Este año Beyoncé sorprendió al mundo con su increíble pieza audiovisual ‘Lemonade’. Un par de días después, Florence + The Machine publicó ‘The Odyssey’, dando por terminado un proyecto donde por varios meses estuvo posteando videos para cada canción de su álbum ‘How Big How Blue How Beautiful’, algo bastante similar a lo que Justin Bieber ejecutó con su serie de vídeos para ‘Purpose: The Movement’. Recientemente, Drake anunció que está trabajando en ‘Please Forgive Me’, un cortometraje donde sonarán canciones de ‘VIEWS’, su exitoso último disco. Frank Ocean se unió a este combo tras publicar sorpresivamente ‘Endless’ (y jugando, una vez más, con los fanáticos que llevan meses esperando su nuevo disco).
Está claro que la idea de conceptualizar e inmortalizar un álbum a través de una producción audiovisual es algo que está muy en boga. Y más que un gusto que se dan los músicos, parece ser necesario y parte de la evolución de la industria. Ya no hay espacio para los vídeos musicales en la televisión, y triunfar en YouTube es complicado a menos que te llames Adele o te vuelvas viral como “Hotline Bling”. Adicionalmente, con la avalancha de información que circula por la web cada segundo, cada lanzamiento se vuelve menos relevante. Los artistas están ideando maneras para que escucharlos sea prácticamente una obligación y un deber moral.
Como consecuencia de estas circunstancias es que la presencia del “álbum visual”, ya sea como herramienta de marketing o necesidad artística, ha crecido tanto. El término de “álbum visual” es relativamente nuevo, aunque surgió para acuñar un concepto que tiene desde mediados del siglo pasado desarrollándose. Más que una alternativa a los vídeos musicales convencionales, es una manera de promocionar un álbum como concepto y como puerta a explorar posibilidades tanto cinematográficas como sinestésicas. Y en los últimos tiempos se ha vuelto tan relevante que incluso MTV ha decidido fundar una nueva categoría en sus Video Music Awards dedicada a reconocer estas producciones.
Si bien la definición de “álbum visual” es algo difusa, pues actualmente puede llegar a tener diversas vertientes, algo innegable es que sus orígenes surgen a partir de los Beatles (¡sorpresa!) y su ‘A Hard Day’s Night’ (1964). Si bien es más una película musical cuyo soundtrack es el álbum del mismo nombre, es realmente el primer acercamiento que se tuvo a plasmar un álbum entero en una producción audiovisual.
Más tarde, con proyectos como ‘Yellow Submarine’ (1968) de los Beatles o el magnum opus de Pink Floyd ‘The Wall’ (1982) se empezó a desarrollar una nueva manera de cohesionar imagen y música. Las canciones, en lugar de acompañar a una narración visual, son parte clave de ella y su desarrollo, volviéndose protagonistas. Un ejemplo más reciente de esto es ‘The First Days Of Spring’ (2009) de Noah And The Whale, donde sonido e imagen tienen una cohesión incomparable, como si se tratara de un enorme vídeo musical. Y es importante diferenciar este tipo de producciones de musicales clásicos. No es una línea narrativa hilada a través de canciones, sino todo lo contrario. La historia que conecta cada canción con la otra es creada con el único fin de darles un contexto y una imagen.
Aunque si nos ponemos exquisitos y nos vamos a lo más puro del término, pareciera ser que ‘ODDSAC’ de Animal Collective es la única producción que entra en esta categoría. Animal Collective es de las agrupaciones más peculiares y experimentales del milenio, y en el 2010 publicaron ‘ODDSAC’, un proyecto que venían desarrollando desde el 2006 de la mano del director Danny Pérez. Lo curioso e interesante de este proyecto es que lo lanzaron únicamente como pieza audiovisual. Imagen y sonido no son independientes. Intentar escuchar el álbum sin los visuales puede tornarse complicado, al igual que la pieza visual no tiene ni hilación ni coherencia sin la música que la acompaña.
Más tarde en el 2010, Kanye West publicó su cortometraje ‘Runaway’, una exquisita pieza visual donde el rapero usó de fondo musical canciones de su álbum ‘My Beautiful Dark Twisted Fantasy’. Objetivamente: ¿es necesaria la música para entender la narrativa del corto? No. El corto es sin duda visualmente impactante y hermosamente ejecutado, pero música y vídeo no son precisamente complementarios. De todas maneras, esta producción de Kanye es altamente reconocida en la industria por la impecable pieza audiovisual que es, y todo lo que le sumó a un álbum que de por sí es sumamente poderoso.
Desde entonces más proyectos similares se han desarrollado. Por ejemplo, Bon Iver publicó una serie de visuales que acompañan cada canción de su álbum ‘Bon Iver, Bon Iver’ (2011), o TV On The Radio, que lanzaron su álbum ‘Nine Types Of Light’ (2011) y más tarde publicaron una película con unos visuales increíbles, con unos testimonios, sobre el amor y otros temas, de diferentes personas, aunque, similar a los casos de Justin Bieber y Florence + The Machine, es un film perfectamente divisible en vídeos musicales individuales. De hecho, de ahí se extrajo el vídeo oficial de la canción “Will Do”.
Los vídeos musicales tienen varias décadas siendo parte fundamental del éxito de los artistas, además de marcar hitos en la cultura pop. Pero la realidad es que la nueva era ha hecho migrar a los músicos a nuevas maneras de presentar su producto, ya sea con publicidad fuera de lo común, lanzamientos sorpresa, o este magnífico legado de álbumes visuales que sirven de inspiración para proyectos posteriores.
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