La semana pasada hablamos de un disco importante en la evolución del rock venezolano debido a su uso de la psicodelia y la distorsión para crear canciones diferentes al resto de la escena. Pero saltando algunos años dentro de la evolución de nuestra escena alternativa al 2011, cuando los sonidos del pop se mezclaban con el rock y las influencias inglesas creando varios discos importantes entre ellos ‘La caída de Lucy’ de Buenaparte.

Viéndolo por encima podría parecer que la banda es una más de la larga lista de bandas de rock que surgieron por esos años pero había varios puntos que los diferenciaban del resto: Su impecable producción, sus influencias del folk y las composiciones de su vocalista Nelson Castro.

Castro tiene herramientas que no todos los compositores pueden presumir, no solo era capaz de abordar canciones tristes cuya melancolía se esconde entre un par de acordes pop y combinarlas para crear un ambiente colorido con sus canciones. Estas capacidades se pueden notar en este debut uno de los mejores de una época llena de debuts interesantes dentro de la escena local.

El disco abre con la soñadora “Puedes” que destaca por una carga de optimismo siempre necesaria para sobrellevar un país como Venezuela, aunque realmente no habla de la situación política. De inmediato la banda se apoya en su capacidad para mirar el pasado con la catártica “Mary” donde ponen espacio entre la banda y una relación dañina.

Está mezcla de optimismo y nostalgia se mantiene en todo el disco, pero quizás  no es tan obvia en ninguno de los temas como lo es en “Entre acordes torpes” el principal sencillo del disco donde el vocalista habla de un amor no retribuido y como este lo ayuda a poder componer, riendo entre dientes de su propia estupidez sobre acordes simples apropiados para el tema.

El grupo sigue hablando de las musas en los siguientes dos temas “Aunque no intentes” y el tema de folk indie “Deseo o ansiedad” los cuales muestran de las mejores letras de Castro. Hay que resaltar aquí la labor del resto del grupo, la guitarra de Christian Cordero y la batería de su hermano Andrés Cordero ayudan a inyectarle el optimismo necesario a los momentos más tristes y el bajo de Jean Gonzales cumple a la perfección el rol de pegamento en la banda, aunque a veces parezca imperceptible en las canciones. Todos estos elementos se fusionan a la perfección en la luminosa “Con lucy in the sky” que le da título al disco y que sirve como himno a la idea de empezar de nuevo sino como tributo al clásico “Lucy In The Sky With Diamonds” de The Beatles.

El disco baja la velocidad en la entrañable “Gravedad” donde con un ritmo lento el grupo va construyendo poco a poco un ambiente melancólico que se diferencia de la adictiva “No más” quizás el tema donde se nota más la mano del productor del disco: Boston Rex de Tomates Fritos por sus aires de rock sureño.

El despecho sigue tomando protagonismo en el cierre del disco “Track 4” recorre la idea casi sabinera de lo difícil que es olvidar a una chica cuando seguimos enamorados y todo nos recuerda a ella. “Tropezones” repasa sobre la idea de que ningún amor es perfecto pero igual son necesarios y la extraordinaria “Eres” habla de cómo otra persona puede volverse nuestra inspiración principal, esto sin el aire de melancolía que impregna el resto del disco lo que la convierte en un cierre triunfal.

Lo sorprendente de los dos discos de Buenaparte es lo frescos que aún suenan. Tanto este lanzamiento como su sucesor ‘Estoy de paso’ (2014) sirven como un ejemplo claro de las posibilidades de la poesía en el idie y que los tonos pop no son excusa para quedarnos en letras simples.

Ojala hubiese sido más influyente de lo que fue.