muchos de estos asuntos son traducibles a otras naciones si se entienden ciertos aspectos como el elemento denominador de Latinoamérica.
En algunos pasajes del disco, se siente que Canserbero hace una radiografía a la ‘latinoamericidad’, porque después de todo, si algo caracteriza a la América Latina, más allá de la colonización y el trauma colonial, es la miseria (y su fetichización) y la particular relación que tienen sus naciones con gobernantes corruptos y populistas de toda calaña y ciertas actitudes normalizadas. Sin embargo, en sus palabras se siente orgulloso de ser de dónde es, y exhorta a que nos apropiemos del término “americanos” para referirnos a nosotros mismos en el tema Americanos, dando varias razones más que válidas y primando, como en otros temas, en la importancia de llamar a las cosas por su nombre.
Otros tópicos, que luego se harían un lugar recurrente en la obra de Canserbero, y que exploraría más a fondo en su siguiente trabajo, MUERTE (2012), es el del silencio de dios. En varias de las canciones, cuestiona que cómo puede existir un ente superior entre las desgracias del mundo, y hasta se atreve a dedicar una letra entera a esto, en el tema Perdiendo la Fe.
Pero los cuestionamientos también empiezan desde la casa. En Únetenos, Canserbero critica directamente a los raperos que usan el rap conciencia y el rap protesta para mostrarse como seres todopoderosos, impolutos, con verdades absolutas y bienintencionados, siendo esto una fachada para actitudes que rayan en todo lo contrario. Por otra parte, en el track ¿Quién eres?, reflexiona sobre el papel del artista y del público en la escena rap venezolana, llegando a hacer sentencias como que “hacen falta más oyentes que no quieren ser MCs”.
Por supuesto que hay espacio para ponerse personales. Ley del hielo habla sobre la falta maternal del cantante, mientras que Pensando en ti, a priori, el track más difundido de entre los 17 que conforman VIDA, explora los intríngulis de una relación fallida y la carga de seguir con tu vida sentimental con la cabeza en el posible amor de tu vida.
¿El Can de Venezuela?
Sin temor a equivocarme, básicamente cualquier fanático promedio del Rap en Latinoamérica, conoce o ha estado en contacto con la música de Tyrone González. Canserbero supo calar en los oídos y corazones por las razones antes mencionadas y, por supuesto, porque había mucho talento involucrado en la fórmula. Y solo basta con ver los comentarios de sus videos que reportan sintonía desde cientos de sitios diferentes dentro de América.
Pensando en Ti, el sencillo principal del disco, es un hit masivo, sin una grosería, con muchas verdades y potable para muchos oídos, incluso los menos asiduos del rap. Su video oficial en YouTube tiene 156 millones de reproducciones para el momento de la redacción de esta pieza (septiembre de 2020).
Los números de otros videos, no solo de cortes de este disco, son similares. Por poner ejemplos de otros videoclips, sin contar streams de los tracks sin video: Maquiavélico (157 millones de views), Jeremías 17:5 (255 millones), Querer Querernos (116 millones), Mundo de piedra (106 millones).
Por hacer una comparación a vuelo de pájaro, y haciendo la salvedad de la diferencia de mercados, contexto, estilos y presupuestos, y entendiendo que más números no equivalen a más o menos talento: Los videos de Alright, DNA., King Kunta y Bitch Don’t Kill My Vibe de Kendrick Lamar, rapero ganador de Grammys y Pulitzer y de los mejores del mundo, tienen 134, 244, 142 y 148 millones de reproducciones en YouTube en este momento. En menos tiempo, sí. Pero tengamos en cuenta las diferencias antes planteadas, el empuje de una disquera y los escenarios mundiales donde Lamar ha soltado sus barras.
Viendo estos números en perspectiva, resulta necesario resaltar el mérito de Canserbero en haberse abierto paso en una escena musical difícil, con unos números envidiables y sin ser parte del sistema tradicional de medios de radio y televisión. Y no por contenido, sino por falta de perspectiva o por el prejuicio latente y profundamente clasista de estos, al menos en Venezuela, que endilgan el rap al infame “malandreo”.
Pensando en ti no estuvo en rotación en radios. Ni ningún tema de Canserbero. El rapero rara vez ofreció entrevistas en algún programa o periódico, y muy probablemente haya sido por falta de invitaciones. Por supuesto que programas especializados, como Rap Latino La Conexión, en Venezuela, pusieron siempre sus micrófonos a disposición, pero sabemos que no es lo mismo un programa semanal a las 11 de la noche que uno a las 7 de la mañana, cuando todo el mundo está en sus vehículos yendo a sus destinos.
Injustamente, el mayor centimetraje y tiempo al aire de toda su carrera, se lo llevó su fatídico final. Esto habla mucho de oportunismo, de nuestra pésima memoria histórica y del pobre papel de un sector del periodismo venezolano en la difusión cultural, y aunque no hay que gastar pólvora en zamuro ni saliva en decir lo que ya otros han dicho, es justo resaltar que los artistas de un país no son un orgullo cuando “pegan” ni se hacen noticia solo cuando se mueren: Son un orgullo cuando se les acompaña desde su época emergente y se les ve crecer a la par del medio o periodista que les da espacio y atención con el interés de cambiarle la vida a alguien más y no de jalar clicks o reportar sintonía.
Los números son los que son y el verdadero triunfo e influencia de Canserbero no se mide en haber rotado en una radio, en discos vendidos o en haber sido entrevistado en La Bomba, sino en quienes hoy en día aún recuerdan sus canciones, pero qué diferente hubiera sido para la escena del hip hop venezolano, que ya estaba acostumbrada a llenar conciertos, que la música de Canserbero hubiese sonado constantemente en radios venezolanas.
El aporte de ‘VIDA’, 10 años después
El primer disco del último poeta hardcore es todo lo que un debut aspira hacer: Hay aproximación a la conceptualización de un álbum, muestra las distintas facetas del artista, y dejó una repercusión real en su público, algo que el mismo Canserbero en VIDA pudo palpar.
Aunque es imposible no tenerle cariño a estas colección de canciones, señalarlo como su mejor disco, puede ser controversial. MUERTE, su trabajo de 2012, es aclamado como tal, pero es sabido que no hubiese existido de no haber hecho VIDA un par de años antes. Tampoco tendríamos Apa y Can (2013) junto a Apache de 4to Poder y lo mismo con el no tan recordado EP Give Me Five de 2014, último testimonio musical de Canserbero.
El mismo rapero sabía que no había uno sin otro, y ese método de trabajo pensando en un concepto que aprendió para VIDA, lo exacerbó para MUERTE, y de hecho, la edición en físico de VIDA y MUERTE era un disco doble, diseñado por SENK, con portadas similares (aunque distinta a la original de VIDA, como pueden detallar bajo estas líneas), que usaban el mismo concepto del uróboros, la serpiente que se muerde la cola, que representa el eterno retorno nietzscheano, englobando así el ciclo de la vida y la muerte.
La misma escena hip hop, en su mayoría (El Prieto tiene algunas cosas que decir), siempre mostró su admiración por el trabajo de Canserbero. Por eso invité a personajes allegados o importantes dentro del mundillo del rap venezolano, a que dieran su visión sobre el aporte de Canserbero y VIDA a la escena hip hop. Lamentablemente, no todos respondieron.
“Siento que esta obra aportó un concepto. Sobre todo, preparando la escena para MUERTE” afirma Willie DeVille, ex 12 Inch Ninjazz y fundador del colectivo YoYo Dojo, que ya tiene rato haciendo las cosas bien. Sobre el valor de Canserbero dentro de la escena, Willie cree que se lo da la autenticidad y la identidad. “Tyrone era así y así se mostraba. No creo que habría podido hacer otra cosa y sentirse satisfecho. El orgullo por la identidad latina, por su procedencia y por sus ideales, que defendía con vehemencia”.
El rapero DannNiggaz, que compartió con Canserbero en Basyco, lo ve como «un disco visionario, refrescante, y bastante equilibrado, compacto, en cuanto a calidad de producción y líricas. Sin dudas este disco es un referente del rap de habla hispana». Asimismo, considera que el mayor aporte del Can al rap en español es la manera en la que hacía llegar a la gente el mensaje de lo que quería transmitir de una forma tan especial y única: «Tenía ese don de envolverte con su rap, que de paso era de los raps más honestos y reales que yo haya oído, un rap bien apegado a su esencia y bien sincero en su discurso, aspecto que algunos MCs no cuidan ni fomentan, y eso se hacía sentir en la audiencia y en sus colegas de la escena rap. Un maestro liricista, con una voz que era como su sello: inconfundible. Can dejó su huella con sus canciones que son himnos hoy en día para todos nosotros».
Por su lado, el periodista, locutor y comediante, Manuel Ángel Redondo, muy ligado al mundo del Hip hop por ser presentador en No Se Aceptan Gallos, considera que “VIDA y MUERTE, juntos, son una especie de ópera rap venezolana. Vida fue la pólvora, y Muerte fue la chispa que detonó su carrera. En Vida, el primero de ambos discos y que está de cumpleaños número 10, hay un Canserbero menos maquiavélico y agresivo, mucho más reflexivo y a veces hasta romántico, sin dejar de lado ese imaginario típico de sus letras, capaz de contar distintas historias y tramas en una sola canción”.
El comediante y podcaster, Víctor Medina, mejor conocido como Nanutria, confiesa lo siguiente: “Aunque prefiero el disco MUERTE, VIDA me gustó mucho, porque vemos a un Canserbero más optimista, bien reflexivo e introspectivo, pero como siempre, el toque punk”.
A su vez, el Dj experimentado de la escena Hip hop venezolano, QFX, que ha trabajado con varios exponentes de la movida, tales como Guerrilla Seca, 4to Poder, Realengos y Gabylonia, se hizo sentir con el profundo cariño que tenía hacia Tyrone, e hizo referencia a su trabajo VIDA con varios de los tracks que lo componen: ““La Vida y el Hip-Hop es parte de la definición que Kpu + Canserbero lograron con Mucho Gusto en perfecta fusión de MC y Beatmaker que grita: Únetenos. Escuchar una canción 10 años después y que sigue actual con ese Clima Tropical que nos identifica. Dice que *no* estamos Perdiendo La Fe y que nos Hace Falta Soñar para seguir haciendo Rap y Hip-Hop como estilo de vida; No Justice y La Ley Del Hielo al que piense lo contrario. ¿Y La Felicidad Que? bueno, seguimos trabajando con Martillos y Ruedas para mantener la Cultura al nivel que Can nos la dejó… ¿Aceptas?…
Sigo Pensando En Ti, Tyrone; con respeto, admiración y en esas conversaciones de discos Rap ‘Americano’ que nos lanzamos más de par de veces… ¡¡¡Eterno!!!”.
Es entendible que la muerte de un ícono lo martirice. Y más en situaciones tan complicadas y no del todo claras como la de Canserbero, sobre la que existen mil teorías de qué fue lo que pasó esa madrugada en un apartamento de Maracay, y la verdad solo la sabrá la única sobreviviente del incidente.
Lo cierto es que, apartando su muerte, VIDA se sostiene en el tiempo como una piedra importante en la construcción de la carrera del cantante, no solo porque logró a nivel de música y letras, sino por cómo inspiró a otros a hacer rap, a cantar sobre lo que le duele de otras formas. Es una masterclass de tono y forma tremenda, y, sin duda, uno de los discos más importantes de la historia del rap en Venezuela. Independientemente de que Venezuela nunca le dio el valor que merecía.
Viendo VIDA 10 años después, el panorama sigue siendo desolador. Y aunque haya muchas voces que canten sobre lo que nos duele, ninguna tiene la fuerza, las formas y el poder de la del último poeta hardcore, Canserbero.
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