Un muchacho oriundo de Nashville, Tennessee, que supuestamente iba a ir a la Universidad para ser odontólogo pero luego de irse de gira con su hermano, su vida cambiaría. Gregg Allman, uno de los grandes pianistas, organistas y compositores del rock sureño, falleció el sábado 27 de mayo a los 69 años. Cuando vi la noticia de su muerte, solo pensé en su gran obra y lo que dejó para la historia de la música pero sobre todo del rock. Una vida que a pesar de haber enfrentado una serie de eventos trágicos como el asesinato de su padre y el fallecimiento de su hermano Duane cuando este tenía 24 años, su música siempre se caracterizó por mostrar esa voz con perfecta expresión sureña.  A los 22 años junto a Duane, formó la icónica The Allman Brothers Band, símbolo del rock sureño.

Un artista que introdujo en el rock popular estadounidense la improvisación del jazz y elementos del blues, pero sobre todo en un Estados Unidos que aún era rural en muchos de sus estados, las grandes ciudades como Nueva York, Chicago o San Francisco daban impresión de excepción. La música de estos hermanos sería la primera vista al rock con estos elementos, y llegaría a ser una de las más populares de su época.

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Poco más de 50 años de carrera no se dicen fácil. Capaz de pasear entre agresividad y asertividad en un mismo tema como pasó con su primera grabación ‘It’s Not My Cross to Bear’ (1969). Su trabajo con The Allman Brothers dejó líneas de piano que siempre se van a recordar, empezando por tres temas icónicos de la banda: “Melissa en el álbum ‘Eat A Peach’ de 1972, los otros dos en su álbum de 1973, ‘Brothers and Sisters’; “Ramblin’ Man” y “Jessica”, el primer tema que escuché de Allman Brothers, ambos publicados luego de la trágica muerte de Duane en 1971.

Allman tuvo el don de ser un gran compositor, algo que se vio a la perfección en su álbum primer álbum solista: ‘Laid Back’ también en 1973. “Midnight Ridero la belleza de “Multi Colored Ladyson muestra de la facilidad de Allman para plasmar emociones. Con este álbum vino incluida una aventura de sonidos. Nos hace viajar con él en sus giras. Nos hace vivir el blues, el jazz, el folk, de una manera única que sólo él sabía plasmar.

El detalle de plasmar en sus temas todas las emociones que envuelven al ser humano fue intrínseco en él. Desde sus tristezas por problemas y adicciones hasta sus alegrías. Cada álbum, bien fuese con The Allman Brothers, su propia banda o su trabajo solista, era una oportunidad para emprender con él un viaje en el que cada tema traería un nuevo recuerdo.

Su versatilidad como músico la mostró durante cada década, en los años ’80 sacó su tema “I’m No Angel”, de su álbum homónimo con The Gregg Allman Band. Aquí se vio un Allman que se acopló muy bien a los sonidos de la época, con percusiones ochentosas, pero aun así manteniendo su toque vocal en los temas interpretados.

Su habilidad para poder nadar entre elementos de sus  orígenes se vio incluso hace pocos años, en 2011 publicó uno de sus últimos trabajos: ‘Low Country Blues’. Un Gregg apegado a sus raíces del sur, con trabajos muy acústicos y con instrumentos característicos que hace que vayamos a dar un paseo por los pantanosos paisajes de Florida, o los campos de Georgia o Alabama. Un álbum que a pesar de no ser de los más famosos, recoge muy bien las bases musicales de Allman, el blues y el soul. Para muestra, el tributo al ya clásico “Midnight Rider”: “Just Another Rider”, donde habla de las lecciones aprendidas «remind you to take it slow/One step at a time, baby.»

Gregory LeNoir Allman tuvo una vida llena de altos y bajos, como todos los seres humanos. La droga y el alcohol, lamentablemente le pasaron factura luego de muchos años y llegaron complicaciones de salud. Lo que sí sabremos es que Gregg influenció a un sinfín de tecladistas y pianistas en el mundo del rock. Ese muchacho oriundo de Nashville que terminó siendo el alma del rock sureño y miembro del Hall de la Fama del Rock and Roll, siempre nos acompañará con sus líneas. Gracias por tanto.