Cae la noche caraqueña y la lluvia no se detiene. El viernes 24 de marzo de 2017 en la Sala Cabrujas de Los Palos Grandes se encuentran Boston Rex, Juan Olmedillo, Luis Irán y Gustavo Casas afinando sus guitarras mientras esperan a José Vargas, quien viene en camino desde Maiquetía luego de presentarse en el festival más importante de música independiente de los Estados Unidos, South by Southwest (SXSW).
Las personas ocupan el lugar y Gustavo se acerca al backstage: “ya vamos a comenzar —dice emocionado— hay sala llena”. Boston, Juan y Luis toman los instrumentos. Gustavo sale a la tarima para agradecerle al público su presencia y darles la bienvenida a su despedida de soltero: se casa al día siguiente. Además, aprovecha para presentar a Juan Olmedillo, el encargado de iniciar el íntimo show acústico.
Juan entra al escenario y vuelve a realizar una prueba de sonido, entre risas comenta que se debe a que su afinador está dañado según los otros muchachos. Seguidamente, se sienta y el sonido de la guitarra nos muestra “Cabaretera” de Los Mentas, creando una atmósfera nostálgica. Pero al cantar el último estribillo “esperando que sueltes las amarras /
que te amarran a esa barra / y zarpemos a la mar”, decide estrenar “Corazón de telita”, la cual reflexiona sobre la sinceridad.
Aparece Luis para hacerle compañía a Olmillo, quien bromea diciendo que Irán no es su verdadero nombre y Luis le sigue la corriente al mismo tiempo que se ríe: “Irán es mi segundo nombre, pero no se lo digas a nadie”, le responde con cierta complicidad. Juntos tocan “Barato” al compás, que pertenece al dúo integrado por Juan Olmillo y Claudia Lizardo, La pequeña revancha.
Luego de tomar el metro hasta Altamira, Vargas hace una entrada inesperada: atraviesa la tarima para ir detrás de escena, pero en su intento por hacerlo, tropieza con uno de los cables que se encuentra en el piso y desconecta, sin querer, el plug que va desde la guitarra de Olmillo hasta el amplificador. Sin embargo, la amena audiencia disfruta de este momento. Entre todo esto, Gustavo Casas corre a abrazar a José Vargas, la amistad y el cariño se sienten en el ambiente. Ambos dejan el espacio libre para que continúe el show.
Quienes permanecen arriba en tarima invitan al “maestro que viene manejando desde puerto La Cruz sin gasolina”, Boston Rex. Camina hacia su respectiva silla y al sentarse comenta: “Juan y Luis no les han dicho la verdad, pero esto es un grupo de Whatsapp. Tenemos un año tratando de hacer esto, menos mal que Gustavo se casa”. Los tres cantan “Dulce de almendrón” de Rex, que pertenece a su álbum ‘Crímenes de Guerra’ (2016).
También utilizan la oportunidad para revivir a Los Paranoias con “Superhistorias”, dibujando el recuerdo del año 2007 en cada uno de los presentes. Al trío se une Gustavo y entonan “El kiosko”, pieza original de Los Mentas. Cuando todos se levantan, Irán pide tocar una canción más con ellos porque había llegado Vargas, pero prefieren dejarle el espacio solo a él y lo dedica para hacer metamorfosis.
Llega el turno de Boston Rex, es el único frente a 80 personas aproximadamente, y anuncia que pronto sacará la segunda parte de su más reciente disco como solista, ‘Crímenes de guerra’. La sala empieza a llenarse de folk con un tono un tanto desgarrador: “y solo me queda decir te extraño”.
El sonido en vivo sigue cautivando al público y Vargas abre “La ventana” con sus características manos repletas de pintura y haciendo que la energía fluya: “si tú no pierdes el control / yo ya no quiero más tu amor, negra / ya deja todo a un lado y baila”. También envía una “Mala señal” desde ‘RadioCassette’ (2016).
Para cerrar con broche de oro, Gustavo Casas presenta una canción que aún no ha grabado, sino que la concebirá en Madrid y lleva por nombre “El más común de los sentidos” como un juego de palabras para hablar sobre lo que le hace falta recuperar al venezolano: el sentido común y estará incluida dentro del EP ‘Azul’, el cual contará con seis temas.
Además, estrena “El arte invade” y llama a Álvaro Casas, integrante de Americania, para que lo acompañe en los coros. “Yo no sé si ustedes tienen una relación con la luna, pero yo la tengo y es bien intensa”, menciona antes de cantar “Luna poderosa”. El público está a punto de llevarse una sorpresa, porque confiesa que “Dulce melancolía” está inspirada en la banda de su sobrino: “cuando duele, es cuando más toca y eso fue lo que tomé de Americania”.
Gustavo cierra con la pieza “Verte ya”, que lo llena de orgullo, porque le dio la oportunidad de representar a Venezuela en los premios Latin Grammy en noviembre de 2016. Pide un brindis por sus compañeros, el público presente y por seguir creyendo en el país. De esta manera, le pasa el protagonismo a la cerveza para culminar el concierto. La música en formato acústico es mucho más natural y sincera. Y, como la oscuridad en Caracas devora, la función se recoge temprano.
Bonus track
“Estoy feliz de la velada que pasamos hoy junto con mis compadres. Para mí es súper especial poder despedir la soltería de una manera alternativa como músico compartiendo con público, que sabemos que nos quieren mucho, nos siguen y nos apoyan”, agrega Gustavo Casas. También hace referencia a que está muy contento por la reacción que la gente ha tenido con las canciones del EP titulado ‘Amarillo’ (2016) y con el video en stop motion de “Verte ya”. Pronto tendrá una gira de tres meses en Europa y visitará algunos países donde no ha podido tocar: Italia, Francia y Luxemburgo.
José Vargas, o mejor conocido solamente por su primer apellido, habla de su experiencia en el festival SXSW y menciona que asistieron alrededor de 5 mil bandas de todo el mundo. En representación de Venezuela acudió Apache, Gona, Vargas, La Vida Boheme, Carpe Diem y Zeta. “Fue una experiencia genial. Conocí Austin, fue increíble porque tuve acceso con nuevos artistas y cantantes de soul con los que me pude conectar”, comenta. También añade que después de esa experiencia fueron a Miami a presentarse en varios locales y “ahora estamos aquí disfrutando”.
