Ha sido un año importante para la familia Knowles. A inicios de año, Beyoncé publicó su épico álbum ‘Lemonade’. Y ahora Solange lanzó lo que sería oficialmente su primer álbum que llega al puesto número 1 en la cartelera Billboard.
Con sus producciones anteriores, y con ánimos de alcanzar independencia y reconocimiento fuera de la sombra de su hermana, Solange había trabajado con géneros y temáticas como el funk y el soul, y muchas influencias de reggae y hip-hop. Pero a pesar de que fueron reconocidos en su momento, no llegaron al nivel trascendental que alcanzó con su nuevo álbum ‘A Seat at the Table’.
‘A Seat at the Table’ llegó para sorpresa de todos como una exploración de todo el espectro evolutivo que ha atravesado el R&B hasta llegar a lo más moderno. Y no sólo es un álbum que roba el aliento musicalmente. Su nivel lírico es lo que verdaderamente ha generado un inmenso revuelo, tratándose de una oda al orgullo negro y el amor propio.
Con la situación social que están enfrentando los negros en Estados Unidos actualmente, parece ser, más que una necesidad, un deber, el alzar la voz y tomar una postura. Solange asume esta responsabilidad con demasiada pureza y sentimiento, y el álbum en su totalidad termina siendo una pieza de historia, por el recuento de los problemas actuales que hace a través de sus letras, pero particularmente también por los interludios que incluyó: su padre, describiendo cómo ha vivido en carne propia amenazas a muerte por su color de piel; su madre, hablando del orgullo que uno debe sentir como negro; colaboraciones con Master P, Kelsey Lu, Devonté Hynes; e “Interlude: I Got So Much Magic, You Can Have It”, un adorable acapella junto a Nia Andrews y Kelly Rowland.
Desde el segundo en que el álbum empieza, con la canción “Rise”, comenzamos a tener una sublime experiencia auditiva, mientras nos transmite un mensaje que parece querer introducir en nuestras mentes a través de la repetición, insistiendo en que cada quien debe mantener su propio camino y ser fiel a sí mismo, tanto en las buenas como en las malas. Le sigue “Weary”, que mantiene la misma línea, y apunta a influenciar especialmente a la mujer negra, para que no se sienta intimidada por nadie y asuma con orgullo todo lo que es, como una especie de arrepentimiento por todas aquellas cosas que tuvo que hacer para “calzar” que narra en “Cranes in the sky”.
“Mad”, su colaboración con Lil Wayne, es una crítica a la crítica. El hecho de que, a pesar de que estén atravesando por un momento donde respeto e inclusión, de defensa de su cultura, quejarse y levantar la voz está mal visto, te vuelves en una especie de radical. “¿Por qué estás tan molesta todo el tiempo?” “¿Por qué te quejas tanto?” La situación lo amerita. Solange está ofendida, y no piensa callar.
Luego retoma la idea en la bellísima “Don’t Touch My Hair”, junto a Sampha. Musicalmente, tiene reminiscencias del smooth soul de Grover Washington Jr y Bill Withers. (especialmente el intro). Líricamente exige respeto a su cultura, a su cabello, que simboliza de la manera más tangible su herencia afroamericana. Otras joyas sonoras del disco incluyen “Where Do We Go” y “Scales”, donde la voz y las habilidades de Solange se vuelven protagonistas; y “Borderline (An Ode To Self Care)”, que rescata unos beats muy de principios de los 2000, una época importantísima para el R&B y el soul alrededor del mundo.
El álbum entero parece resumirse en “F.U.B.U.” (una extensión del interludio “For Us By Us”), donde habla directamente a sus niggas, y enlista, punto por punto, las injusticias que tienen que atravesar a diario, desde la más pequeña hasta la más irracional.
‘A Seat at the Table’ es como una especie de extensión de “Strange Fruit”, traída a la actualidad, quizás con ritmos y melodías modernas, pero no en temática. Trágico pensar en que casi 80 años después, no mucho ha cambiado para los negros en Estados Unidos y aún hay que defender las mismas causas. Es un álbum mágico de principio a fin. Podría ser calificada como la mejor performance vocal de Solange. Esto, sumado a una espectacular producción, composiciones y arreglos, y letras que desde su lanzamiento se volverán referencia histórica dentro de la cultura pop, dan como resultado final un disco trascendental, un alivio y un respiro para una gente que lo necesita más que nunca, los que “llegamos como esclavos, pero nos iremos como realeza”.
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