Es complicado trazar la línea entre los diferentes subgéneros del rock alternativo, particularmente en los 90. Un gran número de subgéneros llegaron a la punta de las listas de éxitos sobre una ola de guitarras distorsionadas y rabia, entre ellos el rock industrial se destacaba por sus tonos electrónicos así como sus influencias del metal y el punk, género que le dio vida a proyectos como Nine Inch Nails, Marylin Manson y en Venezuela a los explosivos La Muy Bestia Pop.

Formado principalmente por Alejandro «Chofa» Loero  (Guitarra y voz principal) y Edward Marshall (Bajo, percusión electrónica y coros) su aplaudido debut de 1994 ‘Deus Ex Machina’ contaba también con Wyzto Barrero en los teclados y  Carlos Schudeck en la batería.

Es complicado entender ese disco a la distancia. Sus guitarras distorsionadas, sus tonos de sintetizador ruidosos, su producción sucia y sus acercamiento lirico a los temas muestran más frustración y enfado que otra cosa, pero en el contexto música de los 90 sirven como pieza vanguardista de un estilo musical a veces ignorado, y que sirve como previo a proyectos más cercanos al metal como Candy 66.

El primer tema del disco “Hercules” es una interesante muestra de esta oscuridad. A pesar de llamarse La Muy Bestia Pop el grupo tiene muy poco de pop, luego de un beat electrónico la guitarra distorsionada abre la letra que parece hablar de la infidelidad entre referencias a la mitología griega, pero que honestamente no es la prioridad del tema que apuesta por mostrar el ambiente oscuro del disco.


“Dios es máquina” sigue con el ambiente oscuro, y funciona como confirmación de que las letras de la banda no son más que una forma de aumentar el efecto de su trabajo instrumental, aunque la frase “parece demasiado dolor” sirve como un refrán clave para entender el grupo. La más directa “Holle” recorre caminos parecidos a los que tomaría luego Trent Reznor llevando una especie de fiesta electrónica a la entrada del abismo.

La explosión punk de “Saliva” es una muestra de velocidad protagonizada por la voz quejosa de Chofa y la sección rítmica. “Mapplethorpe” es una probada directa de rock industrial que destaca por el uso de la repetición y los gritos de “Suenala otra vez” que retumban sobre la pista base.


“Taladro” es un ejemplo interesante del uso de la electrónica en el rock, combinando abiertamente sus baterías y guitarras con ritmos  de trance, creando un sonido bastante único en la escena local. Unos cascabeles y un riff de guitarra con influencias de blues dan entrada a “Gato caza ratón”  la canción más accesible del disco, más cercana a los sonidos grunge que al industrial.

La banda nos deja un toque de música lounge con “Infinutidad” que poco a poco va construyendo un beat pesado sobre una pieza de sintetizador que podrías conseguir en un ascensor. El tema va sumando más instrumentos a medida que avanza la pieza incluyendo percusiones metálicas que le dan una identidad diferente.


El cierre del disco empieza con un cover en clave de noise rock del tema “Winning” de la banda inglesa The Sound. Un tema que muestra un lado más organizado de la banda que podría haber marcado un futuro interesante si la banda hubiese llegado a su segundo disco.

El último tema del disco es el collage sonoro “Dios es maquina 2” lo más experimental del proyecto y un tema irrepetible en nuestra escena. Una despedida a un disco con un sonido poco habitual en nuestras tierras.

Traduciendo el caos de la música industrial en 10 temas la banda creó un sonido bastante propio que los llevó incluso a MTV en un momento en que la cadena aún servía para construir el éxito de un artista. La banda se separó al poco tiempo pero el disco que registra su primer trabajo marca un punto interesante en nuestra historia rockera.