Cuando uno piensa en un diputado, se le vienen a la mente imágenes de un hombre mayor y estirado, en traje formal y con una indiscutible seriedad en su personalidad gracias a las largas horas del quehacer político. Para sorpresa de todos ese no es el caso de Miguel Pizarro, un joven enérgico y apasionado por lo que hace todos los días. Pero para los que hemos tenido el gusto de hablar con él podemos notar que en realidad no es una, sino dos personas habitando el mismo cuerpo. Una es un diputado de la Asamblea Nacional, defensor de los derechos civiles, amante del deporte y un político con un excelente uso de la retórica. El otro es un rebelde sin causa, con un pasado anárquico en donde el punk, los tatuajes y la música son sus amantes preferidas.

Hablemos un poco de tu infancia para entrar en contexto. Te expulsaron de dos colegios por alebrestamientos y por ser parte de manifestaciones, específicamente cuando se instauró Instrucción Premilitar como materia obligatoria. Eso es una actitud bastante “punk”. ¿Podrías decir que esta actitud estaba relacionada con tus gustos musicales?

Sí, eso tiene que ver con dos cosas fundamentales: la primera es que vengo de una familia muy política, mi abuelo fue exiliado de la dictadura de Pinochet, mi papá era guerrillero urbano en la época de la Cuarta República y mi mamá era la secretaria de la fracción del Partido Comunista y  del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), entonces en casa, la política, específicamente la política de izquierda un tanto ortodoxa, era algo muy común. Recuerdo que cuando cumplí 12 años me regalaron el “¿Qué hacer?” de Lenin. La segunda es que desde muy pequeño estuve relacionado con la música punk. Primero por su contenido político. El punk rock es un uno de los pocos tipos de música cuya principal esencia se encuentra en la protesta social, tiene que ver con la comunidad obrera, con la lucha contra el racismo, que lo podemos ver también en las agrupaciones de ska. Yo soy un objetor de conciencia, y por eso organicé una sublevación una vez que había clases y nadie salía a Instrucción Premilitar. Otra vez me entablé en una discusión muy fuerte con uno de los militares hasta que me botaron, pero con mucho apoyo en casa porque mis papás entendían mi postura y además la defendían, deberíamos ser un país de civiles, no un cuartel militar con símbolos patrios.

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Si es cierto que tus padres influyeron en tu vida política, ¿lograron influir en tus gustos musicales?

A mi papá le gustaba mucho la trova, y esto sonará gracioso, pero la trova era el punk de los 70. Cuando uno escucha la letra de la trova habían muchas canciones que te hablaban de amor, rosa, desamores, pero luego uno se topaba con otras que con el mismo tono o estilo te hablaban de cambio, revolución, lucha por el país. En mi casa Víctor Jara, Alí Primera, Carlos Mejías Godoy, eran cosas muy del día a día. A mí el punk rock me llegó por culpa de mis hermanos, que eran metaleros, incluso mi hermano era gran fan de Metallica, y gracias a Metallica descubrí Misfits, que es mi banda preferida de toda la vida. Cuando escuché por primera vez “Die, Die My Darling” interpretada por Misfits,  me cambió por completo la orientación musical, después de ellos estuve muy pegado con el punk rock de los 70 y 80, escuchaba bandas como The Sex Pistols, incluso Billy Idol.

Teniendo en cuenta que toda esta música tiene un alto contenido político, ¿podrías decir que ha influido en tu manera de hacer política y en tu vida profesional?

Sí, claro, yo creo que parte de lo que hace la música es hacerte ver la vida de cierta forma. Te pongo un ejemplo: si te gusta Ricardo Arjona andas todo el día con un guayabo. La música configura la personalidad de cada uno, los ritmos van de la mano con la personalidad, por eso yo hago política siempre pensado como lo haría un punk rocker, porque uno tiene que ser original, tienes que decir la verdad, tienes que ser honesto, tienes que ser frontal, tienes que hacer las cosas pensado en los demás, tienes que entender que la política es un oficio que significa servicio y el servicio no puede estar ligado con cosas banales. Yo te aseguro que el que escucha reggaeton hace política para que le tomen la foto.

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Entonces, ¿tu vida política y la música se complementan?

¡Claro!, además, yo entro en el activismo político a través de la música. A los 13 años tenía un grupo de punk anarquista que se llamaba Kolumpio, pasábamos más tiempo dando discursos que tocando música. Antes de eso toqué en Estuproi!, a veces tocaba con Los Dólares, además esa era una época en donde todo el mundo tocaba en todas las bandas, porque como éramos poquitos y eran pocos los bares en los que podíamos tocar, y todos éramos menores de edad, teníamos que usar cédulas falsas para poder presentarnos en todas partes. Si me preguntas hoy en día, yo no soy anarquista ni comunista, soy de izquierda, pero de una izquierda moderada, que entiende que tiene que coexistir con el capital privado. Pero sin duda alguna, la música nos permite influir y cambiar realidades, lo vemos hoy en día con artistas que no tienen contenido político en su música, pero que han utilizado su estatus para posicionar temas y mensajes importantes a sus seguidores. Eso debe ser aplaudido, uno puede no estar de acuerdo con su estética, con su forma de hacer las cosas, pero que tengan posturas claras es algo muy importante porque parte del cambio que este país necesita es que todos hagamos política.

¿Te consideras un agente de cambio?

A mí no me gusta hablar del “yo”, de ahí a darle besitos al espejo hay una línea muy delgada. Yo creo que mi generación es una generación de cambio, una generación que no creó esta crisis pero sé que siente  la obligación de buscar las soluciones. Somos una generación que decidió sacrificar el estilo de vida del joven, nosotros no tenemos tiempo para irnos a la playa o para irnos un viernes a una discoteca, esto es como ser cura, tú te metes en esto y te quita la vida, te quita el tiempo, y uno lo hace con todo el gusto del mundo, porque este es el oficio más hermoso del mundo, no hay oficio más hermoso en la vida que el oficio político.

Eres una persona, como bien dices, joven y con gustos de joven, incluso eso lo podemos ver por tus tatuajes. ¿Estos han causado prejuicios hacia ti al momento de presentarte como un político serio?

Yo demostré que tenía neuronas y después les llegué de manga corta. Primero me dediqué a ganarme el respeto del mundo político, y después de haberme ganado ese respeto y ese espacio llegué con franela un día y les demostré que el tatuaje no daña las neuronas ni nos hace comer niños en el desayuno. Los prejuicios en la sociedad han cambiado mucho. Yo siempre que digo que desde que Messi apareció con un tatuaje a los padres se les acabaron las excusas para no dejarles a sus hijos hacerse uno. El tatuaje tiene que ver con una forma de marcarte en recuerdos, en imágenes, en arte corporal. En mi caso yo tengo tatuajes de todo tipo, unos que son recuerdos, unos que son dibujos de amigos, otros que son de varios ilustradores. Pero el tatuaje también me ha ayudado a superar algunos prejuicios que hay dentro de la política. Me ha pasado que chamos me paran en la calle y me dicen “gracias a ti me dejaron hacerme un tatuaje en mi casa” y eso a uno lo hace sentir bien.

¿Tienes algún artista o tatuador que recomiendes?

De los tatuadores venezolanos hay muchos, tenemos a Marcos Venegas, Dani Tabu, Leonel y en cuanto a extranjeros me gusta Paul Budd.

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¿Compras discos?

Sí, siempre que puedo, a mí no me gusta la piratería.

¿De qué bandas venezolanas eres verdaderamente fan?

Más Quejas, Zombies No, Atentamente, Vargas, Gona, Psycho, Apache y Curva Sur.

¿Qué opinas del mercado de la música hoy en día en Venezuela?

Yo creo que tenemos muchísimo talento, hay bandas que podrán no gustarme mucho, pero es increíble como producen, como se “fajan”, como están decididos a hacer las cosas. Ejemplos como Rawayana, Famasloop, los mismos proyectos de Vargas, Gona, Psycho, Apache, todos ellos están haciendo cosas súper interesantes. Con el tiempo me fui adaptando a los ritmos y me empezó a gustar el hip-hop, el raggamuffin o incluso algunas cosas del pop, pero aquí siempre ha existido una muy buena escena musical. Lamentablemente hoy no hay muchos lugares en donde tocar, y la misma situación de inseguridad de la ciudad no permite que los conciertos sean como antes. Antes cinco bandas tocaban en una noche y uno salía a las 2, 3 de la mañana del toque y te podías ir tranquilo para tu casa. Hoy a la 1 a.m. todo el mundo quiere salir corriendo a sus casas porque les da pavor estar en la calle, pero ¿quién los puede culpar por eso?