A veces el destino crea en la historia humana algunas duplas difíciles de comprender. Superando las invenciones literarias y televisivas, de vez en cuando el entramado social se encarga de unir a dos personas que tienen tan poco en común como Don Quijote y Sancho Panza, sin embargo, las diferencias que parecen alejarlos terminan complementándolos de tal manera que llegan a convertirse en equipos invencibles y súper productivos.

El mundo de la música está lleno de estas duplas tan incomprensibles como asombrosas y no solo en el plano del amor, sino también en el plano de la amistad. Tal es el caso de dos artistas a los que solo los unía una cosa: El ferviente deseo por la composición. Se trata nada más y nada menos que de el Duque Blanco, David Bowie y el Padrino del Punk, Iggy Pop.

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Por su parte, James Newell, mejor conocido como Iggy Pop, nació en el año 1947 en el estado de Michigan, Estados Unidos. La mayor parte de sus primeros años musicales los pasó entre las ciudades de Ann Arbor y Detroit en las que fue formando parte de diversos proyectos y en las que se fue formando como artista. Durante estos primeros años, Newell adoptó el nombre de Iggy (Iguana) y fundó la legendaria banda, The Stooges.

Por otro lado, mientras Iggy se inyectaba heroína y llevaba una vida de excesos y extremos, en el sur de Londres un joven rubio y obsesionado con la imaginación, estudiaba arte y pulía su talento bajo la tutela de la tradicional y clásica academia inglesa. Su nombre era David Robert Jones, mejor conocido como David Bowie, quien a finales de los años 60 ya empezaba resaltar gracias a «Space Oddity».

De esa manera, ambos personajes desarrollaban sus vidas en cada extremo del océano atlántico. Pop vivía embelesado por el blues y la psicodelia en el norte estadounidense, mientras Bowie refinaba sus maniobras de composición en la capital británica. No obstante, a principios de los años 70 estos dos personajes se unieron y llevaron a cabo una de las revoluciones musicales más importantes de la historia del arte.

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Bowie y Pop se conocieron en el bohemio y reconocido bar de la ciudad de Nueva York,, Max´s Kansas. En este lugar lleno de humo y de mentes que intentaban expandir las fronteras, se selló la amistad. Eran muy distintos, como ya se ha mencionado cada uno tenía una perspectiva muy distinta de la vida, pero la música y las ganas de crear melodías y ritmos los unió para siempre.

Al parecer fue Bowie quien buscó a Iggy para conocerlo. Algunos amigos cercanos al británico afirman que él quería sacudirse un poco de los estudios y que quería experimentar la verdadera energía de la vida rockstar y que por eso fue que buscó a Pop. Tras ese encuentro, ambos artistas empiezan a crear planes en conjunto y para llevarlos a cabo reúnen a The Stooges, la primera banda de Iggy.

Gracias a esta unión, Iggy Pop encamina su vida y llega a publicar dos de los discos más importantes de su carrera: ‘The Idiot’ (1977) y ‘Lust for Life’ (1977). De igual manera ambos publican sencillos que pasarían a la historia como «Sister Midnight», «Tonight» y «China Girl». Ambos artistas recorren parte de Europa en busca de sonidos y nuevas maneras de hacer música, por lo que llegan a Alemania. Allí pasaran una gran etapa colmada de música y poesía.

 

 

Se dice que Iggy Pop siempre admiró la determinación y la seriedad con la que Bowie se tomaba su trabajo. En varis ocasiones el inglés fue a visitar al estadounidense mientras estaba en recuperación y más de una vez lo invitó a formar parte de sus proyectos no solo por su talento sino también para alejarlo de los malos caminos.

Así, con el tiempo Iggy Pop fue dejando la rabia y se fue acercando más al pop y Bowie fue dejando las guías de la escuela para probar el lado salvaje y radical de la música. Sin duda alguna, estos dos personajes han sido una de las parejas más absurdas pero más brillantes de la historia de la música. Gracias al destino que los unió.

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