Cuando hablamos de #GIRLBOSS podemos estarnos refiriendo: al libro de Sophia Amoruso, a la serie de Netflix basada en él o al hashtag con el que muchas mujeres deciden empoderarse. Excepto en este caso, donde realmente hablamos de Betty Davis, la ultimate Girlboss.

La serie original de Netflix —que se quedó sin renovación para una segunda temporada— cuenta el inicio de la carrera de Sophia Amoruso como magnate del mundo de la moda con su tienda de ropa vintage online: Nasty Gal.

Entonces, ¿por qué hablamos de Betty Davis? Amoruso narra en su libro que cuando inició su negocio, lo llamó Nasty Gal en referencia a su disco favorito de “la legendaria cantante funk y mujer salvaje, Betty Davis”. Era fan de su música, su actitud y la forma en que hablaba, además construía una buena imagen para la tienda por el estilo que tenía, “pensé que solo estaba escogiendo un nombre para una tienda de eBay, pero resultó que en realidad estaba infundiendo a la marca entera, no solo con mi espíritu sino con el de esta increíble mujer” cuenta Amoruso.

And just as hard as I’d fall for you, boy

A pesar de que el soundtrack de ‘#GIRLBOSS’ recibió buenas críticas por situar al espectador en la época, para mí fue una decepción muy grande el desaprovechamiento de las grandes canciones de Betty que pudieron usarse. Dada la forma en que la autora describe la importancia de esa influencia tenaz, resulta frustrante cómo en la pantalla se convirtió en una simple coincidencia: Sophia está caminando por la calle y escucha “I’m a Nasty Gal, baby” retumbando de las cornetas de un bar.

Claro está, la serie no se trataba de Betty Davis, pero dado el poco reconocimiento que ha recibido, lo esperaba aquí, quizás la película sobre ella le rinda mayor homenaje. Pero en cierta forma, pretendo también hacerlo ahora.

Mayormente es conocida como la exesposa de Miles Davis, el gran trompetista de jazz; pero ella es su propio ser, una mujer que muchos definen como “adelantada a su época”, incluyendo al propio Miles, “si Betty cantara hoy sería algo como Madonna, algo como Prince, pero mujer. Ella fue el principio de todo eso cuando cantaba como Betty Davis. Estaba adelantada a su tiempo”, también la definió como “todo sexo” y finalmente (no pudiendo con ella) la creyó fuera de control.

Lo gracioso de estas calificaciones es que, incluso en este momento exacto habría muchos que se atreverían a decir que una mujer no puede cantar como ella lo hace, decir lo que dice o vestir como quiere. ¿Cuánto oímos aún una crítica por una cantante que usa medias de red, faldas demasiado cortas o hace bailes provocativos? ¿Cuándo es permitido que una mujer cante sobre sexo con libertad sin que los adjetivos despectivos —o incluso los que indican sorpresa— le lluevan?

You know you’d fall for me harder

En su tiempo, muchos de los shows de Betty fueron boicoteados por grupos religiosos, “América no estaba lista para aceptar a una persona tan explícitamente sexual”, reza el sitio Allaboutjazz. Creo yo que sigue sin estarlo.

A pesar de que muchas jóvenes cantantes decidieron hacer cover de la “Bad Reputation” de Joan Jett; sus problemas se acercan más a los de una joven Betty: “They Say I’m Different”, “Nasty Gal” y “Anti Love-Song” podrían sonar más a menudo en los soundtracks de la vida de muchas Miley Cyrus, Amy Winehouse, etc.

Carlos Santana se refería a Betty como alguien que no podía ser domado “musical, filosófica y físicamente, era extrema y atractiva”.

“Que hablen mal, pero que hablen” es la frase que va grande y en comillas en las entrevistas a las celebridades “polémicas”, creo que no funciona cuando ese empeño termina por silenciar una voz talentosa, si el mundo se empeña en callarte, lo hará. Davis se retiró de la música, dejando en el oculto, incluso, un disco producido por Miles, con el que quizás algún día nos podamos deleitar. O eso espero.

That’s why I don’t want to love you

La ultimate Girlboss lo era porque tenía algo qué decir y una manera única e irreverente de contarle al mundo que esa era ella, la que podía hacer su marca una patada vestida en plataformas. Esa Betty Davis puede haber sido juzgada, pero también influyó y entonces se multiplicó.

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