El gran poeta, novelista, cantante y compositor Leonard Cohen ha fallecido. Con 82 años, de los cuales 50 dedicó a la música, el legado que deja es incalculable.

Y no incalculable en el sentido de “inmensurable”, pues para 50 años de carrera, 14 discos es relativamente poco. Tan sólo pregúntele a Spinetta, que en 40 años hizo más del doble. El legado de Cohen es incalculable en el sentido de que cada canción y cada álbum dejó una estela, y directa o indirectamente, una influencia para todo aquel que posó en sus oídos alguna de sus melodías.

Antes de dedicarse a la música, el canadiense había publicado las novelas ‘El juego favorito’ y ‘Hermosos perdedores’, además de varios poemarios, siendo el primero ‘Hablemos de mitología’, una colección de poemas que escribió desde los 15 a los 20 años. Incluso con ese material tan prematuro, ya Cohen dejó en claro los tópicos que le importaban, como el amor, el poder, el sexo, la espiritualidad y la religión.

A los 30 años, Cohen se dio cuenta de algo que, si bien molesta, el mundo le debe agradecer: como escritor, no le estaba yendo bien, económicamente hablando. Los ingresos que tenía eran mínimos. Y en un mundo donde los Beatles viajaban por el mundo, haciendo llorar a miles de fanáticas, y Bob Dylan vendía cientos de discos a pesar de no ser el mejor cantante, Cohen vio en la música un nuevo lienzo en el cual plasmar su arte, con muchas más posibilidades de surgir.

Se muda de Montreal hasta Nueva York, y empieza a codearse con gente del medio como Andy Warhol y The Velvet Underground. De hecho, llegó justo a tiempo para conocer a Nico, y terminó siendo bastante influenciado por ella, en especial en la manera de recitar las canciones. Es así como llega en 1967, gracias al scout de talentos y productor John Hammond (el mismo que volvió famoso a Bob Dylan), ‘Songs of Leonard Cohen’, que inmediatamente se volvió un éxito, en especial por su famosa canción “Suzanne”, que ha sido versionada innumerables veces desde entonces.

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Más tarde publicó los discos ‘Songs From a Room’ (1969), ‘Songs Of Love And Hate’ (1971) y ‘New Skin For The Old Ceremony’ (1974), álbum que aprovechó para renovar su sonido, añadiendo instrumentos orquestales, obteniendo como resultado una estructura sonora más completa y compleja. De este álbum se desprende su clásico “Chelsea Hotel #2”, que narra una noche de pasión que vivió junto a Janis Joplin. Las letras son en realidad algo gráficos, y años después se disculpó por la imprudencia que significó el haber comentado tanto que la canción trataba sobre ella.

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En 1977 publicó su álbum ‘Death of a Ladies’ Man’. Dos años después compartió ‘Recent Songs’, muy influenciado por el jazz. Pero en 1984, con ‘Various Positions’, Cohen consigue uno de los que sería su magnum opus, que alberga la icónica canción “Hallelujah”, inmortalizada por Jeff Buckley en 1994. A pesar de que en su momento la variación del sonido folk/acústico de Cohen a uno mucho más influenciado por los sintetizadores y reverb que dominaban la época fue algo criticado, o más bien inesperado, este es hoy considerado como una de las más importantes producciones del músico.

A sus discos ‘I’m Your Man’ (1988) y ‘The Future’ (1992) le siguieron casi 10 años de silencio, donde se dedicó a cultivarse como monje budista, siendo el cocinero de su mentor, el sacerdote Kyozan Joshu Sasaki Roshi. En el 2001 surgió un Leonard Cohen renovado, atribuyendo al budismo las mejorías en torno a la depresión que sufría. Su álbum ‘Ten New Songs’, una colaboración con la cantante Sharon Robinson, fue publicado, seguido por ‘Dear Heather’ en el 2004, donde adoptó un estilo más de narración poética sobre música.

En el 2012 regresó con su álbum ‘Old Ideas’, que es reconocido como su álbum más exitoso en las carteleras. Luego, en el 2014, días después de su cumpleaños No. 80, publicó ‘Popular Problems’. Finalmente, en octubre de este año, vio la luz lo que sería su álbum final ‘You Want It Darker’, que resultó siendo bastante aclamado tanto por las críticas como por el público.

Pareciera que Cohen sentía lo que le esperaba, pues al momento del lanzamiento de este último disco, reveló en una entrevista con New Yorker que no se encontraba bien de salud, y que estaba “listo para morir”.

La muerte de Cohen fue una sorpresa para el mundo, entre todos los fanáticos que cultivó con los años, incluyendo grandes músicos como Nick Cave, Alanis Morissette, Sean Lennon, Justin Timberlake, y muchos otros. Incluso Justin Trudeau, actual primer ministro de Canadá, reconoció a Cohen como el épico artista que fue.

Días más tarde de su entrevista con New Yorker, aclaró que estaba exagerando, y que siempre le había gustado ser bastante dramático en cuanto a él mismo.“Pretendo vivir por siempre”, dijo. Así será, Leonard.