Tour Más Feliz de Laura Guevara, construir desde el arte

A Laura Guevara le brillan los ojos cuando está sobre el escenario, también cuando acaba el concierto y se mezcla entre la gente para que la abracen. No queda duda de que ama lo que hace, y es agradecida con su público, y por sobre todo eso, que cree en el arte como fuerza y energía, así lo demostró en el cierre de su Tour Más Feliz. 

Solo escribir sobre lo ocurrido en el Centro Cultural Chacao parece poco, la verdad es que tenían que estar allí para disfrutar del espectáculo multidisciplinario que la cantautora nos regaló.

He visto a Laura muchas veces, en plazas, en el aula magna de la UCAB, en pequeños teatros, en acústico, y bajo esa misma premisa quizás muchos prefirieron no pagar por una entrada, “si igual la puedo ver gratis en cualquier momento”. Sé que muchas veces pensamos eso, pero el espectáculo de ayer merecía ser pagado. Se esfuerza en brindar algo diferente.

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El increíble diseño escenográfico dirigido por Alfredo Correia junto al show performático del grupo de danza Siete Ocho eran el añadido perfecto a la voz de uno de los grandes talentos de Venezuela, acompañada por músicos de alta categoría.

Desde el momento en que el telón se abrió lentamente mientras los músicos cantaban “Luna Decembrina” y el ciclorama mostraba una hermosa luna llena supe que estaba ante un gran show. En un mismo sonido, inicia “Tiempo de Escape” con la entrada del cuerpo de baile, mientras Laura agita su falda y su cadera para encender realmente el concierto.

Entre luces, pájaros, aguaceros y un columpio que caían de la tramoya, el escenario se iba pintando, mientras los bailarines iban dándole otro sentido narrativo a las bien conocidas canciones de Laura. La cúspide de ello me pareció fue entregada con “El Puñal”, tema que Laura quiso introducir con unas palabras, pero no las encontró. A falta de ellas, bien estuvo la representación que parecía convertir a la cantante en una estatua de la que los bailarines podían hacer y deshacer.

En ese espíritu nos habló sobre el arte, en una prosa nos relató “Qué maravilla es el arte”, tema central de la noche, pues quiso destacar varias veces lo importante que es seguir abriendo estos espacios para permitirnos la expresión y la crítica “qué maravilla es el arte, que se pueden decir cosas muy fuertes sin herir a nadie”; recalcó lo importante que es seguir a pesar de la situación del país, “son los eventos culturales una forma de resistencia activa ante todo lo que está pasando”.

La escenografía del aguacero también contaba con un grupo de paraguas que Laura usa como metáfora sobre el amor, en especial en este país “en tiempos de aguacero debemos volvernos unos paraguas, para nosotros mismos y para los demás”. Cada canción en la que hablaba de relaciones tóxicas, aclaraba que no solo se trata de las relaciones, sino del país.

“El amor es un paraguas y nadie nos puede quitar el orgullo de haber nacido en esta tierra” dijo para entonar un tema del tío Simón “Niño Jesús Llanero”, acompañada por los instrumentos y las voces de los increíbles Rafa Pino en la percusión y Gustavo Medina en la guitarra.

La despedida iniciaba. La cantante seguía recordándonos que tenemos que creer y crecer sin importar la situación que vivimos, (me parece que le faltó decir crear). “Deberíamos es ser conocidos en Venezuela por la música, por la danza, por todo lo artístico”. Su tema “Más Feliz” puso a todo el público a cantar el coro, como pide en todos sus espectáculos, para luego ponerlos de pie con “Año Viejo”, invocando las mejores energías para el 2017.

Aunque no fue la última canción, quisiera cerrar hablando de “El Constructor”, el grupo de baile llenó el escenario poco a poco con globos de helio desde que Laura entonaba el famoso «Quierou«, y me hizo pensar en aquello de lo que la cantante había estado hablando toda la noche, construir es un verbo muy amplio, hay todo un verbo creador en el arte y el uso de esas herramientas es lo que hace que los globos se mantengan flotando, se exploten o caigan al suelo. Eso es lo que brindó la coreografía, durante tan solo una canción un escenario gris se convirtió en una fuente de color multiplicador, que terminaría de explotar con “Fuego”, tambores y una parranda que la bajó del escenario para que el público la siguiera hacia el espacio abierto del Centro Cultural Chacao, entre baile, color y un brindis para dar fin al concierto y seguir celebrando que, a pesar de todo, hay gente que sigue haciendo país