Un tío solía decir que todos los humanistas terminan topándose con las mismas verdades. Explicaba que más allá de las épocas, de las ciencias estudiadas, de los métodos aplicados y de los paradigmas utilizados, los hombres que estudian a la humanidad y todo lo relacionado a ella, siempre terminan encontrándose ante las mismas revelaciones intelectuales.

¿Será eso cierto?, ¿será posible que genios de tiempos distintos y de ramas del saber diversas terminen coincidiendo en las respuestas a las preguntas más elementales del hombre? Pues parece que sí ya que está a la vista de todos como abogados como el francés Voltaire han llegado a las mismas conclusiones que filósofos mucho más antiguos como Aristóteles.

Pareciera que todo el saber está compuesto por un mismo círculo de certezas a las que se puede llegar a través de múltiples caminos.

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Un caso reciente de esta época, que tal vez para muchos es claro, pero para otros no tanto, es el de dos genios estadounidenses: William Faulkner y Bob Dylan. El primero escritor, el segundo músico. El primero se dedicó a las letras, el segundo se dedicó a fusionar las letras con sonidos. Cada uno desde su perspectiva creó un mundo distinto, propio y sólido a través del que se podía y se puede tanto gozar de la vida como analizarla.

William Faulkner, por su parte, es uno de los escritores más importantes y reconocidos de todo Estados Unidos. Este literato nació en el año 1897 en el estado de Misisipi y murió a los 64 años en 1962. Escribió miles de textos, cientos de cuentos y docenas de novelas dentro de las resaltan muchas tales como «El Ruido y la Furia», «Luz de Agosto» y «Mientras Agonizo». Hoy es considerado uno de los escritores más importantes del siglo XX, pionero del modernismo estadounidense.

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Por otro lado, Bob Dylan nació en el año 1941 en el estado de Minnesota y hasta la fecha ha publicado decenas de discos tales como ‘Highway 61 Revisited’ (1965) y ‘New Morning’ (1970). A través de la fusión del folk, el country y el rock, Dylan se ha convertido en uno de los padres de la música estadounidense y de la música mundial. Hoy en día es apreciado en todo el mundo por su grandeza musical y narrativa.

Estos dos genios comparten la nacionalidad, la cultura y el amor por el arte, sin embargo, la conexión entre Faulkner y Dylan va más allá, ya que reside en una misma visión del mundo y en una forma muy parecida de abrazarlo. Faulkner viene del sur, mientras Dylan viene del norte, pero los dos coinciden en que el hombre es un esclavo de las emociones y del entorno y que solo puede encontrar la plenitud en la naturaleza.

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Ambos artistas analizan profundamente la psicología de sus personajes, ambos artistas indagan en la relación entre el ser, la rutina y las costumbres, y ambos artistas abarcan su contemplación del mundo desde el hombre común y corriente que vive entre el trabajo, los sentimientos y la incertidumbre del destino.

Tanto Faulkner como Dylan presentan un arte que tiene como protagonista al campo y a la llanura. Leer a Faulkner, como escuchar a Dylan, es irse a la inmensidad de las sabanas estadounidenses y encontrar dentro de ellas ese mundo resquebrajado del ser humano que solo está sostenido por la esperanza y la tradición.

Faulkner y Dylan son dos genios y como artistas impecables, no juzgan, sino que abren sabia y delicadamente las puertas del análisis y la exploración. Leerlos y escucharlos es una experiencia tan placentera como cultivante que ningún ser humano se debería perder.