Hubo Festival Nuevas Bandas 2017, solo esa frase ya merece un aplauso. 2017 ha sido un año terrible para el país donde el pueblo venezolano ha enfrentado la represión del gobierno, una inflación desbordada, un exilio masivo que incluye a la escena musical y a la inseguridad que azota permanentemente la ciudad, pero a pesar de todo hubo Nuevas Bandas y el cartel fue increíble.
Manuel Ángel Redondo fue el encargado de presentar el festival y aunque hubo que llamarlo antes de cada banda hizo un excelente trabajo animando a los asistentes y presentando cada uno de los proyectos con la pasión que lo caracteriza.
Los encargados de abrir el evento fueron los guayaneses de Musanostra quienes llevaron a la tarima su rock con ayahuasca, palabras de Manuel. La banda tiene un sonido bastante único, de esos que solo pueden salir de músicos que se alimentan de sus raíces y del entorno que los rodea. A pesar de la calidad de su sonido el grupo se vio afectado por la hora de su presentación antes de que se llenara la plaza.
La nota rara del día la puso Kurikos Suin un grupo que mezcla sonidos de cumbia con algo de funk, así como tonos psicodélicos. La banda tiene un estilo muy propio este los hizo destacar casi tanto como su barra.
La primera propuesta de rock puro y duro vino de la mano de Casona Fletcher. Una propuesta seria montada sobre la fuerza de los amplificadores y la presencia de su vocalista. La banda tiene carácter y compromiso, mantener sus chaquetas de cuero negro bajo el sol inclemente que tomó la plaza ese día fue solo evidencia de ello.
El toque metálico del día lo puso Kurarex quienes tienen una propuesta bastante lograda dentro de su género, con todo y pirotecnia . Aún con las fallas en el sonido de la guitarra el grupo supo mostrar su talento, su principal problema es la falta de originalidad pues tienen poco que los separe de otros grupos de metal locales.
La banda merideña V.P.H. (Vaya Pal Hijo’eputa) llenó la plaza de punk bajo el sol del mediodía. Aunque la banda puede llegar a sonar repetitiva tiene la actitud necesaria para estar en una banda de punk, tres acordes y pura rabia.
Chinelo fue otra propuesta destacada dentro del cartel, con un sonido pesado que mezcla el hip hop y el metal. El sonido de la banda recuerda a proyectos como Limp Bizkit o Linkin Park tanto por la mezcla de géneros como la ferocidad en tarima. La banda necesita afinar su identidad visual pero por lo demás están bien encaminados y se notó en la reacción del público.
El siguiente grupo en tomar el anfiteatro fue el proyecto tributo a los Beatles, Henry The Horse, que interpretó temas del disco ‘Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band’ (1967), una de las obras clave del rock de los 60. Liderado por Luis Irán, el proyecto cuenta con Hana Kobayashi en la voz, Víctor Rodríguez, de los Humanoides, en los teclados, Francisco “Chewie” Vallés, de Fauna, en la batería y Luis “Tafio” Méndez, de Wannamaker, en el bajo.
A pesar de la dificultad para interpretar este disco, fue grabado por los fab four sin pensar en el contexto en vivo, la banda supo darle su propia identidad a los temas del mismo. “Sgt Pepper…” “With A Little Help From My Friends”, “Fixing A Hole”, “She’s Leaving Home”, “When I’m Sixty Four”, “A Day In The Life” y “Lucy In The Sky With Diamonds” llenaron la plaza con el espíritu de los 60. El grupo prometió interpretar el disco completo en el BOD el próximo 9 de noviembre, traten de estar allí.
Los maracuchos de Paisaje Local trajeron una propuesta única que se para en la intersección entre el rock de garage y los sonidos más electrónicos de artistas como TLX. Su presentación llamó la atención del público, particularmente el caótico cierre en el tema “Juanita”.
Para horas de la tarde, cuando la plaza empezaba a embriagarse de una multitud cada vez mayor y cada vez más enérgica, se presentaron los padres del swing caraqueño, Frankenstein V8. Junto a su club de fans y con un vestuario impecable, la banda capitalina puso a todos a moverse y a gozar con su rockabilly bilingȕe.
Luego de los V8 se presentó uno de los proyectos más sólidos y mejores presentados de todo el día. Se trató la banda oriental, Colibrí. Esta agrupación, originaria de Puerto Ordaz, no solo logró ganarse el corazón de toda la ciudad con un toque impecable, sino que además consiguió agregarle la pasión y el factor sorpresa que el festival necesitaba.
Estos muchachos no se llevaron el lugar número uno del torneo, sin embargo, se llevaron la aclamación popular, la admiración de los demás músicos y por si fuera poco, hasta un sostén obtuvieron de una oyente que no aguantó la emoción.
Tras la erupción emotiva que representó Colibrí, se presentaron los caraqueños ochentosos de Gran Radio Riviera. Este proyecto, cuyo nombre es tan atractivo como problemático por su pronunciación, tiene una propuesta muy innovadora y muy moderna, sin embargo, durante el festival no lograron demostrar todo su potencial.
La banda capitalina sonó bastante bien y dio una buena porción de lo que le pretenden expresar con su arte, aunque les faltó la pasión que es tan necesaria para convertir un toque en un concierto.
Para finalizar, los encargados de cerrar la ronda de participantes fueron los protagonistas del indie rock caraqueño, Le’ Cinema. Los compositores de «Lejos» venían de una larga espera, luego de haber visto a todos los competidores, sin embargo, apenas se montaron en la tarima descargaron una ola de energía que hasta el más escéptico terminó admirando.
El quinteto rockero dio una gran lección de manejo de público, de uso del escenario y de conexión con los fans. El cantante, Rafael Antolínez, no solo convirtió a su guitarra en un cañón de furor, sino que además logró encantar a todos los espectadores con su entrega y su pasión.
Tras una olla brutal y llena melenas largas que chocaban entre sí, Le’Cinema terminó su toque y el menú de bandas participantes llegó a su fin. Todo el mundo sabía que la cuestión estaba entre Le’Cinema y Colibrí. Nadie sabía que la copa se quedaría en Caracas.
Ya casi entrada la noche, se presentaron los invitados Polyman y Technicolor. Como bandas experimentadas y recorridas, ambas agrupaciones demostraron su madurez y le recordaron a los presentes que aún quedan buenas y sólidas bandas en el país.
Después de eso se presentó el tributo a Dermis Tatú que aunque tuvo que hacerlo rápido y apurado a causa de la hora, logró plasmar bastante bien la esencia y la garra de la mejor banda de rock que ha tenido Venezuela. Un buen y merecido homenaje para el gran Cayayo.
Más allá del resultado el festival fue una oportunidad para que cada una de las bandas del cartel se mostrarán al público y todas tienen potencial para seguir creciendo. Para los asistentes fue la oportunidad de reencontrarse por un día con su ciudad entre guitarras y batería, más eventos como este hacen falta y ojala pronto vuelvan a nuestra ciudad.
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