Parece que hay hombres que nacen para cambiar la historia y marcar épocas enteras con sus talentos y sus habilidades, aunque podría ser también la misma época que ha reconocido en alguno de sus hijos un talento extraordinario y ha decidido darle lo mejor de sus cualidades y características para que esa persona se convierta en el mejor representante de sus años.
Un ejemplo de ello fue el artista comúnmente conocido como “El tenor favorito de Venezuela”, un caraqueño que no solo destacó por sus increíbles dotes musicales y actorales sino que también resaltó dentro de Venezuela y fuera de ella por su constancia, su elegancia y su seriedad. Se trata de uno de los mejores cantantes que ha tenido este país y que hoy cumple 28 años de haber dejado este mundo: Manuel Alfredo Sánchez Luna o mejor conocido como Alfredo Sadel.
Miles de personas pasan todos los días por la zona caraqueña conocida como Las Mercedes. La gente, a pie, en sus carros o en autobuses, recorren esa antigua urbanización y suelen toparse continuamente con una gran plaza que cuenta con una de las mejores ubicaciones de toda la ciudad. Todo el mundo sabe que se llama la Plaza Alfredo Sadel, pero muy pocos saben en realidad quién fue aquel hombre.
Entonces, ¿quién fue Alfredo Sadel? Sadel fue un joven sencillo y bendecido con una gran sensibilidad que nació en la ciudad capital de Venezuela en el año 1930. Desde pequeño sintió gran afición por diferentes ramas del arte, como la actuación, el dibujo y la música. Sus primeros años de vida no fueron fáciles ya que su familia sufría serios problemas financieros, sin embargo, el destino ya había decidido que Sadel sería grande así que puso todo a su disposición para que este alcanzara el éxito que alcanzó.
El pequeño Alfredo comenzó sus andanzas musicales haciendo sencillos recitales a los que no acudía mucha gente. Ya algunas personas cercanas a él le habían notado un talento fuera de lo común, sin embargo nadie le había prestado real atención hasta que un buen día fue invitado a la catedral de Caracas a cantar el Ave María. Se dice que desde ese momento, debido a la fascinación del público, el nombre de Manuel Alfredo Sánchez empezó a esparcirse por todos los cafés y todas las tertulias culturales que se realizaban en la ciudad en aquel entonces.
Así, Manuel Alfredo empezó a construirse una pequeña pero sólida reputación que hizo que muchos personajes importantes de la sociedad caraqueña se fijaran en él y lo empezaran a ver como un posible representante de la música y la cultura venezolana. Diferentes personajes relacionadas al arte decidieron ayudar al muchacho y lo introdujeron en el mundo de la educación y la preparación para que pudiera afinar y perfeccionar su innato talento.
De esa manera, Manuel Alfredo Sánchez Luna, quien decidió cambiar el Sánchez Luna por Sadel, empezó a posicionarse socialmente no solo como músico y cantante, sino también como pintor y actor. Empezó a dibujar de manera más profesional y sus dibujos empezaron a ser reconocidos en todo el país. A la par de su carrera como dibujante, su voz también fue perfeccionándose ya que cada vez tenía más conciertos y más presentaciones, además que empezó a tomar clases.
Durante la década del 40 Sadel graba sus primeros temas pero no fue hasta el año 1948 con la grabación del pasodoble “Diamante Negro” que el cantante alcanza un reconocimiento continental debido a las miles de ventas de su disco. Así Sadel empieza una nueva etapa en su carrera como profesional de la música y los conciertos en otros países y el éxito de nuevas canciones empieza a ser algo común para él.
Alfredo Sadel llegó a grabar docenas de discos en los que también trabajó en conjunto con muchos otros artistas de la época, como por ejemplo, Los Panchos. Sadel fue reconocido por cantar boleros y música folklórica venezolana pero también fue reconocido mundialmente por la ópera, la lírica y la zarzuela. En el año 2006 es publicado un disco titulado ‘Álbum de Oro’ que contiene 16 canciones que demuestran de manera muy clara el excelente talento y la agilidad que tenía este artista para cantar.
Cabe destacar que Alfredo también tuvo una exitosa carrera como actor que lo llevó a distintos países del mundo como México y Estados Unidos en los que trabajó con diferentes cineastas y actores del momento, tales como Tito Lusiardo y Javier Solís. Participó y protagonizó diversos largometrajes dentro de los que resaltan “A la Habana me voy”, “El Ratón” y “Tú y la Mentira”.
De esa manera, al pasar de los años y gracias a su esfuerzo, a su constancia y a su seguridad, Alfredo Sadel se convirtió en uno de los artistas más completos y más talentosos de toda la América Latina. Fue un excelente dibujante, cantante, compositor, actor y persona. En el año 1988 su salud empezó a causarle serios problemas y en el año 1989 Alfredo Sadel muere en Caracas.
Hoy, a 28 años de su partida, su nombre sigue recordándose, sobre todo porque evoca aquella época en la que los venezolanos le apostaban a la cultura como la mejor manera de construir país. Alfredo Sadel está estos días más presente que nunca por ser de esos venezolanos que le dedicaron su vida al crecimiento y a la evolución a través del trabajo, el esfuerzo y la perseverancia.
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