La Vida Bohème ha sido una de las agrupaciones más relevantes de Venezuela durante los últimos 7 años. A través de su música han logrado sintetizar un montón de sentimientos, pensamientos e interpretaciones de la realidad que vivimos los venezolanos, para convertirlas en arte.
Desde sus inicios, la banda tuvo una visión particular sobre la crítica social y la protesta, buscando siempre la integración del público. La participación de la audiencia es directa. Dejemos a un lado la pintura que los hizo tan populares, para enfocarnos en lo que te exigen como oyente: pensamiento crítico, argumentación, atención a lo que te rodea -sin contar las referencias culturales que no son algo que todo el mundo capte sin usar un poquito de Google. Todo esto hecho con la intención de hablar siempre de un “nosotros”, y jamás de un “yo”.
Recapitulando en lo que han sido sus producciones previas, el discurso de La Vida Bohème se ha mantenido constante en cuanto a la temática, pero la intención ha variado según las funestas circunstancias socio-políticas en las que se ha encontrado Venezuela en el momento. Con ‘Nuestra’ (2010), evocaban anarquía, rebeldía, el espíritu adolescente que poco tolera aquello que no le deja ser libre. ‘Será’ (2013) recita una crítica absoluta a la situación que sólo parece empeorar, pero buscando la organización de la rebeldía que convocaron previamente. Incluso el sonido es combativo y amenazante de a momentos, con arreglos instrumentales que no dan lugar al bochinche. ‘La Lucha’, el disco que cierra esta trilogía, es quizás un poco más fatídico. Con la banda radicada fuera del país, parecen haber entrado en la etapa de resignación.
“Mi lucha más dura ha sido conmigo mismo” es la frase de Pepe Mujica que da inicio al álbum. Eso es lo que parece ser todo el disco: un masivo conflicto interno entre lo que sienten, lo que hacen, y lo que sienten que deberían hacer. Desde “Você” se posicionan desde una perspectiva externa, sintiendo la responsabilidad de fazer estando fuera, pues lo que son no deja de estar con ellos, y ni que lo intenten pueden dejar de ser lo que son, entonces asumen la responsabilidad que el ser de los escasos venezolanos con la oportunidad de ser escuchados implica hoy en día.
Con “Lejos”, la banda consigue expresar un sentimiento que nos agobia a la mayoría de la juventud venezolana: el hecho de no encontrarte en ningún lado, no sentirte parte de aquello a lo que se supone que deberías pertenecer, es decir, a un país que está hecho pedazos, pero entonces decides irte y te das cuenta de que tampoco perteneces ahí. Estas lejos de todo, incluso de ti.
“¿De qué trata esta canción?” parece ser la frase más acertada de “Eliseo”. La respuesta podría ser que narra una serie de pensamientos incontrolables que le vienen a uno cuando está en algún viaje psicotrópico (basándome en las referencias a Hoffman y al DMT, pues parecen ser el único hilo conector del tema). Junto con “Pupitre en fuego”, son las canciones más upbeat del disco, y rompen un poco con su narrativa.
Por su parte, “Mi mar mi nada” nos presenta a una Vida Bohème que no habíamos tenido la oportunidad conocer antes. Una en la cual su líder y principal compositor, Henry D’Arthenay, se abre para introducirnos en su intimidad. “Sin pausa el día sucedió / Rodillas al triturador / Me ahogaba mi teléfono cuando de pronto sucedió”, palabras que parecen ser un recuento de todas las sensaciones que embargaron al músico al momento de enterarse del fallecimiento de su madre, una de sus heroínas y mayores influencias. Esta es probablemente una de las pocas ocasiones en las que la banda se ha atrevido a hablar de un “yo”, pero de igual manera la empatía mutua es tal que nos afecta lo que sucede en esta canción.
“El milagro del sur” toca un par de nervios sensibles, al hablar de aquella maravilla que Suramérica prometía ser, pero ahora no tiene más que restos de luchas, como Bassil Da Costa, asesinado aquel -ahora- mítico 12 de febrero del 2014 en La Candelaria, o Panchito Muntaner, recordado por ser de las víctimas de La Noche de los Lápices en el 76, en La Plata. Este tema y “La purga” son de los más poderosos del disco. Quizá digo esto desde la comodidad de lo conocido, pero son los que más respetan la importancia que lo instrumental ha tenido para la banda desde sus inicios. El álbum es sólido en concepto, pero tiene exceso de voz, no hay oportunidad de un respiro, y las anáforas son en la mayoría de los casos innecesarias. Ofrecer un poco de aire para que la impecable producción instrumental destacara es lo que le hace falta a este álbum para terminar de convencer a aquellos que lo recibieron con algo de discordia.
Un mágico interludio de niños hablando sobre lo que les gusta, lo que no, lo que extrañan y lo que quieren antecede a “Domingo”, tema que da cierre al disco. “Domingo” destaca por tener la rítmica más venezolana de todo el álbum, hecho relevante al tratarse de una producción del puertorriqueño Eduardo Cabra (mejor conocido como Visitante Calle 13), cuya intervención le dio un carácter más interregional al sonido del álbum en su totalidad. El tema también parece retomar un poco de lo que se hablaba al principio, sobre el estar lejos y sentirse solo, con una necesidad casi insoportable de dejarlo todo para regresar a pesar del desastre que te espera. Si tengo que especular, asocio bastante este tema con la partida del bajista Rafael Pérez de la banda. Independientemente de lo que haya sucedido detrás de esa decisión, no es descabellado pensar que las emociones descritas en esta canción estén conectadas con ella.
‘La lucha’ es un disco que explora toda una nueva faceta de La Vida Bohème, una que es bastante personal pero con una innegable vividez y conexión con aquellos que nos damos la tarea de escuchar. Se sienten en una especie de limbo, donde no están hundidos en el problema, pero se les hace imposible despegar por completo los pies de él. Los arreglos y la ejecución son limpios y, a pesar de ser diferentes, contienen toda la esencia de la banda. No estamos muy seguros de cuál será el próximo paso de La Vida Bohème, pero el trabajo que han hecho hasta ahora es más del que podríamos pedir.
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