Hablar de feminismo en la actualidad es delicado. Una palabra más y eres “feminazi”. Una palabra menos y eres una sumisa. Pero le guste a quien le guste, es un tópico válido y, sobre todo, necesario.

Lo que hay que entender es que el feminismo ya no es protestar topless, dejar de afeitarte y odiar a todos los hombres. El feminismo ha cambiado. El feminismo aboga por la igualdad de género en todos sus sentidos, y el respeto de las mujeres y sus derechos, y no hay que ser mujer necesariamente para defender la causa. De hecho, uno de los personajes más importantes del grunge de los 90s se consideraba a sí mismo feminista. Kurt Cobain dedicó en varias ocasiones parte de su discurso a dejar ver su oposición a la homofobia, el racismo y en particular al sexismo. En canciones como “Polly” o “Rape Me” criticaba duramente la cultura de violación, y cómo el victim blaming está simplemente mal.

El papel de los músicos en torno a temas sociales siempre ha sido crucial, pues son las voces que llegan a las masas y que se hacen escuchar ante las élites. En este caso no se aplica necesariamente el principio de “si no eres parte de la solución, eres parte del problema”, pero es curioso y sí llega a ser una postura bastante criticable el hecho de ser mujer y celebridad y mantenerse al borde del asunto, sin tender hacia ningún lado por miedo a ser tildada de alguna manera.

En pleno año 2016, asuntos como violaciones, discriminaciones, objetificación femenina y denigraciones por cuestiones religioso-sociales siguen vigentes, y por alguna razón con una ola de acentuación recientemente. Estas sí resultan ser verdaderas ofensas contra una comunidad en específico, que somos las mujeres alrededor del mundo. Como respuesta a esto, han sido varias las artistas que decidieron tomar el asunto en sus propias manos desde hace un tiempo.

No estoy hablando de Pussy Riot, cuyas letras solo entienden los rusos y los demás nos enteramos de sus extremistas escándalos por la cobertura de los medios. Me refiero a artistas masivas, como Beyoncé, quien ha resultado ser uno de los íconos pop más grandes de la última década.

Desde el 2011, con el lanzamiento de ‘4’, la discografía de Beyoncé Knowles ha venido dando un foco bastante particular hacia temas como el rol de la mujer, y cómo una debe verse a sí misma como un ser poderoso e independiente, que no debemos cumplir con ninguna clase de estereotipos y que no debemos vivir para ningún hombre ni ser la sombra de nadie.

 

Un año después se convirtió en mamá, y en el 2013 inició su gira promocional “The Mrs. Carter Show World Tour” (llamado así en referencia a su esposo Shawn “Jay Z” Carter), pero el hecho de ser madre y esposa de uno de los hombres más poderosos de la industria no la alejó de ser la superestrella más sexy y una de las mujeres más relevantes e influyentes de la cultura pop en la actualidad.

A pesar de que con su lanzamiento de este año ‘Lemonade’, giró su discurso feminista en torno al feminismo de mujeres negras, en apoyo al movimiento #BlackLivesMatter, decisión que fue ampliamente criticada y aclamada a la vez, sus intenciones como defensora de derechos de la mujer a ser respetada, tomada en cuenta, expresar su sexualidad sin ser juzgada y ser tratada con equidad siguen vigentes.

 

Beyoncé es sin duda alguna una de las personalidades más relevantes de la actualidad, y a pesar de ser bastante reservada en torno a determinados asuntos y aspectos de su vida, lo que no se calla es el poder que su papel como mujer conlleva.

Otra de las relevantes artistas que han sido portavoces del feminismo moderno es Claire Boucher, mejor conocida como Grimes. Desde los 21 años, esta artista ha estado componiendo, grabando, produciendo y mezclando su propia música. En varias ocasiones ha comentado que ha tenido que lidiar con ingenieros que la menosprecian y subestiman por ser mujer, y ser joven. Se cansó de esa situación y decidió no solicitar más ayuda y tratar ella misma su propia música.

La postura feminista de Grimes aboga por su respeto como creativa y artista, pero bajo ningún concepto ha sido una radical odia-hombres. De hecho, ha declarado que su argumento a favor del feminismo no es reducir a los hombres a meros explotadores misóginos, sino defender su talento, sus habilidades, que la dejen hacer su trabajo y hacerlo bien.

 

Como Beyoncé y Grimes, en la actualidad hay numerosas artistas que han salido en defensa de la mujer, de su derecho de lucir como quieran lucir, actuar como quieran actuar y que sus posturas, opiniones, acciones y esfuerzos sean tomados en cuenta y respetados. Algunas de manera más ligera que otras, pero para una sociedad donde la mujer es un premio, donde si algo le sucede es porque “se lo estaba buscando”, donde no son tomadas en serio al asumir un determinado cargo, cualquier voz es bienvenida.

Por ejemplo, en el 2013 Lily Allen publicó el sencillo “Hard Out There”, que habla de las dificultades como mujer de ser tomada en cuenta en un medio tan sexista como lo es la industria musical, sin mostrar antes un poco de piel.

 

Pero el feminismo es tan complejo y tiene tantas vertientes que tienes en el otro extremo a Nicki Minaj, quien se ha dedicado a velar por el derecho de las mujeres a transgredir las normas de la sociedad en cuanto a lo que una mujer puede o no hacer. Ella llegó a adueñarse de la escena del rap y el pop de la última década. Es empresaria y tiene control creativo absoluto sobre su música. Lo que la diferencia de veteranas como Queen Latifah o Missy Elliot es que Nicki Minaj ha llevado lo sexy hasta su límite, volviéndose incluso ofensivo para algunas, sin comprender que de las principales intenciones de ella han sido defender el derecho de las mujeres de verse como quieran sin que eso reduzca su trabajo.

 

Björk, M.I.A., Lorde, y hasta John Legend, para variar, son de los muchos artistas que de una manera u otra han decidido alzar sus voces en torno al delicado tema que es el sexismo dentro y fuera de la industria. Como existen otras como Katy Perry o Carrie Underwood, que se consideran a ellas mismas como “mujeres fuertes”, y no feministas. El asunto es que en el mundo en general, el movimiento feminista moderno ha ido elevando su voz, con cada vez menos mujeres restringiendo sus propias posturas y opiniones.

Pero como Alice Anderson, una escultora y directora británica, dijo al medio Dazed, “la mayoría de las veces, somos vistas como mujeres antes que como artistas. Las artistas serán vistas como artistas cuando la mujer sea vista en la sociedad de la misma manera que el hombre – no sólo legal y constitucionalmente, sino en hechos”.