Poesía es la imitación del mundo espiritual, la cual nos conduce a una catarsis –o eso nos dijo Aristóteles en ‘La poética’ hace más de mil años– y expresa lo que podría ocurrir. Un poeta es un poeta por su capacidad de réplica de la dimensión humana, logrando embellecer hasta lo más grotesco y caótico. Además, posee la creatividad para contar sus asuntos personales mientras le habla a millones de personas.

A los más tradicionales les costará admitir que Bob Dylan es un poeta, pero el 13 de octubre de 2016 amanecimos sorprendidos con la noticia de la Svenska Akademien (Academia Sueca) que había otorgado por primera vez el Premio Nobel de Literatura a un músico por la razón de “haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”: Robert Allen Zimmerman, quien ya había estado nominado en varias ocasiones.

Bob Dylan: el poeta de una humanidad desesperanzada. Cusica plus.

Este galardón ha originado controversia a nivel mundial: Dylan tardó 15 días en dar una respuesta luego del anuncio, lo cual ofendió a la Academia. También decidió no asistir a la ceremonia oficial realizada en diciembre, debido a compromisos que ya tenía pautados. Finalmente, el primer sábado del mes de abril de 2017, mientras estaba de gira por Estocolmo, recogió su premio. Sin embargo, como ningún medio de comunicación cubrió la conferencia a petición suya, debe presentar una versión grabada para junio o tendrá que renunciar a 8 millones de coronas suecas, que le corresponde como parte de la recompensa.

La poética de Bob Dylan comenzó cinco décadas atrás: un joven que vestía jeans, camisas holgadas y lentes de pasta negra tocaba en cafeterías de Minnesota, Estados Unidos, en 1959 y desde entonces ha dicho lo que nadie se ha atrevido a decir. Pasó de trovador de folk de protesta al sonido de la guitarra eléctrica, lo cual lo llevó a casarse con el rock, pero siempre manteniendo su esencia con letras llenas de simbolismos y reivindicaciones en una época en la cual parecía que a nadie le gustaba el country, el rock and roll ni el rhythm and blues.

Bob Dylan: el poeta de una humanidad desesperanzada. Cusica plus.

La música mainstream fue solo un canal para llevar la poesía a las masas y poder ser escuchado, tanto así que desde junio de 1988 se encuentra realizando el ‘Never Ending Tour’, que consiste en enlazar una gira con otra sin interrupción. A lo largo de los años ha demostrado que dirige una audiencia que cualquier poeta literario envidiaría. Aunque, al principio, no todo fue color de rosas: cuando se enchufó al sonido eléctrico, sus seguidores lo tomaron muy mal e incluso pagaban las entradas de sus conciertos solo para ir a abuchearlo.

Bob Dylan fue el mesías de una generación que buscaba desesperadamente un refugio para lo que acontecía, especialmente para aquellos herederos de la Segunda Guerra Mundial, quienes crecieron bajo la esperanza de un futuro mejor en medio de una distopía. Necesitaban respuestas y, al mismo tiempo, un escape de la realidad, así que los acordes de Dylan eran un soundtrack para las palabras que requerían oír.

Bob Dylan: el poeta de una humanidad desesperanzada. Cusica plus.

Resumir 57 años de carrera y 38 álbumes de estudio no es tarea fácil, pero puede hacerse utilizando el término alemán Volksgeist, porque el intérprete de Minnesota supo cómo reunir el espíritu del pueblo en una sensación popular como la música, otorgando un sentido de pertenencia –y quizá de dirección–  al ciudadano común estadounidense.

Podemos leer a Mario Benedetti, Vicente Huidobro, Pablo Neruda… y apreciar lo sublime, pero la forma en la que Bob Dylan ha sabido enlazar el ritmo, el lenguaje y la armonía dentro de la retórica musical es lo que logra la verdadera composición rítmica de las palabras y hace que lo fónico tenga más precisión que cualquier poema escrito y consigue que el escucha se transporte a un medio sensitivo.

En árabe la palabra para referirse a poesía es shi’r, que etimológicamente significa “conciencia” y las canciones del último Nobel de Literatura siguen esta concepción haciendo un llamado al conocimiento del ser humano sobre su propia existencia, específicamente aquellas de la década de 1960, que son las más conocidas:

“Blowin’ in the Wind”

Es el primer sencillo de su segundo disco ‘The Freewheelin’ (1963) y con solo una guitarra y una armónica nos habla de humanidad, guerra, paz, libertad y nos dice que las respuestas están ahí –ni en la televisión ni en el periódico– esperando por nosotros: “The answer, my friend, is blowing in the wind”.

“Masters of War”

También está incluida en ‘The Freewheelin’ y no es una simple tonada para declarar una posición en contra de los conflictos bélicos, sino que condena a los responsables de todas las atrocidades que estos producen y que en algún momento pagarán. Fue escrita durante la Guerra Fría cuando Estados Unidos comenzó a invadir a Vietnam. Es un popurrí de sentimientos: rabia, angustia, ira e impotencia. Ha sido versionada por otros artistas como Pearl Jam y Ed Sheeran.

– “The Times They Are A-Changin”

Es una de sus canciones de protesta más abierta en la cual canta sobre el fenómeno baby-boom que nació en el período posguerra. También hace referencia a que esa nueva generación serían quienes harían del mundo un mejor lugar para vivir, dejando a un lado las antiguas políticas de gobierno y olvidando la discriminación y la pobreza. “The Times They Are A-Changin” fue publicada en 1964 y pertenece a su tercer disco que lleva el mismo nombre.

“Like a Rolling Stone”

Es una de las melodías más aclamadas de todos los tiempos y forma parte de su álbum ‘Highway 61 Revisited’ (1965). Esta canción logró marcar el cambio de género: del folk al rock. Además, está inspirada en una exnovia de Bob Dylan, pero no nos invita a sentir misericordia ni nostalgia, sino a reflexionar –con un toque de venganza adornado por la guitarra eléctrica– sobre el vacío de una vida material llena de lujos. La revista Rolling Stone la consideró como la mejor canción de todos los tiempos.

https://www.youtube.com/watch?v=4F0ytNzHDj8

– “Knockin’ on Heaven’s Door”

Bob Dylan compuso está canción para la banda sonora del western ‘Pat Garrett & Billy The Kid’ (1973) y narra el punto de vista de un sheriff, quien se encuentra agonizando. La muerte es la protagonista del tema: el sentimiento de la vida acabándose y la oscuridad asechando. Aunque también puede interpretarse como la revelación de la conciencia luego de vivir con los ojos vendados. Este es uno de los tracks con más covers en la historia: Eric Clapton, Guns N’ Roses – recaudó mucho más que la original–, U2, Lana del Rey, Bon Jovi y la lista continúa.

“Visions of Johanna”

El ser humano está en una constante búsqueda por lo etéreo y Robert lo denuncia con la lírica de esta pieza bajo la influencia de la Generación Beat. También se encuentra relacionada con el concepto de infierno y desolación en un ámbito bastante surrealista. La novela ‘Blue Label’ (2011) del escritor venezolano Sánchez Rugeles utiliza “Visions of Johanna” como parte de su viaje narrativo, haciendo que los protagonistas interactúen en función de ella. Está incluida en su séptima producción discográfica ‘Blonde on Blonde’ (1966), la cual la Academia Sueca considera como la más poética de todas.

Sus canciones de protesta son un producto suspendido en el tiempo, que generó significantes sociales a través de metáforas: se mantienen vigentes hoy en día y están colmadas de política, derechos civiles, religión, denuncias, guerra, discriminación, intolerancia, miedo, persecución, fanatismo, frustración… Se ganó la voz de una generación con su mímesis de lo que ocurría y podía ocurrir, logrando revolucionar la música folk como expresión de la época en la que tuvo su mayor auge. Tal vez al mundo solo le hace falta más rapsodas como Dylan, la Academia no puede estar equivocada.