El hombre moderno tiene aproximadamente 200 mil años de existencia sobre la tierra. Es decir, el hombre moderno le ha dado la vuelta al sol 200 mil veces y aunque pareciera mucho, lo más increíble es que, luego de todo ese tiempo, aún no ha aprendido a convivir ni consigo mismo ni con el ambiente.

A veces el sol pareciera esconderse o huir, aterrado, de tanto desastre y tanta ignorancia. Hay épocas, como la que vivimos, en las que una agria noche interminable pareciera posarse sobre todos y sobre todo, volviéndonos susceptibles, desesperanzados e indefensos. ¿Pero es el sol el que se esconde? O, por el contrario, ¿somos nosotros, con nuestra barbarie, los que lo tapamos?

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La semana pasada ocurrieron dos eventos que han enlutado a millones de personas y a gran parte de la conciencia humana a nivel mundial. Son dos sucesos que representan el agrietamiento de la moral colectiva y que vuelven a poner sobre la mesa una interrogante que inútilmente los medios y los gobiernos intentan ignorar: ¿Hacia dónde vamos?

El día 22 de mayo ocurrió un atentado en la ciudad inglesa de Manchester en el que murieron más de 20 personas luego de que un joven decidiera inmolarse en el pleno desarrollo del concierto de la cantante estadounidense, Ariana Grande. El evento que pretendía ofrecer una noche de música y entretenimiento, terminó convirtiéndose en una tragedia que marcará la historia de la cantante, de la ciudad y de cientos de familias.

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Ese ataque, más allá de cualquier explicación religiosa, demuestra que el odio y la intolerancia están llegando a niveles nunca antes vistos y que están reclutando seguidores con una eficacia y una velocidad alarmante. El fanatismo y el desprecio a occidente están propagándose como una pandemia y están afectando, como siempre, a los que menos tienen la culpa; a los que, por el contrario, intentan embellecer el mundo y realzar lo positivo de la humanidad a través del arte.

A todas estas, ¿están los gobiernos del mundo tomando las medidas necesarias y precisas para solucionar el avance del terror y del odio?

Por otro lado, el 24 de mayo se llevó a cabo el atentado en contra del joven Wuilly Arteaga quien tenía varias semanas intentando sensibilizar a los guardias venezolanos con los acordes y las melodías que producía con su violín. Ese día, uno de los íconos de las protestas venezolanas, recibió una cachetada gubernamental luego de que le decomisaran su instrumento y se lo regresaran totalmente destruido. ¿Cuál fue su delito? Intentar suavizar los corazones del régimen.

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Ese ataque, más allá de cualquier explicación política, demuestra la cosificación del hombre y la pérdida total de la solidaridad con el otro, incluso entre compatriotas. El violín, que representa el arte, la educación y la belleza fue destruido en segundos por una mano militar que no le bastó con destrozarlo sino que además tuvo la perversidad y el sadismo de regresárselo así, vuelto nada, al joven.

A todas estas, ¿qué están haciendo los gobiernos del mundo por ayudar al pueblo venezolano que pide simple y llanamente ser escuchado? A todas estas, ¿qué están pensando esos banqueros internacionales y esos empresarios venezolanos al hacer negocios con un régimen que tiene las manos manchadas de sangre?  

El mundo está desafinado y parece haberse caído por un desfiladero oscuro y sin retorno. Tal vez se pueda pensar que esos dos eventos mencionados son hechos aislados que poco tienen que ver entre si y que no representan la totalidad de la humanidad, pero se debe recordar que gracias a ese pensamiento egoísta y encasillado que divisa al mundo no como un todo, sino como partes unidas, es el que tiene al mundo cada vez más dividido y por lo tanto, es el que tiene al mundo cada vez más vulnerable ante el odio y el rencor.

A demonstrator catches fire during clashes with riot police within a protest against Venezuelan President Nicolas Maduro, in Caracas on May 3, 2017. Venezuela's angry opposition rallied Wednesday vowing huge street protests against President Nicolas Maduro's plan to rewrite the constitution and accusing him of dodging elections to cling to power despite deadly unrest. / AFP PHOTO / RONALDO SCHEMIDT

No obstante, también hay que mencionar que existe otra cara. En el atentado de Manchester no solo está la faceta del terror y de la muerte, sino que también está la faceta de esta joven, Ariana Grande, quien ha decidido realizar otro concierto en la misma ciudad con el fin de recaudar fondos para las víctimas. En el caso del violinista, Willy Arteaga, también hay otra faceta y es aquella constituida por todos los venezolanos y no venezolanos que se preocuparon y le tendieron su mano al músico.

Aunque suene novelesco, la tercera guerra mundial hace rato comenzó y no es precisamente entre imperios que demuestran su armamento nuclear, sino es esa que se vive diariamente entre la honestidad y la corrupción, entre la justicia y el clientelismo, entre la igualdad y la desigualdad, entre la solidaridad y el odio.

Ojalá, más temprano que nunca, podamos celebrar la victoria de la música ante las balas.